Soldados del desamor
La distancia que separa a la Espa?a de Marta S¨¢nchez de la de Rosal¨ªa se mide en decepciones
Cuando vi las im¨¢genes de Rosal¨ªa trabajando como voluntaria en el puesto que el chef Jos¨¦ Andr¨¦s ha montado en Llocnou de la Corona para elevar la moral de los valencianos me vino a la mente inmediatamente aquella vez que Espa?a ...
Cuando vi las im¨¢genes de Rosal¨ªa trabajando como voluntaria en el puesto que el chef Jos¨¦ Andr¨¦s ha montado en Llocnou de la Corona para elevar la moral de los valencianos me vino a la mente inmediatamente aquella vez que Espa?a mand¨® con el mismo fin a Marta S¨¢nchez a la fragata Numancia destacada en el puerto de Abu Dabi con motivo de la participaci¨®n de Espa?a en la guerra del Golfo. Resulta casi irreal pensar que hubo un momento en que nos pareci¨® una buen¨ªsima idea que la televisi¨®n p¨²blica retransmitiese en la velada m¨¢s familiar del a?o la actuaci¨®n de una mujer que se hab¨ªa desplazado con dinero p¨²blico a Oriente Pr¨®ximo para hacer de conejita Playboy sobre la cubierta de un barco de guerra lleno de marines a los que llamaba ¡°Soldados del amor¡±. El show se retransmiti¨® la noche del 24 de diciembre de 1990, el mismo mes en el que se hab¨ªa promulgado la ley por la que se aprobaba la creaci¨®n de un organismo llamado Agencia Tributaria, cuyo slogan, ¡°Hacienda somos todos¡±, era ya santo y se?a de una Espa?a en la que, en palabras del que fue ministro de Hacienda Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, deb¨ªa pagar los impuestos de los que se alimentan los servicios p¨²blicos hasta el capit¨¢n general de todos los ej¨¦rcitos, es decir, el rey. El rey del que hablaba ese ministro que puso a tributar a todo pichichi acabar¨ªa siendo el defraudador mayor del reino. Y esa traici¨®n del jefe del Estado al Estado cambiar¨ªa para siempre el ¨¢nimo de unos ciudadanos que en otros tiempos se arrogaron con orgullo la etiqueta ¡°contribuyentes¡± y que ahora, sin fe en las instituciones que les protegen, desenamorados de lo oficial, se reivindican como ¡°pueblo¡±. Ellos son los que recibieron con pegotes de barro al hijo de Juan Carlos I y como la reina que es a una cantante espa?ola que vive en Estados Unidos (un pa¨ªs donde no hay sanidad ni educaci¨®n p¨²blicas) y que se pag¨® el viaje ella misma. La letra de aquella canci¨®n de Marta S¨¢nchez dec¨ªa: ¡°Vivimos al ritmo de un mismo tambor¡±. Pues ya no.