Orgullo y verg¨¹enza
En momentos como los que vive toda esta pobre gente de Valencia o Castilla-La Mancha, las demostraciones de deslealtad se alinean con los bulos. Por supuesto que hablo de Feij¨®o
Cuando ocurre una tragedia en un territorio al que estamos sentimentalmente ligados experimentamos un orgullo, tal vez ileg¨ªtimo, por la respuesta decidida de todas esas personas que, sin pensarlo dos veces, se han organizado de manera espont¨¢nea para asistir a las v¨ªctimas de la cat¨¢strofe. Van en fila, un ej¨¦rcito vecinal sin uniforme, cruzan el puente ya llamado de la solidaridad en la prensa extranjera, cargan garrafas de agua, alimentos ...
Cuando ocurre una tragedia en un territorio al que estamos sentimentalmente ligados experimentamos un orgullo, tal vez ileg¨ªtimo, por la respuesta decidida de todas esas personas que, sin pensarlo dos veces, se han organizado de manera espont¨¢nea para asistir a las v¨ªctimas de la cat¨¢strofe. Van en fila, un ej¨¦rcito vecinal sin uniforme, cruzan el puente ya llamado de la solidaridad en la prensa extranjera, cargan garrafas de agua, alimentos no perecederos, material sanitario, palas y cepillos. Te emociona y al mismo tiempo no te acaba de sorprender porque es esta una tierra de gente c¨¢lida, abierta, y si hubiera alg¨²n sustantivo para nombrar lo que vendr¨ªa a ser una actitud cari?osa de car¨¢cter colectivo este pueblo mediterr¨¢neo ser¨ªa merecedor de tal elogio. No s¨¦ cu¨¢ntas veces se ha insistido, a cuenta de los saqueos, en que las desgracias sacan lo mejor y lo peor de los seres humanos, pero no creo que ese comportamiento aberrante (si no es por hambre) pueda competir con la decidida actuaci¨®n de tantos j¨®venes que tratan de rescatar a sus paisanos de la desolaci¨®n. Escuchas los testimonios de los desesperados y de los que los asisten, de los que se han arremangado a pesar de haberlo perdido casi todo menos la vida, de los alcaldes que est¨¢n en la batalla, de aquellos que conocen bien las costumbres de su municipio y de forma articulada expresan lo que necesitan y piden explicaciones; observas a quienes hacen labores de rescate complicadas de manera admirable y sientes que este es un pa¨ªs que sabe sobreponerse, prestar ayuda humanitaria, compartir techo con quien se ha quedado a la intemperie. Tambi¨¦n ves a las periodistas que hacen sus programas en la misma trinchera y que en medio del barro y la oscuridad entienden que deben informar con austeridad, sin sensacionalismos. Es la manera de expresar su respeto.
Pero cuando ocurre una tragedia puedes sentir una verg¨¹enza que tampoco te corresponder¨ªa, pero ah¨ª est¨¢, te asalta cuando adviertes la hipocres¨ªa de quienes hasta de los muertos tratan de sacar provecho y en medio de la tormenta se apresuran a presentarse en el epicentro de la desgracia para sacar r¨¦dito pol¨ªtico apropi¨¢ndose del protagonismo como si no hubiera nadie al mando. No creo que en este caso tan dram¨¢tico ese af¨¢n usurpador obtenga resultados: la teatralizaci¨®n del dolor suena falsa de toda falsedad. Por supuesto que hablo de Feij¨®o. En momentos como los que vive toda esta pobre gente de Valencia o Castilla-La Mancha las demostraciones de deslealtad se alinean perfectamente con los bulos. Poner en duda las advertencias de la AEMET solamente porque se trata de un organismo del Estado es, una vez m¨¢s, socavar la confianza en lo p¨²blico justo cuando los ciudadanos est¨¢n m¨¢s necesitados que nunca de atender sus consejos. Y todo para qu¨¦, ?para acudir al rescate de un presidente auton¨®mico que desoy¨® las advertencias o, simplemente, por no desaprovechar la ocasi¨®n de atacar al Gobierno? Cualquier persona razonable y con el coraz¨®n en su lugar entender¨ªa que no es el momento, que hay que aplazar la bronca y que, incluso a un nivel meramente pol¨ªtico, de las alianzas en situaciones cr¨ªticas se desprende una generosidad que alivia el desconsuelo de quien est¨¢ sufriendo. La impaciencia desmedida por llegar al poder denota una actitud grosera si no se controla. Pero tal vez insistiendo sobre ello alimentamos la furia de quien desea ganar a toda costa, qui¨¦n sabe. Es urgente que se nos informe con limpieza de esta cat¨¢strofe para saber por qu¨¦ la poblaci¨®n no recibi¨® la alarma a su debido tiempo, por qu¨¦ no se paraliz¨® la actividad laboral y vecinal. Ojal¨¢ reflexionemos adem¨¢s sobre c¨®mo vivir y d¨®nde, dado que esta ser¨¢ la respuesta natural de un mar cada vez m¨¢s caliente.
Son tiempos en los que conviven el orgullo delegado y la verg¨¹enza ajena, dos sentimientos que bien podr¨ªan enriquecernos si aprendemos algo de esta amarga experiencia.