Libros heredados
Los lectores escriben sobre las bibliotecas personales, la solidaridad entre autonom¨ªas, las fiestas populares y la salud mental en vacaciones
Hab¨ªa cumplido los a?os para jubilarse. Su trabajo consist¨ªa en atender a clientes y amigos en un despacho instalado en una habitaci¨®n de su casa. Nunca le apetec¨ªa retirarse por cumplir a?os; le gustaba su trabajo. Su despacho estaba forrado de estanter¨ªas de madera de pino hasta el techo, repletas de libros profesionales, de premios Nobel, Nadal, Planeta, Pulitzer, enciclopedias, novelas de distintos temas y escritores. Un d¨ªa, pensativo, mirando a su alrededor, con unos lentes bifocales en mitad de la nariz, decidi¨® jubilarse para poner orden en su biblioteca. Mand¨® hacer un sello ex libris con su nombre para marcar sus ejemplares. Quer¨ªa dejarlos en herencia a sus hijos. Fue acumulando pilas de vol¨²menes en la mesa para proceder a marcarlos y numerarlos, pero muri¨® sin terminar. Los hijos se repartieron los libros marcados que les interesaban, y los que no quisieron y los que no estaban marcados los metieron en varias cajas de cart¨®n y los llevaron a bibliotecas p¨²blicas.
Pilar Valero Capilla. Zaragoza
Falta de solidaridad
Cierto sector pol¨ªtico y social de nuestro pa¨ªs nos anuncia que el acuerdo econ¨®mico alcanzado por el PSOE y ERC va a conllevar m¨¢s desigualdad entre Catalu?a y otras comunidades. No lo he le¨ªdo y no s¨¦ si es cierto. Lo que s¨ª s¨¦ es que en la comunidad donde vivo, Madrid, gracias a las decisiones neoliberales de Isabel D¨ªaz Ayuso se gobierna generando desigualdad entre los ciudadanos a trav¨¦s de una pol¨ªtica impositiva que perjudica a los m¨¢s desfavorecidos y premia a los que m¨¢s tienen. Esto se traduce en hechos que sufrimos a diario, como el deterioro de la sanidad o de la educaci¨®n. ?Eso no es falta de solidaridad, Ayuso?
Javier Esteban Fern¨¢ndez. Madrid
Aire de feria
Es tiempo de fiesta mayor en nuestros pueblos. En el campo, la tierra se ha cuarteado y los ¨¢rboles pierden hojas achicharradas. En las calles, r¨ªos de juventud revientan las costuras de los rincones, tan acostumbrados al vac¨ªo. Y le echamos un embuste a la vida del pueblo: nadie se ha ido y todos volvemos a ser quienes fuimos. Pero, en medio del estruendo de petardos y orquestas, se colar¨¢ otro a?o m¨¢s el aire de la feria. Cuando notas su llegada, la piel se eriza y la vida se detiene unos segundos. Mientras saboreas un instante de felicidad, ese aire arrastra un pensamiento fr¨ªo: todo se acaba. Recuerdas que el pueblo se quedar¨¢ hueco, el ¨¢rbol se desvestir¨¢, la tierra ser¨¢ verde y, en un a?o, volver¨¢ a ser feria.
Juan Mu?oz. Villanueva de la Concepci¨®n (M¨¢laga)
La depresi¨®n no coge vacaciones
Cuando la depresi¨®n llama a tu puerta, el verano puede ser la peor ¨¦poca del a?o. Ese par¨®n repentino de una rutina a la que te sujetas para mantenerte en pie desaparece, y el silencio cae sobre ti, como una gran ola del mar al que te marchas de vacaciones intentando huir pensando que, lejos de casa, tu cabeza descansar¨¢ de esa batalla que se libra a diario en tu mente. Pero la guerra contin¨²a en la playa o en la monta?a y, cuanto mayor es el silencio, m¨¢s grande es el ruido que vibra en tu pecho.
Carla Belda Rubio. Valencia