?D¨®nde est¨¢n los sabios?
Si alg¨²n joven aspirante a escritor me pidiera un consejo le dir¨ªa: ¡°Lee a Horacio, lee a todos los grandes, pero despu¨¦s abre la ventana, as¨®mate a la calle y disponte a o¨ªr el grito del chatarrero¡±
Hay sabios que todo lo que saben es porque lo han le¨ªdo; hay sabios que todo lo que saben es porque lo han vivido. Ignoro qu¨¦ da m¨¢s profundidad a la vida, si leer a Shakespeare u oler una hogaza de pan candeal reci¨¦n salida del horno. Puede que ese perfume del pan posea m¨¢s hondura que el mon¨®logo de Hamlet, puesto que permanece arraigado en el cerebro hasta la muerte, mientras las dudas de aquel pr¨ªncipe de Dinamarca se las lleva el viento. Creo que el tri¨¢ngulo que el panadero traza sobre la corteza crujiente de una hogaza de pan de pueblo tiene m¨¢s verdad que aquel equil¨¢tero que co...
Hay sabios que todo lo que saben es porque lo han le¨ªdo; hay sabios que todo lo que saben es porque lo han vivido. Ignoro qu¨¦ da m¨¢s profundidad a la vida, si leer a Shakespeare u oler una hogaza de pan candeal reci¨¦n salida del horno. Puede que ese perfume del pan posea m¨¢s hondura que el mon¨®logo de Hamlet, puesto que permanece arraigado en el cerebro hasta la muerte, mientras las dudas de aquel pr¨ªncipe de Dinamarca se las lleva el viento. Creo que el tri¨¢ngulo que el panadero traza sobre la corteza crujiente de una hogaza de pan de pueblo tiene m¨¢s verdad que aquel equil¨¢tero que conten¨ªa el ojo vigilante de Jehov¨¢. Si alg¨²n joven aspirante a escritor me pidiera un consejo le dir¨ªa: ¡°Lee a Horacio, lee a Shakespeare, lee a todos los grandes, pero despu¨¦s abre la ventana, as¨®mate a la calle y disponte a o¨ªr el grito del chatarrero¡±. Al llegar a cualquier ciudad desconocida visita antes el mercado que la catedral, antes los bares que los museos, y en lugar de ir al teatro prueba a sentarte en una terraza soleada para ver pasar el r¨ªo de la gente. Cada persona lleva un mapa en la cara que te remite a regiones ignotas del alma humana. En este a?o que empieza no formules ning¨²n prop¨®sito, salvo el de pasar los d¨ªas un poco entretenido en medio del disparate de la vida que nos rodea. Busca la compa?¨ªa de los cient¨ªficos y de los sabios que lo saben todo por experiencia, pero no de los intelectuales cabreados que cambian de garita para disparar sin saber que lo hacen sobre su propio cabreo. ?D¨®nde est¨¢n los sabios de anta?o? Aquellos labriegos herm¨¦ticos, aquellos marineros cocidos por el sol de la mar, hay que ir a buscarlos en las tabernas del puerto o en las solanas de los pueblos abandonados. All¨ª se ven algunos viejos con el bast¨®n entre las piernas luciendo una camiseta de la Harvard University. Se la ha mandado su nieto que est¨¢ haciendo un m¨¢ster en Estados Unidos. Tal vez de su boca salga alguna sentencia parecida a las de Epicteto o de Marco Aurelio.