La ¡®operaci¨®n Irene Montero¡¯
Podemos tiene un nicho en la forma c¨®mo la socialdemocracia europea asume ya ciertos diagn¨®sticos de la ultraderecha en inmigraci¨®n o transici¨®n ecol¨®gica, y en los ¡®nuevos indignados¡¯ de 2024
Si no existe una operaci¨®n Irene Montero, lo parece: la posibilidad de que Podemos intente relanzar a su eurodiputada ante unas eventuales elecciones generales. V¨¦ase su hiperactividad medi¨¢tica: tertuliana en televisi¨®n, publicaci¨®n de un libro, y hasta confesar que ¡°tiene ganas de ir a¨²n m¨¢s lejos¡± pol¨ªticamente. La pregunta es qu¨¦ bazas podr¨ªa explotar Podemos a 2027, si has...
Si no existe una operaci¨®n Irene Montero, lo parece: la posibilidad de que Podemos intente relanzar a su eurodiputada ante unas eventuales elecciones generales. V¨¦ase su hiperactividad medi¨¢tica: tertuliana en televisi¨®n, publicaci¨®n de un libro, y hasta confesar que ¡°tiene ganas de ir a¨²n m¨¢s lejos¡± pol¨ªticamente. La pregunta es qu¨¦ bazas podr¨ªa explotar Podemos a 2027, si hasta Sumar parece estar fracasando ya en aglutinar el espacio de la izquierda alternativa.
Y es que algunos creen ver en el contexto actual una oportunidad como en 2014: el bipartidismo vuelve a echarse los casos judiciales a la cara en el Congreso, mientras que los nuevos actores, Vox o Sumar, ya solo act¨²an de comparsas del PP o PSOE. El ciclo reformista que deton¨® el 15M y culmin¨® en 2018, adem¨¢s, est¨¢ agotado: Pedro S¨¢nchez no puede ser tan ambicioso como el progresismo quisiera porque los n¨²meros no salen en el Congreso. Podemos, precisamente, ha detectado ese caldo de cultivo: no pocas veces aluden a los ¡°Pimpinela del bipartidismo¡±, evocando aquellos tiempos en que ellos pescaban en ese hartazgo, e incluso, intentan presionar con sus votos para que haya m¨¢s pol¨ªticas de izquierdas, pese a que Junts y el PNV son los que tienen realmente la sart¨¦n por el mango en esta la legislatura.
Sin embargo, ser¨ªa un error creer que en el surgimiento de Podemos hace diez a?os pesaron m¨¢s los motivos de ¡°crisis pol¨ªtica¡± que los econ¨®micos. De hecho, hoy la paz social impera en Espa?a, por m¨¢s que el llamado ¡°r¨¦gimen del 78¡± no se haya alterado. El motivo es que el PSOE se ha encargado de blindar el statu quo en el plano econ¨®mico, a diferencia de entonces: los funcionarios pueden respirar tranquilos tras el convenio con Muface; las pensiones se han revalorizado conforme al IPC, evitando con ello que muchas familias caigan en la pobreza, como reconoce hasta el ministerio de Seguridad Social en sus redes sociales. Y aunque la clase media est¨¢ hundida porque los sueldos no han ganado poder adquisitivo en m¨¢s de 10 a?os, al menos no hay despidos masivos, como entre 2008 y 2012. Los j¨®venes no se pueden independizar ni con subidas del salario m¨ªnimo; hete ah¨ª un nicho de nuevos indignados, pero el bipartidismo sabe que eso no har¨¢ caer a ning¨²n Gobierno mientras no sean sus padres los desahuciados, como anta?o.
As¨ª pues, es dif¨ªcil creer que Podemos, el partido por antonomasia de la indignaci¨®n, pueda articular una alternativa de masas a 2024. Y no parece que sea su objetivo por ahora. Se conforman con mantener alg¨²n esca?o que les d¨¦ visibilidad, tal que la izquierda contigua al PSOE se ha convertido en un espacio boutique, de filias o fobias, de fetiches o gustos personales. La prueba est¨¢ en que no existe ninguna diferencia ideol¨®gica sustancial entre Sumar y Podemos, m¨¢s all¨¢ de las formas negociadoras o de c¨®mo se venden.
Pese a todo, cabe reconocer a Podemos su capacidad de an¨¢lisis del tablero pol¨ªtico. Montero logr¨® un par de esca?os en el Parlamento Europeo con un discurso internacional basado en condenar las acciones de Israel en Palestina, algo que s¨ª es mayoritario en la izquierda, pero lo aderez¨® con un aire ochentero, muy criticado, que destilaba equidistancia ante la invasi¨®n rusa en Ucrania. Ser¨¢ que todav¨ªa pesa en Espa?a un perfil de votante que pivota sobre la animadversi¨®n contra Estados Unidos o la OTAN, como si la geopol¨ªtica fuera a¨²n un equilibrio entre dos espacios de influencia, al estilo Guerra Fr¨ªa, y no hubiera detr¨¢s pueblos luchando contra el s¨¢trapa de turno.
A la postre, de Podemos se desprende un segundo an¨¢lisis m¨¢s perspicaz, en relaci¨®n con los tiempos actuales: la forma c¨®mo la socialdemocracia europea ha recogido algunos diagn¨®sticos de la ultraderecha, algo que no es tan de nicho, sino que tiene repercusiones amplias y visibles en la pol¨ªtica comunitaria. Desde el pacto migratorio en la UE, hasta un frenazo en la agenda de transici¨®n ecol¨®gica, aflora incluso el fin de un ciclo basado en eso que algunos llaman la ¡°agenda woke¡±. Si lo trasladamos a Espa?a, la renuncia a lo queer por parte del PSOE puede entenderse como un paso atr¨¢s frente a ciertos postulados que, sin embargo, siguen compartiendo muchos j¨®venes socialistas.
Con todo, cabe preguntarse hasta qu¨¦ punto solo la agenda de derechos civiles podr¨ªa revivir a la izquierda alternativa. Tendr¨ªa que producirse un retroceso enorme en libertades, algo que en estos momentos parece improbable. La fuerza del bipartidismo, tambi¨¦n en la derecha, sigue garantizando que los extremos no sean mayoritarios. Y en verdad, no todo lo ocurrido en los ¨²ltimos a?os ha sido reacci¨®n ultraderechista. Por ejemplo, muchos progresistas que no compran que el fiasco de la ley del solo s¨ª es s¨ª fuera cosa de la aplicaci¨®n de los jueces, en vez de un defecto en la propia norma.
En definitiva, parece que la operaci¨®n Montero, de existir, podr¨ªa seguir siendo de nicho, si no ocurre nada disruptivo por el camino que cambie el tablero. Eso, sin mencionar la paradoja de que quienes vinieran hipot¨¦ticamente reflotar la izquierda alternativa en unos a?os fueran los mismos que lo intentaron hace una d¨¦cada, y naufragaron.