Mahsa Amini, la resistencia contin¨²a en Ir¨¢n
La muerte hace hoy dos a?os de la joven detenida por llevar mal el velo dio lugar a unas revueltas cuya represi¨®n no ha conseguido apagar las ansias de libertad de las mujeres
Las efem¨¦rides son momentos propicios para no echar en el olvido los hitos significativos de las sociedades; contribuyen a defender los derechos de los que no tienen voz por s¨ª mismos y ayudan a generar conciencia en los que la tienen. Hoy se cumplen dos a?os de la revoluci¨®n #MujerVidaLibertad y de la muerte de Mahsa Amini como el detonante de las revueltas que duraron semanas en las calles de Ir¨¢n, pa¨ªs siempre pionero en las grandes revoluciones de Oriente.
Sus im¨¢genes dieron la vuelta al mundo a pesar de las restricciones, censuras y desinformaci¨®n sistem¨¢tica en ese pa¨ªs. El grito era contra el velo (hiyab), mostrando las mujeres sus cabellos en las calles, como s¨ªmbolo de rebeli¨®n frente al sometimiento al que est¨¢n condenadas en todos los pa¨ªses regidos por la shar¨ªa.
El velo hoy ya no es una insignia cultural; es el s¨ªmbolo de la opresi¨®n de las mujeres y el rol dominante y supremacista de los hombres. No se trata ¨²nicamente de cubrir sus cabezas o cuerpos, sino de recluirlas en el interior. No en vano, las leyes creadas por el clero musulm¨¢n se refieren a ellas como ¨²tero, significando que tanto reproductiva como afectivo-sexualmente el control lo debe ostentar el var¨®n. El hiyab es sin¨®nimo del honor femenino y rasgarlo precipitar¨ªa el tambaleo de los fundamentos del patriarcado. Las fuentes no cor¨¢nicas (las tradiciones del islam) muestran una obsesi¨®n por el cuerpo femenino y legislan de tal modo que la tiran¨ªa masculina garantice la perpetuaci¨®n de una sociedad injusta y cruel.
M¨¢s de 40 a?os de ingenier¨ªa social imponiendo, con fuerza y represi¨®n, la subordinaci¨®n femenina no han sido capaces de convencer a casi nadie de que la voluntad de Dios sea que la mitad de la humanidad est¨¦ bajo el yugo y la violencia inhumana de la otra mitad. Es, ciertamente, el mayor y m¨¢s estrepitoso fracaso de todos cuantos el fanatismo isl¨¢mico ha experimentado a pesar de los esfuerzos y recursos invertidos en imponer esta ideolog¨ªa medieval a ese maravilloso pa¨ªs que es Ir¨¢n, Persia. Y es que cuando una sociedad ha visto la luz fuera de la caverna es imposible que quiera volver a la oscuridad.
La Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n es una teocracia: se sustenta sobre la jurisprudencia chi¨ª. Por ello, el problema esencial de ese pa¨ªs reside actualmente en que para caminar hacia la igualdad de g¨¦nero, la democracia, la transici¨®n ecol¨®gica y la cooperaci¨®n con un mundo globalizado tendr¨ªa que reformar primero esa jurisprudencia, algo que para los estudiosos de las mejores universidades del mundo (como Milani, Amanat, Atabaki, Vahman o tantos otros) parece un imposible por cuanto la teolog¨ªa isl¨¢mica imperante en el mundo actual es premoderna y, por tanto, incapaz de responder a las exigencias del siglo XXI.
Desde las revueltas del 2022, las mujeres iran¨ªes ¡ªen especial, las activistas¡ª¨C han estado sometidas al escrutinio implacable de la Polic¨ªa de la Moral, que se encuentra de nuevo en todo su apogeo e intensidad, ejerciendo una violencia brutal en las c¨¢rceles; deteniendo, torturando, agrediendo sexualmente y ejecutando como severa y sistem¨¢tica venganza contra los que luchan por los derechos de la mujer. En palabras de la m¨¢s reciente Premio Nobel de la Paz, la iran¨ª Narges Mohammadi, ¡°la Rep¨²blica Isl¨¢mica ha librado una guerra a gran escala contra todas las mujeres¡± como medida disuasoria de que cualquier reivindicaci¨®n de los derechos de la mujer conllevar¨¢ castigos ejemplares.
Sin embargo, la mujer iran¨ª es resiliente y se halla muy preparada. Su mayor¨ªa est¨¢ altamente formada; pese a los numerosos obst¨¢culos para su educaci¨®n superior, el 59% de las mujeres en Ir¨¢n poseen titulaci¨®n universitaria en comparaci¨®n, por ejemplo, con el 49% de nuestro pa¨ªs; su participaci¨®n en las carreras de STEM (ciencia, tecnolog¨ªa, ingenier¨ªa y matem¨¢ticas) es del 70% de todos los graduados en estas disciplinas, una cifra que supera con creces las estad¨ªsticas de cualquiera de los pa¨ªses europeos. Sin embargo, la formaci¨®n superior que se les permite como concesi¨®n para mantener la esperanza y el silencio social no se materializa en su entrada al mercado laboral debido a las condiciones del pa¨ªs. Tampoco se trata de una concesi¨®n para todas: las minor¨ªas se hallan excluidas y no tienen derecho a la educaci¨®n superior, como bien han podido visibilizar campa?as como #NuestraHistoriaEsUna, denunciando cuatro d¨¦cadas de sacrificios y muerte de las mujeres que han reivindicado la libertad y la equidad.
Pero en la era de las redes sociales, en la que se retransmite en directo lo que significa vivir en libertad, las iran¨ªes, fuertes e inteligentes, ya no van a aceptar seguir relegadas a la penumbra del interior del hogar. Y es que ha sido el cambio en la conciencia social de toda una ciudadan¨ªa, tanto femenina como masculina, lo que ha propiciado que esta revoluci¨®n feminista se consolide y se haga irreversible.
Por eso resulta tan parad¨®jico que en el Occidente libre, la extrema derecha cuestione la necesidad del feminismo igualitario y la extrema izquierda siga defendiendo que el laicismo implica respetar el degradante hiyab como icono del pluralismo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.