Bombas ciegas
Puede suceder que un ciudadano de nuestros d¨ªas sea v¨ªctima de un bombardeo de la Segunda Guerra Mundial
En Alemania (o en Austria, aunque menos), puede suceder que un ciudadano de nuestros d¨ªas sea v¨ªctima de un bombardeo de la Segunda Guerra Mundial. No es, desde luego, un hecho com¨²n. Pongamos por caso que una escuadrilla de los aliados suelta una tarde de 1944, desde las alturas, su carga silbante de muerte. Abajo est¨¢n las casas indefensas y el terror agazapado en b¨²nkeres y s¨®tanos. Comienzan el estruendo, el temblor de suelos y paredes, el fuego, el humo, la destrucci¨®n. No todas las bombas arrojadas estallan. Debido a un fallo en el detonador o por cualquier otra causa, artefactos de hasta 500 kilogramos duermen envueltos en herrumbre y barro, durante d¨¦cadas, a dos o tres metros bajo la superficie de la tierra con su capacidad explosiva intacta. La lengua local los denomina Blindg?nger (de Blind: ciego, y G?nger: el que camina o se desplaza). Tratando de desactivar uno de ellos, murieron dos artificieros en 1990 en la ciudad de Wetzlar, otros dos en Salzburgo en 2003 y tres en Gotinga en 2010. El ¨²ltimo accidente de estas caracter¨ªsticas aconteci¨® en M¨²nich hace tres a?os. El otro d¨ªa nos toc¨® (a m¨ª ya me ha pasado tres veces) salir de casa. Es lo de siempre: entra la excavadora, asoma el bulto, se establece un per¨ªmetro de seguridad, te invitan a acogerte al gimnasio de un colegio y te dan una manta y sopa. Con suerte, uno puede trabar amistad con desconocidos. Mientras tanto, los helic¨®pteros sobrevuelan la zona. La polic¨ªa patrulla en busca de luz delatora. Entre los desobedientes abunda la gente mayor que conoci¨® en primera persona los bombardeos y esto de ahora les parece una bagatela. A veces hay que cerrar la autopista, desalojar un hospital o un asilo de ancianos y la cosa se complica. De vuelta en casa, pienso en la fortuna que han tenido mi generaci¨®n y las ulteriores por no haber padecido la guerra, aunque, al menos en mi caso, no faltaron en rededor violencia y atentados. Toco madera.
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