Dinamarca, punta de lanza europea de la pol¨ªtica restrictiva con la inmigraci¨®n

Cero solicitantes de asilo fuera del esquema de reasentamiento de la ONU. Ese el objetivo de Dinamarca, uno de los pa¨ªses m¨¢s ricos de Europa, con un extenso Estado de bienestar, y que es tambi¨¦n punta de lanza en la Uni¨®n Europea de las pol¨ªticas restrictivas hacia la inmigraci¨®n. El socio n¨®rdico, de casi seis millones de habitantes, gobernado por una coalici¨®n de socialdem¨®cratas y liberales, ha endurecido las condiciones para solicitar asilo a quienes huyen del conflicto o la represi¨®n pol¨ªtica, implantado numerosos programas para aumentar las deportaciones de inmigrantes en situaci¨®n irregular, reducido el tiempo de protecci¨®n de los refugiados y ha extendido una regulaci¨®n para integrar a quienes llegan que avala, incluso, la transformaci¨®n de barrios y el realojamiento para cambiarles la cara. Tambi¨¦n se lleg¨® a plantear el env¨ªo de solicitantes de asilo a centros en Ruanda. Su ejemplo se ha convertido en el faro ¨Cla c¨²spide de la Europa blindada¡ª para otros, como Suecia, Finlandia o Austria.

Ahora, Copenhague, con su modelo disuasorio para los solicitantes de asilo ¡ªrecibi¨® 2.255 frente a las m¨¢s de 13.000 de Irlanda, con una poblaci¨®n similar y los 165.420 de Espa?a, seg¨²n Eurostat¡ª, lidera a un gran grupo de pa¨ªses que presionan dentro de la UE para apuntalar f¨®rmulas migratorias m¨¢s restrictivas, que reclaman firmar nuevos pactos para que Estados de fuera del club comunitario frenen las salidas hacia Europa a cambio de fondos, como se ha hecho con T¨²nez o Egipto, y ponen sobre la mesa la idea de abrir centros fuera de la UE para las personas rescatadas en el mar, la f¨®rmula que Italia, gobernada por la ultraderecha, quiere hacer en Albania.

¡°La idea, el modelo, es el de externalizar responsabilidades¡±, describe Eva Singer, del Danish Refugee Council, en su luminosa oficina del centro de Copenhague. ¡°La premisa es que Dinamarca, Europa, no debe asumir la responsabilidad de acoger a los solicitantes de asilo y los refugiados y que deber¨ªan quedarse en otro sitio¡±, a?ade la experta, que destaca que el caso con quienes han buscado refugio desde Ucrania es completamente distinto en algo que muchos refugiados no occidentales califican como un ¡°doble rasero¡±. ¡°Se est¨¢ tratando de crear un sistema que tenga un aspecto negativo para que as¨ª los migrantes se vayan a otros lugares. Y si todos los pa¨ªses europeos hacen lo mismo es una carrera hacia el abismo¡±, remarca la experta.

Singer navega por la pol¨ªtica migratoria danesa y su evoluci¨®n, que ha establecido la protecci¨®n de los refugiados como algo temporal, por uno o dos a?os renovables, en funci¨®n de las condiciones, y con la idea de que vuelvan a su pa¨ªs tan pronto como las condiciones mejoren. Solo se puede pedir el permiso permanente tras ocho a?os.

En Espa?a, sin embargo, el estatus de refugiado reconoce al solicitante un permiso de residencia permanente ¨Cy a optar por la nacionalidad en cinco a?os¡ª y a quien tiene protecci¨®n subsidiaria, uno de cinco a?os. No obstante, el grado de reconocimiento de protecci¨®n es uno de los m¨¢s bajos de Europa, ya que la mayor¨ªa de quienes la piden son venezolanos a los que se enmarca en permisos especiales por razones humanitarias, con residencia de un a?o prorrogable a dos. En Dinamarca, sin contar con los ucranios, el mayor n¨²mero de solicitantes de asilo procede de Afganist¨¢n, Siria y Eritrea y llegan al pa¨ªs tras entrar principalmente a trav¨¦s de Grecia o Italia.

Dentro de ese endurecimiento de la legislaci¨®n y de la idea de que el asilo no es para siempre, el pa¨ªs n¨®rdico estableci¨® que algunas partes de Siria, como Damasco o Latakia, ya son seguras, lo que priv¨® a quienes proven¨ªan de all¨ª, como regla general, del derecho al asilo. Algunos, como Asmaa, de cerca de Damasco, o como Dounia y su esposo, Mohammed, terminaron en un centro de deportaci¨®n. Cuando les retiraron los permisos, pasaron de vivir en un apartamento a tener que dormir en un centro con otras personas pendientes de expulsi¨®n, sin poder salir de la ciudad. ¡°No podemos volver a Siria y nos estaban diciendo que ya no ¨¦ramos bienvenidos en Dinamarca. Fue aterrador, despu¨¦s de salir de nuestra casa en Siria, todo fue de nuevo aterrador¡±, dice Dounia.

Copenhague no puede deportar de manera forzosa a los sirios, ni siquiera a esas zonas consideradas seguras, porque no reconoce al Gobierno de Bachar el Asad, lo que en realidad dejaba a estas personas en un limbo que las invitaba a marcharse del pa¨ªs para intentar pedir asilo en otro pa¨ªs europeo. Sin embargo, organizaciones como la de Eva Singer litigaron contra la norma, y la han paralizado, aunque no han conseguido eliminarla. Algo que a familias como la de Dounia y Mohammed les genera una preocupaci¨®n y frustraci¨®n inmensas. ¡°Queremos asentarnos aqu¨ª, integrarnos, pero el sistema no es sencillo¡±, dice ¨¦l.

El ministro de Inmigraci¨®n e Integraci¨®n dan¨¦s, Kaare Dybvad, reconoce que su modelo es restrictivo. ¡°Hemos tratado de democratizar el debate para que el Legislativo tenga mayor influencia¡±, dice en una sala del Parlamento dan¨¦s. El pol¨ªtico socialdem¨®crata se?ala que la f¨®rmula danesa es simplemente hacer ¡°efectivo¡± lo que marca la ley, como que quien no tiene derecho a asilo se tiene que marchar. ¡°Se trata de implementar, de poner en marcha las pol¨ªticas por las que la gente ha votado¡±, afirma. ¡°Necesitamos un mejor control de lo que ocurre en Europa y de las personas que vienen¡±, se?ala el pol¨ªtico, que explica que su modelo de recepci¨®n e integraci¨®n funciona porque sus cifras son bajas.

La inmigraci¨®n ya no es un debate pol¨ªtico en Dinamarca, dice Torben Jorgensen, un profesor jubilado que aparca su bicicleta junto a un colorido lote de carteles electorales. Desde luego, a diferencia de otros Estados miembros, donde la ultraderecha y parte de la derecha impulsan un f¨¦rreo discurso antinmigraci¨®n y en algunos casos de odio a los de fuera, en el pa¨ªs n¨®rdico ya no es un gran foco en la campa?a a las elecciones europeas, que lidera en las encuestas el partido de la primera ministra socialdem¨®crata, Mette Frederiksen.

Frederiksen se ha caracterizado por continuar con la pol¨ªtica dura hacia la inmigraci¨®n irregular de sus predecesores conservadores. De hecho, ha dicho en alguna ocasi¨®n, reivindicar esa postura m¨¢s firme para la socialdemocracia le hizo ganar votos. En pol¨ªticas migratorias, Dinamarca ha girado a la derecha. Pero esa es la l¨ªnea general de la mayor¨ªa de los Estados europeos.

Cambio de paradigma

El n¨®rdico, fue un pa¨ªs bastante ¡°acogedor¡± de trabajadores extranjeros, de pa¨ªses como Ir¨¢n, en las d¨¦cadas de 1970 y 1980, comenta Jorgensen. En los noventa, con la guerra de los Balcanes y la llegada de refugiados, algunas formaciones pol¨ªticas, como el nacionalista Partido Popular Dan¨¦s, se lanzaron a una dura ret¨®rica contra la acogida que se fue endureciendo con los a?os.

En la crisis de 2015, provocada por la guerra en Siria, donde Europa recibi¨® cifras nunca vistas de solicitantes de asilo que hu¨ªan del conflicto, el debate se hizo a¨²n m¨¢s ¨¢spero, y Dinamarca introdujo la f¨®rmula de protecci¨®n temporal. Ese, explica un estudio del Instituto Clingendael, fue un ¡°cambio de paradigma¡±.

El pa¨ªs n¨®rdico, miembro de la UE desde 1973, ha optado por no participar en el sistema europeo com¨²n de asilo, con lo que no est¨¢ vinculado a la mayor parte de la estructura comunitaria. Eso le ha permitido dise?ar f¨®rmulas como la que ide¨® en 2021 para externalizar el asilo a un tercer pa¨ªs, Ruanda, un pa¨ªs al que ahora el Reino Unido quiere deportar a migrantes en situaci¨®n irregular.

Copenhague nunca lleg¨® a poner el plan Ruanda en marcha. Ahora aboga por plantear ¡°soluciones europeas¡±, seg¨²n defiende el ministro Dybvad. Con ese esp¨ªritu lanz¨® un grupo de trabajo en Bruselas con otros Estados miembros para plantear ¡°soluciones innovadoras¡± a la gesti¨®n de la inmigraci¨®n. A principios de mayo, encabezaba una carta al Ejecutivo comunitario con otros 14 pa¨ªses ¡ªentre los que no est¨¢ Espa?a¡ª que abogaban por firmar m¨¢s pactos como los que la UE ya ha rubricado con T¨²nez, Mauritania o Egipto (fondos a cambio de frenar las salidas hacia territorio comunitario), hablaba del modelo planteado por Italia en Albania y instaba a estudiar m¨¢s f¨®rmulas para aumentar las expulsiones. La Comisi¨®n Europea se ha comprometido a analizar sus propuestas.

Fondos para frenar las salidas

La carta lleg¨® pocos d¨ªas despu¨¦s de que la UE diera la luz verde definitiva al pacto migratorio, que restringe a¨²n m¨¢s las condiciones de acogida de refugiados y establece, por primera vez, que todos los pa¨ªses tienen que contribuir a la gesti¨®n de la inmigraci¨®n y acoger a una tasa de solicitantes de asilo o contribuir econ¨®micamente a una cesta com¨²n. ¡°El pacto tiene elementos muy buenos y es un paso importante que hay que implementar lo antes posible, pero no es suficiente. Deja margen¡±, dice el ministro dan¨¦s de Inmigraci¨®n e Integraci¨®n.

Margen, sobre todo, en esa dimensi¨®n ¡°exterior¡±. Es decir, externalizar los procedimientos de asilo, algo sobre lo que Dinamarca empez¨® a debatir ya en 1986. Es, como dice Singer, una de las claves de su modelo. Tambi¨¦n, el de ampliar las repatriaciones de inmigrantes econ¨®micos y de quienes han visto denegado el asilo, ya sea a trav¨¦s de expulsiones o con la vuelta voluntaria a cambio de incentivos. El pa¨ªs n¨®rdico cuenta con acuerdos con varios pa¨ªses de origen, donde ha creado estructuras y oficinas de repatriaci¨®n especializadas; programas a los que dedica un importante paquete de fondos procedente del Ministerio de Exteriores. El Gobierno asegura que las tasas de expulsi¨®n est¨¢n en un 95%.

Europa avanza as¨ª a un modelo de fronteras externalizadas. Otros pa¨ªses de la UE han tratado de implantar acuerdos con pa¨ªses de origen y de tr¨¢nsito. Espa?a es pionera en firmar pactos con terceros pa¨ªses para que colaboren en el control migratorio; colaboraci¨®n que incluye acuerdos de repatriaci¨®n de migrantes en situaci¨®n irregular, por ejemplo con Marruecos, Mauritania, Senegal o Argelia. El problema para Espa?a es que el cumplimiento de esos acuerdos depende de la coyuntura y voluntad del tercer pa¨ªs y el cupo de personas devueltas es muy reducido. Las repatriaciones a Marruecos, por ejemplo, no llegaron al millar en 2023; Rabat las suspende y reduce sin explicaci¨®n de forma recurrente.

Dinamarca, como otros pa¨ªses europeos, quiere centrarse en esquemas para incentivar las v¨ªas legales para la inmigraci¨®n y que se pongan en marcha mejores f¨®rmulas europeas. Dinamarca, como otros Estados miembros ha apuntalado el lema de que quiere decidir qui¨¦n llega y c¨®mo. ¡°Al final es una cuesti¨®n de pensar en el bien com¨²n¡±, dice Clara Eldrup, pintora, en una cafeter¨ªa en la vibrante Copenhague. La econom¨ªa va como un cohete y el pa¨ªs n¨®rdico busca trabajadores cualificados. El cambio de rostro del pa¨ªs en los ¨²ltimos a?os, dice Elldrup, ha sido enorme. Ahora, cafeter¨ªas, como en la que la joven artista sorbe un t¨¦ matcha tienen personal extranjero de pa¨ªses como Argentina, por ejemplo.

Estado del bienestar

Dinamarca defiende ferozmente su Estado de bienestar y ha calado la idea de que los refugiados, los solicitantes de asilo ¡ªque reciben ciertos beneficios sociales, aunque mucho menores que en pa¨ªses vecinos, como Suecia¡ª y la inmigraci¨®n irregular lo est¨¢n drenando. De hecho, los datos del Ministerio de Finanzas se?alan que los migrantes y refugiados de pa¨ªses no occidentales suponen un coste para el Estado de alrededor del 1,4% del PIB, seg¨²n un estudio de 2018. ¡°En Dinamarca, como en otros pa¨ªses n¨®rdicos, se ha puesto el foco en proteger el Estado del bienestar, en cambio en Espa?a, por ejemplo, el foco suele estar en la seguridad nacional y el control de fronteras, aunque la idea danesa va creciendo en las clases populares¡±, dice Gemma Pinyol, del centro de pensamiento Instrategies.

En la pol¨ªtica migratoria danesa tambi¨¦n predomina una cuesti¨®n identitaria, se?ala Albert Mora, del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Valencia. ¡°Es un pa¨ªs que se considera muy homog¨¦neo. El extranjero es visto como alguien con valores diferentes que no comparte una se?a de identidad que es la de proteger, contribuir y hacer un uso responsable del Estado del bienestar¡±, a?ade el experto.

Por eso para Dinamarca es tan importante la pol¨ªtica de integraci¨®n con una serie de normas de estudio de las costumbres, idioma y cultura que a veces llegan al extremo, se?ala Eva Singer. El pa¨ªs n¨®rdico tiene, por ejemplo, una regulaci¨®n para acabar con lo que llama ¡°sociedades paralelas¡± o guetos para que los refugiados y solicitantes de asilo se distribuyan por zonas. Esa regulaci¨®n puede forzar a Duska a irse de la casa en la que vive desde hace dos d¨¦cadas en un barrio multicultural de Copenhague que ha recibido esa etiqueta de ¡°sociedad paralela¡±. A quienes tienen que marcharse les preocupa no solo tener que dejar su casa, barrio y vecinos, sino tambi¨¦n que el precio de la vivienda ha subido y las condiciones de lo nuevo que encuentre sean peores. El desalojo de Duska y de otros como ella, sin embargo, est¨¢ parado. Han judicializado el caso y tienen esperanza en ganarlo.

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