?Por qu¨¦ nos deprimimos en agosto?
¡°Buscamos la felicidad en mecanismos de recompensa falsos¡±: analizamos con expertos qu¨¦ ocurre cuando nos invade la tristeza en verano.

En 2012, Lana del Rey pon¨ªa voz a todas las expectativas no cumplidas en la canci¨®n ¡®Summertime Sadness¡¯, un tema que rend¨ªa homenaje a la tristeza que aparece durante el periodo estival, cuando nuestra mente se empe?a en recordarnos que las vacaciones son ef¨ªmeras y la nostalgia nos se?ala que ¡°cualquier tiempo pasado fue mejor¡±.
Del mismo modo que en invierno la falta de luz solar lleva a algunas personas a sentirse m¨¢s tristes debido al Trastorno Afectivo Estacional, en verano, hay quien tambi¨¦n experimenta una alteraci¨®n del estado de ¨¢nimo. Seg¨²n Celia Mart¨ªnez, psic¨®loga especializada en perspectiva de g¨¦nero, ¡°sentirse deprimido durante el mes de agosto es m¨¢s frecuente de lo que parece y, entre otras cosas, suele estar relacionado con factores fisiol¨®gicos, psicol¨®gicos y ambientales como el calor, el cambio de rutina o la dificultad para conciliar el sue?o¡±.
Igualmente y seg¨²n Mart¨ªnez, la autoexigencia y el h¨¢bito de compararnos en redes sociales tambi¨¦n cuentan como partes implicadas: ¡°Las expectativas generadas sobre c¨®mo debe ser nuestro tiempo de ocio y descanso pueden influir negativamente en nuestro estado de ¨¢nimo. Adem¨¢s, si somos muy exigentes con la necesidad de disfrute y nos comparamos con otras personas, la sensaci¨®n de insatisfacci¨®n en esta ¨¦poca del a?o puede incrementarse a¨²n m¨¢s¡±, puntualiza.
En consonancia con esta idea, Marta Sanmi (Burgos, 1986) reconoce sentir tambi¨¦n cierta tristeza y nostalgia en agosto: ¡°Los d¨ªas m¨¢s cortos nos recuerdan que el ciclo de clases, trabajo, etc ya est¨¢ a la vuelta de la esquina y es como si, de alguna forma, se acabase la libertad¡±. Y a?ade que los anuncios de cerveza id¨ªlicos contribuyen a crear esa sensaci¨®n de insatisfacci¨®n porque ¡°aumentan las expectativas que tenemos del verano¡±.
Por su parte, Patricia Mart¨ªn (Madrid, 1986) coincide en que ¡°los veranos ya no son esa sucesi¨®n de d¨ªas y noches interminables de disfrutar, viajar, trasnochar y conocer gente. Ahora sabes que el tiempo es muy limitado (tres semanas los m¨¢s afortunados) y el ansia de exprimirlo al m¨¢ximo, en vez de simplemente aprender a disfrutarlo, hace que no lo vivamos todo al 100%¡±, apunta.
?Estamos buscando la felicidad en el lugar equivocado?
Seg¨²n sostiene Celia Mart¨ªnez, la nostalgia es una emoci¨®n de car¨¢cter social que podr¨ªa definirse como un subtipo de tristeza. Sin embargo, varios estudios cient¨ªficos evidencian que se trata de una emoci¨®n protectora que busca utilizar el pasado para motivarnos y reorientarnos hacia aquello que s¨ª nos reporta felicidad, algo en lo que coincide Teresa Rendueles, psic¨®loga especializada en terapia sist¨¦mica y mediaci¨®n familiar en Medra Psicolog¨ªa.
¡°Nuestra cabeza nos est¨¢ indicando bien al se?alarnos que en un tiempo de descanso como las vacaciones de verano, en el pasado, fuimos muy felices. El problema reside en que, ahora, buscamos la felicidad en placeres moment¨¢neos asociados al consumo y es ah¨ª donde est¨¢ el error. La felicidad no est¨¢ en irse cada a?o a un hotel de buffet libre, sino en compartir momentos con las personas que quieres o en disfrutar de peque?os placeres diarios¡±, explica Rendueles, experta tambi¨¦n en terapia sist¨¦mica.
En esta l¨ªnea, ambas profesionales coinciden en que la nostalgia debe preocuparnos en el momento en el que se vuelve una sensaci¨®n permanente o capaz de invadir nuestra vida diaria: ¡°Si esta emoci¨®n persiste en el tiempo y nuestro cerebro se acostumbra a rememorar una y otra vez el pasado, podemos llegar a sentirnos paralizados porque creemos que no tenemos la capacidad de cambiar las cosas, lo que nos lleva a aislarnos socialmente y, en los peores casos, a estados de tristeza m¨¢s profunda o depresiones¡±, explica Celia Rodr¨ªguez.
Al margen de la nostalgia patol¨®gica, la presencia de este tipo de emociones durante el mes de agosto o la tristeza generada al volver al trabajo en septiembre son tan reales como tangibles. Un estudio realizado por la empresa de trabajo temporal Adecco, se?ala que el s¨ªndrome postvacacional es un trastorno temporal f¨ªsico y psicol¨®gico que afecta a uno de cada tres trabajadores. Pero si siempre hemos vuelto al trabajo despu¨¦s de las vacaciones ?por qu¨¦, en los ¨²ltimos tiempos, acusamos m¨¢s estas sensaciones?
¡°Si todos nos pregunt¨¢semos por qu¨¦ trabajamos, probablemente la mayor¨ªa dir¨ªa que para vivir bien. El problema est¨¢ en que el objetivo lo perdemos por el camino porque nos dicen que para vivir bien tenemos que tener dos coches o una casa con piscina. Y he aqu¨ª el enga?o. Trabajamos mil horas para gastos absurdos que no son necesarios y que nada tienen que ver con la felicidad. Si trabajar es vender tiempo a cambio de dinero tendr¨ªamos que pararnos a reflexionar y preguntarnos ?qu¨¦ cantidad de nuestro tiempo estamos dispuestos a vender?¡±, se cuestiona Teresa Rendueles.
Del mismo modo que durante el confinamiento muchas personas se dieron cuenta de que no necesitaban tantas cosas para ser felices, durante el mes de agosto tambi¨¦n hay quien se replantea su contexto vital. Rendueles explica que esto sucede en esta ¨¦poca del a?o porque son las ¨²nicas semanas del curso en las que nos permitimos parar y reflexionar sobre nuestras vidas: ¡°Los picos de pacientes se producen siempre en los mismos momentos: a la vuelta de las vacaciones de verano y en Navidad. Aunque las causas a veces son distintas, el trasfondo es el mismo: una ruptura de expectativas. En verano, muchos se dan cuenta de que ese caramelo por el que venden su tiempo durante todo el a?o, no les ha dado la satisfacci¨®n que esperaban y, como resultado, vuelven a sentirse enga?ados y defraudados¡±, explica.
Sin embargo, aunque en septiembre la consulta de Teresa se llene de personas que ya no pueden m¨¢s, no todos est¨¢n dispuestos a enfrentarse a la realidad o asumir una soluci¨®n: ¡°Hay quien que se lo replantea todo y a todos los niveles, mientras que otros solo quieren quejarse y poner un b¨¢lsamo a esa peque?a herida¡±, detalla.
Quiz¨¢ por esta raz¨®n no resulten tan sorprendentes los resultados obtenidos por un estudio realizado en 2019 por la empresa de recursos humanos Randstad. De esta investigaci¨®n se desprende que el 47% de los profesionales espa?oles estar¨ªa dispuesto a cambiarse de ciudad con tal de acceder a un nuevo empleo tras las vacaciones. El mismo estudio realizado en 2018, reflej¨® que el 27,5% de los trabajadores se planteaba cambiar de empresa o puesto despu¨¦s del verano.
¡°Desde que soy madre, solo soy madre porque no me da tiempo a nada m¨¢s. Ni mujer ni esposa ni ama de casa ni trabajadora. Aunque trato de llegar a todo, al final no hay nada hecho en condiciones. Desde que naci¨® mi hijo, literalmente, no he podido ni echarme crema hidratante¡±, narra Patricia Mart¨ªn que a sus 34 a?os acaba de ser madre de un beb¨¦ de un mes.
Y es que, aunque la sensaci¨®n de nostalgia y de que fuimos m¨¢s felices en el pasado no entiende de g¨¦nero, al hablar con mujeres que, adem¨¢s de tener un trabajo remunerado fuera de casa dedican su tiempo al ¨¢mbito de los cuidados, el sentimiento de insatisfacci¨®n es a¨²n mayor.
¡°Cuando las mujeres cesamos nuestra actividad laboral por vacaciones o incluso jubilaci¨®n, es como si recuper¨¢semos el sentido de la obligaci¨®n de todas aquellas tareas que hab¨ªamos dejado. Y ese sentido de la obligaci¨®n est¨¢ tan interiorizado que se da incluso en mujeres que, a pesar de haber hecho una amplia reflexi¨®n en materia de g¨¦nero, siguen sufri¨¦ndolo de manera autom¨¢tica. Precisamente por esta raz¨®n, cuando se genera una situaci¨®n de cuidado, somos nosotras las que nos sentimos interpeladas, algo que curiosamente a los hombres no les pasa. Ante la misma situaci¨®n de vacaciones, ellos se sienten m¨¢s legitimados para disfrutar de su descanso¡±, explica Teresa Rendueles.
Mercedes Garc¨ªa (Oviedo, 1966) se siente totalmente identificada en la descripci¨®n anterior: ¡°A pesar de que mis hijos ya son mayores y de que estoy jubilada por enfermedad, tengo que seguir cuidando porque mis padres necesitan ayuda. Y siempre ha sido as¨ª. Las mujeres madres o no madres somos siempre las encargadas de cuidar de los dem¨¢s. Cuando mi hija era peque?a y nos ¨ªbamos de vacaciones yo era siempre la encargada de atenderla, cuidarla y jugar con ella. Mientras mi marido se ba?aba en la piscina o asist¨ªa a las actividades del hotel, yo no pod¨ªa ni empezar un libro¡±, recuerda.
Fueron precisamente este tipo de comportamientos mantenidos en el tiempo los que, junto a otras razones, llenaron y derramaron el vaso de Garc¨ªa, llev¨¢ndola a pedir el divorcio al terminar el verano del a?o 2002. Una fecha que tampoco es casual ya que durante el periodo estival son muchas las parejas que se disuelven.
Sin embargo, a pesar de que durante el mes de septiembre se registran casi el 30% de los divorcios de todo el a?o, esto no se debe solamente a situaciones de desencuentro conyugal, sino a que los juzgados cierran durante el mes de agosto. Aun as¨ª, seg¨²n reflejan los datos del INE relativos al periodo 2011-2014 y consultados por Verne, el mes que m¨¢s divorcios registra tambi¨¦n se ubica en el verano. La diferencia reside en que en lugar de ser septiembre, es julio.
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