Proteger a los refugiados
Falta mucho para poder considerar Siria como pa¨ªs seguro para el regreso de los cinco millones de personas expulsadas por la guerra
M¨¢s de cinco millones de personas han huido de Siria durante los 13 a?os de guerra civil entre el r¨¦gimen de Bachar el Asad y la multitud de facciones que combatieron al dictador hasta derrocarlo finalmente el pasado domingo. El paisaje de destrucci¨®n que hereda la nueva autoridad, a¨²n por definir, incluye m¨¢s de 300.000 muertos y siete millones de desplazados internos para una poblaci¨®n de 24 millones. En algunos lugares no ha cesado la violencia. Y, sin embargo, hasta 11 pa¨ªses europeos, entre ellos Alemania, Reino Unido o Italia, se han apresurado a anunciar que congelan las tramitaciones de solicitudes de asilo de ciudadanos sirios. Austria, bajo presi¨®n de la ultraderecha, ha ido m¨¢s lejos y ha llegado a anunciar un programa de deportaci¨®n. La idea de un retorno masivo comienza a permear los debates, a pesar de que es evidente que es demasiado pronto para saber si Siria es un lugar seguro.
La escala del ¨¦xodo sirio solo tiene comparaci¨®n reciente con el vivido en Ucrania: seis millones de exiliados. La gran diferencia es que la UE se ha implicado directamente en el conflicto ucranio y se siente responsable de la acogida de sus ciudadanos. Hasta 4,2 millones han sido repartidos por la Uni¨®n, con un mill¨®n en Alemania y m¨¢s de 200.000 en Espa?a, sin pol¨¦micas rese?ables ni mucho menos brotes de xenofobia. Los sirios que han huido de una existencia imposible, entre el terror yihadista y el terror de su propio Gobierno, no han tenido la misma consideraci¨®n.
En la gesti¨®n de este enorme flujo de v¨ªctimas de la guerra se encuentran algunas de las claves del giro a la derecha de la pol¨ªtica migratoria de la UE durante la ¨²ltima d¨¦cada. En 2015, seguramente el momento de mayor intensidad de la guerra, la fotograf¨ªa de un ni?o sirio de tres a?os ahogado en una playa de Grecia removi¨® las conciencias de Europa. Se llamaba Aylan Kurdi y hab¨ªa huido con su familia a Turqu¨ªa, desde donde intentaron llegar a las costas griegas. Angela Merkel llam¨® a sus pares a la acogida voluntaria y dio ejemplo abriendo las puertas de Alemania a m¨¢s de un mill¨®n de refugiados. Cuando la UE logr¨® ponerse de acuerdo fue para firmar un pacto con Turqu¨ªa y¡ªpatrocinado por la misma Merkel, a pesar de aquellas palabras¡ª externalizar de facto la gesti¨®n del ¨¦xodo. Desde entonces, cada pacto europeo de inmigraci¨®n ha ido en la direcci¨®n de endurecer las fronteras: el ¨²ltimo ejemplo es la muy discutible luz verde de Bruselas a las devoluciones en caliente y a suspender el derecho de asilo por la ¡°grave¡± amenaza h¨ªbrida rusa y bielorrusa. Hoy viven tres millones de sirios en Turqu¨ªa, muchos de ellos confinados en campos insalubres pagados con dinero europeo.
El Gobierno provisional de Siria ha hecho un llamamiento para que retornen los expatriados y miles de personas tratan de cruzar de vuelta la frontera turca. Sin embargo, la ca¨ªda del dictador no es suficiente para cambiar la pol¨ªtica de asilo con el pa¨ªs que m¨¢s solicitudes presenta a la UE (181.000 al a?o). La prudente posici¨®n de Espa?a es la acertada en este momento de incertidumbre, a la espera de la reuni¨®n de ministros del pr¨®ximo lunes en Bruselas, donde deber¨ªa decidirse la estrategia comunitaria, que por ahora pasa por no forzar los retornos pero s¨ª ¡°incentivar¡± la vuelta voluntaria. Europa se encuentra en medio de un agrio debate sobre lo que se considera ¡°pa¨ªs seguro¡±, una definici¨®n que justifica las devoluciones r¨¢pidas o las deportaciones masivas. Una decisi¨®n, en definitiva, de la que dependen vidas humanas. Nadie sabe lo que va a ser Siria, pero hoy no es todav¨ªa un lugar sin riesgos para quienes huyeron de ¨¦l.
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