Duro con el d¨¦bil
No paran de surgir l¨ªderes cuya ¨²nica dial¨¦ctica es la de insultar a quien no se puede defender. Se conoce como ventajismo y les funciona porque sobre los inmigrantes pesa un silencio social
El principio de Pascal aplica al discurso migratorio. Ya en el siglo XVII demostr¨® que la presi¨®n que se ejerce sobre un l¨ªquido se transmite ¨ªntegramente y con la misma intensidad en todas direcciones, lo cual nos obliga a entender que los flujos migratorios nacen de una presi¨®n en origen que se traslada al destino. Algo tan obvio y apaciguador es negado de manera terca por nuestros pol¨ªticos, que llevan meses enfangados en una ri?a en la que su ¨²nica misi¨®n parece ser la de seguir enga?ando a los queridos ni?os para que...
El principio de Pascal aplica al discurso migratorio. Ya en el siglo XVII demostr¨® que la presi¨®n que se ejerce sobre un l¨ªquido se transmite ¨ªntegramente y con la misma intensidad en todas direcciones, lo cual nos obliga a entender que los flujos migratorios nacen de una presi¨®n en origen que se traslada al destino. Algo tan obvio y apaciguador es negado de manera terca por nuestros pol¨ªticos, que llevan meses enfangados en una ri?a en la que su ¨²nica misi¨®n parece ser la de seguir enga?ando a los queridos ni?os para que los voten a la espera de la m¨¢gica soluci¨®n que no llega. Tambi¨¦n sabemos que la valla y el mar funcionan como alternativa de llegada, a m¨¢s dureza en un enclave m¨¢s desembarcos por el otro. La matanza de migrantes en Melilla, por la que se pas¨® sin depurar responsabilidades, a¨²n resuena y lleva a las rutas mar¨ªtimas, incluso a nado, a los desesperados por llegar. Lo que no sabemos, a estas alturas, es cu¨¢nta paciencia cabe en el cuerpo de una persona. Porque en los ¨²ltimos tiempos hemos o¨ªdo encadenadas tantas descalificaciones hacia los inmigrantes que lo sorprendente es que no hayan saltado ya a callar unas cuantas bocas.
Elegidos como los d¨¦biles en la representaci¨®n de la pol¨ªtica de los fuertes, no paran de surgir l¨ªderes cuya ¨²nica dial¨¦ctica es la de insultar a quien no se puede defender. Se conoce como ventajismo y les funciona porque sobre los inmigrantes pesa un silencio social. No se les oye y mira que hay micros repartidos por las calles para llenar los noticiarios con lo que opina la gente del calor en verano y del fr¨ªo en invierno. Por ahora los inmigrantes lo han aguantado todo. Incluso un se?or muy serio dijo en el Parlamento que habr¨ªa que mandar buques de la marina contra los cayucos. Hombre, puesto a eso, es m¨¢s pr¨¢ctico mandar los Geo a los centros de acogida. Hasta por sus f¨ªsicos se les insulta. Es la ¨²nica ocasi¨®n en que se ha o¨ªdo faltar al respeto a alguien por tener cuerpo de gimnasio. Y eso en un pa¨ªs en el que ir al gimnasio se ha convertido en obligatorio. Tambi¨¦n se les insulta por lo bien que les queda la ropa deportiva. No es raro que en estadios de f¨²tbol un reducido grupo de varones a los que les sienta muy mal el ch¨¢ndal se asocien para insultar a alg¨²n joven guap¨ªsimo que ellos consideran extranjero porque no se les parece.
La mayor¨ªa de los espa?oles ya saben lo que es un inmigrante. Los cruzan por el barrio y conocen las labores que desempe?an cuando tienen papeles para poder trabajar. Incluso en la residencia geri¨¢trica se les puede ver rotando entre contrato precario y contrato precario. Y si tienes un negocio serio los necesitas ya sea para colgar la ferralla como para brincar bajo el invernadero. Olvidamos que las fronteras dibujadas en los mapas son poco m¨¢s que l¨ªneas imaginarias sostenidas con gasto militar y tecnolog¨ªa para frenar la libertad de movimientos. Porque lo de libertad carajo, claro, no va con ellos. Todo el mundo sabe que la inmigraci¨®n masiva y sin control es algo que se debe evitar, pero el insulto al inmigrante se ha convertido en ese escaloncito diferencial que distingue a los blandos de los duros. Ahora se llevan los duros de boquilla. Es feo que la importancia del inmigrante en el desarrollo econ¨®mico de nuestros pa¨ªses y su valor en el equilibrio de la pir¨¢mide poblacional sean la ¨²nica raz¨®n para frenar los insultos. Faltarles al respeto se ha convertido en rutina. Hasta que se harten.