J¨²piter en la Asamblea francesa
El camino de Macron para salir del caos que ¨¦l mismo provoc¨® convocando elecciones anticipadas en pleno verano es perfectamente constitucional, pero no el m¨¢s limpio en t¨¦rminos democr¨¢ticos, ni desde luego el m¨¢s sutil
Es un lunes de julio y Lucie Castets, directora de Finanzas de Par¨ªs, sube a su bicicleta para desayunar con una amiga. Quiz¨¢ no les suene mucho pero, de camino, recibe una llamada con una propuesta irrechazable. Tras ganar las elecciones e ...
Es un lunes de julio y Lucie Castets, directora de Finanzas de Par¨ªs, sube a su bicicleta para desayunar con una amiga. Quiz¨¢ no les suene mucho pero, de camino, recibe una llamada con una propuesta irrechazable. Tras ganar las elecciones e impedir que el delf¨ªn de Le Pen sea primer ministro, el Nuevo Frente Popular (NFP) le ofrece ser su rostro visible, dando la vuelta, as¨ª, a la l¨®gica populista: primero unidad y programa; despu¨¦s, la persona que materialice el v¨ªnculo de las izquierdas. Cierto que Castets no tiene la fama urdiendo consensos del negociador del Brexit, Michel Barnier, pero esta alta funcionaria de 37 a?os, lesbiana, felizmente casada y madre de un ni?o, consigui¨® ser el v¨ªnculo de uni¨®n de los cuatro tonos de izquierdas que concurrieron unidos a las elecciones: comunistas, insumisos, socialistas y verdes. Desde entonces, Castets ha demostrado no ser un t¨ªtere. Tiene voz y autoridad, y prioridades pol¨ªticas: transici¨®n ecol¨®gica, poder adquisitivo y reconstrucci¨®n de los servicios p¨²blicos.
Pero Macron ha preferido a Barnier, el candidato de mayor edad que jam¨¢s tuvo la V Rep¨²blica y que suceder¨¢ al m¨¢s joven, Gabriel Attal. Pero lo extra?o no es que sea un hombre de ayer. Lean lo que dijo en las primarias conservadoras que perdi¨® frente a Val¨¦rie P¨¦cresse. Barnier habl¨® sin tapujos de un ¡°escudo constitucional franc¨¦s¡± frente al derecho comunitario para ¡°recuperar nuestra libertad de maniobra¡±, y lo hizo en nombre de la soberan¨ªa nacional y la lucha contra la inmigraci¨®n. La mano de hierro negociadora de un Brexit que fue el basamento de esta larga ola reaccionaria, populista y soberanista, entraba por la puerta grande en la campa?a presidencial francesa con la misma verborrea populista de Le Pen, atacando toda la arquitectura existencial de la Uni¨®n: el orden liberal, el respeto a las reglas, el Estado de Derecho.
Dice John Gray que vivimos tiempos de poca sutileza constitucional, y acierta al ver ah¨ª la prueba del declive liberal. El camino de Macron para salir del caos que ¨¦l mismo provoc¨® convocando elecciones anticipadas en pleno verano es perfectamente constitucional, pero no el m¨¢s limpio en t¨¦rminos democr¨¢ticos, ni desde luego el m¨¢s sutil. La Asamblea est¨¢ formada por minor¨ªas, y si ninguna puede aplicar totalmente su programa, ?a qu¨¦ tanto temor a que una candidata de izquierdas revirtiera sus reformas? Hab¨ªa dos opciones: conceder a los vencedores la oportunidad de forjar un consenso (lo que encaja perfectamente en la Constituci¨®n) y dejar caer as¨ª a Castets en caso de no conseguirlo, o dar un golpe jupiterino en la mesa imponiendo un candidato. En ausencia de mayor¨ªa absoluta, por supuesto que el presidente no est¨¢ obligado a nombrar un primer ministro de un campo pol¨ªtico particular, pero la Constituci¨®n le permit¨ªa abrir la puerta a un r¨¦gimen parlamentario cuando resulta evidente que las herramientas de la V Rep¨²blica para fortalecer al Ejecutivo son toleradas cada vez menos por la ciudadan¨ªa. La contenci¨®n en el uso de las prerrogativas institucionales est¨¢ en horas bajas y, con su imprudente movimiento, se prefiere reforzar la presidencializaci¨®n de la democracia, siempre su lado m¨¢s autoritario. Es esta una cultura pol¨ªtica que no proviene de la arquitectura institucional, sino de la irresponsabilidad de los l¨ªderes pol¨ªticos. Gracias a Macron, Le Pen tiene hoy las llaves del Gobierno, mientras aprovecha agradecida la disfuncionalidad de la pol¨ªtica francesa con sus ¨¢vidos ojos puestos en las presidenciales de 2027.