La admiraci¨®n
Las distancias pol¨ªticas son inevitables en un mundo cultural que asumi¨® la dif¨ªcil tarea pol¨ªtica de unir las palabras libertad e igualdad
Admirar a alguien con el que no se est¨¢ de acuerdo es una suerte en la vida. Yo he tenido la suerte de admirar mucho a Mario Vargas Llosa desde que le¨ª La ciudad y los perros, y he tenido la suerte tambi¨¦n de mantener mi admiraci¨®n pese a que sus ideas pol¨ªticas est¨¦n distantes de las m¨ªas. Las distancias pol¨ªticas son inevitables en un mundo cultural que asumi¨® la dif¨ªcil tarea pol¨ªtica de unir las palabras libertad e igualdad. A veces asistimos con indignaci¨®n a la borradura de la palabra libertad en sociedades que convierten las bellas banderas en excusas para la opresi¨®n. Y a veces comprobamos con tristeza que los partidarios de la libertad se alejan cada vez m¨¢s de la palabra igualdad, desentendidos de la justicia social. En estas din¨¢micas no resulta extra?o que surjan las crispaciones y los fanatismos. Por eso es una suerte admirar mucho a quien no piensa como uno. Se aprende a mantener la propia conciencia sin considerar al otro como un enemigo.
Acabo de leer El pa¨ªs de las mil caras (Alfaguara), el libro en el que Carlos Gran¨¦s ha reunido los escritos de Vargas Llosa sobre Per¨². Nada m¨¢s llegar a la direcci¨®n del Instituto Cervantes, por admiraci¨®n a Mario, empec¨¦ a urdir planes para que el Congreso Internacional de la Lengua se celebrara en Arequipa, la ciudad donde naci¨®. Leo o releo ahora sus opiniones sobre Manuel Odr¨ªa, Velasco Alvarado, Alan Garc¨ªa, Fujimori padre, Fujimori hija o Pedro Castillo, leo sus recuerdos sobre los amigos escritores, su familia y su vida peruana, y mi inter¨¦s se sostiene en una admiraci¨®n profunda por el escritor. En literatura, la admiraci¨®n es una deuda materna muy larga. En el convento de Santa Catalina de Arequipa se puede recordar el retrato de la hija menor de la tatarabuela de una bisabuela. Es una casa, el amor de una madre junto a la que se empez¨® a leer. Luego est¨¢n Cervantes, Sartre, Camus, Vargas Llosa¡ Escribir es vivir, Flaubert dixit.
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