Un rinc¨®n de amor en X
Maria Pilar mantiene vivo a su hijo, Josep, a trav¨¦s de la red social. Muri¨® embestido por un veh¨ªculo a los 20 a?os
Hace d¨ªas (?meses?) que anda por la cabeza la idea de dejar X. Se han buscado distintas f¨®rmulas para quitarse. Primero, la m¨¢s sencilla, borrar la aplicaci¨®n del m¨®vil. Aqu¨ª somos adultos, y es sabido que los ¨²nicos que tienen un problema de adicci¨®n a las redes son los ni?os, los adolescentes y los j¨®venes en general. Todos esos granaditos a los que se ve con el cuello doblado y los ojos clavados en sus tel¨¦fonos en el metro de camino a casa est¨¢n leyendo novelas de Dostoyevski digitalizadas.
Pero visto que solo con la fuerza de voluntad no es suficiente, se ha tirado de opciones m¨¢s sofisticadas. Desde la dura separaci¨®n f¨ªsica, aguantar con el tel¨¦fono en otra habitaci¨®n apenas 10 minutos, a aplicaciones que recomiendan, encarecidamente, un descanso cuando se sobrepasa el tiempo razonable enganchado a las redes (?tres horas? ?cuatro?). Ni siquiera los m¨¦todos m¨¢s extremos, como enterrar el m¨®vil en la arena o romperlo directamente, sirven: el aparato muere, X sobrevive.
Otra opci¨®n m¨¢s rebuscada, hay que admitirlo, es leerse una biograf¨ªa de Elon Musk para ver si as¨ª uno se arma de razones para dejar una red en manos semejante mogul (magnate en ingl¨¦s, pero que bien podr¨ªa ser un insulto en espa?ol). Un se?or, que seg¨²n un minucioso seguimiento que hizo el New York Times, public¨® en solo cinco d¨ªas 171 tuits falsos, enga?osos o carentes de un contexto clave para entenderlos. En total, un tercio de sus publicaciones. No cabe duda de que desde que ¨¦l dirige X, el algoritmo es cada vez m¨¢s ultra y entregado a la conspiraci¨®n. La mala noticia es que, en su biograf¨ªa, Musk acumula tambi¨¦n grandes logros, como conquistar el espacio o fabricar los Tesla.
Todo apunta a que tocar¨¢ seguir en X. Envejecer esperando una soluci¨®n colectiva a la gesti¨®n de las redes, las pantallas y las aplicaciones, y dejar de creer que el ser humano puede escapar individualmente del capitalismo de plataformas. Continuar en X, enfadado y deprimido, mientras se exploran nuevos territorios con una cuenta en LinkedIn, la red profesional queda bien de los halagos, los cargos en ingl¨¦s y las reuniones enriquecedoras (puestos a elegir, casi mejor Elon).
Hasta que, de repente, una mujer pide el micr¨®fono en la presentaci¨®n de libro L¡¯amor que sempre queda (Columna), de la periodista Anna Puns¨ª, en la librer¨ªa Ona de Barcelona. La mujer del micro cuenta que conoci¨® en X a Maria Pilar Rosanes, que se sienta a su lado. All¨ª, ella, Maria Pilar, tuitea a diario a trav¨¦s de @rosanesfiguerol historias de su hijo, Josep Boan. A los 20 a?os, un conductor invadi¨® la calzada y le mat¨®, mientras estaba de ruta con su padre por Galicia en agosto de 2020. Tambi¨¦n reclama una ley m¨¢s dura contra la delincuencia vial.
UNA MARE D¡¯UN CONTE DE MARES
— maria pilar (@rosanesfiguerol) October 4, 2024
Hi havia una vegada una dona que no vivia en un castell. I la dona va tenir una nena, una nena moreneta i molsudeta i alegre com un g¨ªnjol. I com que la mare no la volia soleta, li va anar a buscar un germanet rosset, suavet i dol? com la mel. A la¡ pic.twitter.com/7yCuCbH4Wx
La mujer del micro la empez¨® a seguir en X silenciosamente, hasta que un d¨ªa se anim¨® a escribirle. ¡°Me despiertas tanta ternura¡±, le dijo. Lo que hab¨ªa empezado como una lectura sobre la muerte, que le provocaba ¡°dolor, ansiedad y una tristeza horrible¡±, se hab¨ªa transformado, con los v¨ªdeos, las fotos y los tuits de Maria Pilar, en vida. ¡°Necesitaba leerla porque cada vez sent¨ªa m¨¢s amor¡±. Los post de Maria Pilar ense?an a Josep cantando, celebrando, con amigos, con familia¡ ¡°Es muy fuerte. Ella hace que le conozcamos quienes no le conoc¨ªamos¡±, insiste, emocionada. ¡°Me ha dado mucha m¨¢s fuerza de lo que ella se piensa en temas m¨ªos. Me ha hecho ver que siempre hay un punto de amor que gana. Josep siempre estar¨¢ vivo¡±.
As¨ª que gracias, Maria Pilar, por cultivar un rinc¨®n de amor en X.
P.S.: ¡°Sin X, yo ya no estar¨ªa¡±, me responde Maria Pilar, cuando le cuento de esta columna. La red, me dice, le abri¨® ¡°una ventana de esperanza¡± para seguir.
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