Donald Trump y la barbarie imaginaria

Perros y gatos. Ese es el eje de la conversaci¨®n desde la noche del martes: animales dom¨¦sticos frente a una barbarie imaginaria. Cuando Donald Trump solt¨® el bulo en el debate con Kamala Harris, cualquier persona informada y serena ya sab¨ªa que los migrantes haitianos no se comen las mascotas de los vecinos de Springfield, una peque?a ciudad de Ohio. Eso ni siquiera sucede en el hom¨®nimo pueblo de Los Simpson, que seg¨²n las redes sociales lo predijeron todo ¡ªaunque en un cap¨ªtulo salen tres perros nadando en una enorme caldera de la cervecera local¡ª. Los memes enseguida inundaron las plataformas, a pesar del prop¨®sito de los asesores del magnate. Buscaban generar un clima de drama dist¨®pico y se quedaron en un sketch digno de Matt Groening, padre de la serie.

No hace falta, en realidad, aportar ning¨²n toque tr¨¢gico a la carrera presidencial del 5 de noviembre. Basta escuchar al candidato republicano hablar de migraci¨®n. El viernes, Trump insisti¨® nuevamente en la falsa especie que durante el debate provoc¨® la risa incr¨¦dula de la vicepresidenta y aspirante dem¨®crata. Pero en esta ocasi¨®n aprovech¨® una conferencia de prensa para mezclarla con otro infundio sobre una supuesta invasi¨®n de delincuentes venezolanos. Lo se?al¨® en X la abogada y activista feminista Amee Vanderpool: ¡°Trump prometi¨® hoy deportar a los inmigrantes legales de Hait¨ª que viven en Springfield, Ohio, y promete enviarlos ¡®de regreso a Venezuela¡¯. Esto es una prueba de que el comentario sobre comer mascotas en Ohio s¨ª ten¨ªa la intenci¨®n de ser un insulto racista contra los haitianos¡±.

Hait¨ª es el pa¨ªs americano que m¨¢s ha tocado fondo en la ¨²ltima d¨¦cada, desde el devastador terremoto de 2010. La miseria, el desgobierno y la violencia desbocada en una naci¨®n presa de las pandillas siguen expulsando a cientos de miles de personas. Venezuela lleva desde 2017 sumida en una crisis econ¨®mica, pol¨ªtica y social que ha desencadenado uno de los mayores ¨¦xodos de la historia reciente. Dos tragedias instrumentalizadas para propagar el miedo y atacar a la Administraci¨®n dem¨®crata.

?Pero por qu¨¦ Hait¨ª y por qu¨¦ esa peque?a ciudad del Medio Oeste? El lunes, un d¨ªa antes del debate, la campa?a de Trump public¨® este mensaje: ¡°Recuerden: Aiden Clark, de 11 a?os, fue asesinado cuando se dirig¨ªa a la escuela por un inmigrante haitiano al que Kamala Harris dej¨® ingresar al pa¨ªs en Springfield, Ohio¡±. El candidato republicano a la vicepresidencia, J.D. Vance, tambi¨¦n se emple¨® en impulsar el bulo: ¡°Hace meses, plante¨¦ la cuesti¨®n de los inmigrantes ilegales haitianos que agotan los servicios sociales y, en general, causan caos en todo Springfield. Los informes muestran que algunas personas han secuestrado y comido a sus mascotas, personas que no deber¨ªan estar en este pa¨ªs¡±, escribi¨®. Esos ¡°informes¡± equivalen, en el mejor de los casos, a habladur¨ªas. En el peor, a calumnias intencionadas.

Entre los dos mensajes, el propio magnate public¨® en su red social, Truth, un montaje pretendidamente desafiante en el que se le ve rodeado de patos y gatos. As¨ª lleg¨® al cara a cara con Harris, animando a sus seguidores a multiplicar la propaganda. En medio de ese torbellino de mentiras y ruido, hubo quien record¨® unas declaraciones del presidente salvadore?o, Nayib Bukele, admirador incondicional de Trump, al comunicador Tucker Carlson. Otra imagen de pel¨ªcula de terror: las maras sacrifican a ni?os y eso sucede tambi¨¦n en Estados Unidos, dijo.

La respuesta m¨¢s digna a los disparates la dio el padre de Aiden Clark, el menor fallecido en un accidente de un autob¨²s escolar con un veh¨ªculo conducido por un haitiano. Nathan Clark rog¨® a Trump y a Vance que dejen de utilizar a su hijo: ¡°Pueden vomitar todo el odio que quieran sobre los inmigrantes ilegales, la crisis fronteriza y tambi¨¦n falsedades como que las mascotas est¨¢n siendo arrasadas y comidas por miembros de la comunidad. Sin embargo, no les permito ni nunca les he permitido mencionar a Aiden¡±. ¡°Esto tiene que parar ya¡±, implor¨®.