Alemania, ante su responsabilidad
El Gobierno que salga de las urnas debe revitalizar el liderazgo de la UE ante las amenazas al modo de vida europeo
Los ciudadanos de Alemania, la primera econom¨ªa de la Uni¨®n Europea y el pa¨ªs m¨¢s poblado, votar¨¢n el pr¨®ximo domingo, 23 de febrero, en funci¨®n de una serie de razones que van desde la econom¨ªa y la inflaci¨®n hasta la crisis industrial, la inmigraci¨®n o el medio ambiente. Pero lo que decidan impactar¨¢ m¨¢s all¨¢ de las fronteras alemanas. Estas no son unas elecciones como otras: en plena campa?a, el vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, acus¨® en M¨²nich a sus anfitriones de amenazar la democracia, y alent¨® a la extrema derecha, a la que los partidos alemanes se han esforzado por aislar durante d¨¦cadas. Lo que est¨¢ en juego es la capacidad de los partidos democr¨¢ticos para frenar el ascenso de los amigos europeos de Donald Trump y de Vlad¨ªmir Putin; tambi¨¦n el desenlace de la guerra de Ucrania y el papel de los ucranios y los europeos en ese final, y el futuro de la relaci¨®n transatl¨¢ntica, quiz¨¢ en un punto de no retorno. En todas estas cuestiones, el pr¨®ximo canciller alem¨¢n, posiblemente el democristiano Friedrich Merz, y su eventual Gobierno, est¨¢n llamados a asumir en Europa un nuevo liderazgo tras la tibieza en el plano internacional del socialdem¨®crata Olaf Scholz.
El trabajo que espera al pr¨®ximo canciller es colosal. Sacar a Alemania de un estancamiento econ¨®mico que dura ya seis a?os obliga a una refundaci¨®n de un modelo econ¨®mico basado en el liderazgo tecnol¨®gico, las exportaciones masivas, la energ¨ªa barata y uno de los Estados del bienestar m¨¢s robustos. Los fundamentos de este modelo se tambalean, o han desaparecido. Otros pa¨ªses fabrican tan bien o mejor, y en todo caso m¨¢s barato, productos que eran el orgullo de Alemania. El ejemplo del autom¨®vil es elocuente. China ya no necesita comprar coches alemanes, porque los fabrica ella misma, y Alemania ha perdido el tren de la innovaci¨®n del autom¨®vil el¨¦ctrico. Las barreras al comercio, que Trump abandera, son otro golpe letal al modelo exportador. El previsible fin del paraguas militar estadounidense y la amenaza de Rusia obligan a aumentar el gasto en defensa. Esto puede forzar a replantear las estrictas normas sobre el endeudamiento que limitan el margen para invertir, tambi¨¦n para la reconstrucci¨®n de unas infraestructuras deficientes.
Sin una Alemania s¨®lida, econ¨®mica y militarmente, Europa no podr¨¢ sobrevivir ante el avance de los Trump, Putin y Xi. Berl¨ªn debe volver a ocupar su papel tradicional en la UE, liderando, pero tambi¨¦n mediando y ampliando el maltrecho motor franco-alem¨¢n a una Polonia cada vez m¨¢s central, a Espa?a e Italia. Es la hora, tambi¨¦n, de asumir plenamente la necesidad de una soberan¨ªa militar europea, como ha exhortado esta semana el presidente ucranio, Volod¨ªmir Zelenski.
Pero es probable que el ¨¦xito o fracaso del pr¨®ximo canciller se mida en otro terreno, el del combate contra la extrema derecha. El partido Alternativa para Alemania (AfD) ser¨¢ la segunda fuerza m¨¢s votada, seg¨²n los sondeos, pero sus posibilidades de gobernar son casi nulas, pues el resto de los partidos se niegan a pactar con ¨¦l. El favorito Merz rompi¨® un tab¨² al aceptar hace unas semanas los votos de AfD para varias iniciativas sobre inmigraci¨®n. Si es canciller, deber¨ªa deshacer cualquier ambig¨¹edad. En coalici¨®n con socialdem¨®cratas o verdes, debe demostrar que los partidos moderados son capaces de responder con propuestas democr¨¢ticas y consensuadas a las inquietudes que alimentan el voto extremista. Lograr reducir de nuevo a AfD a la irrelevancia ser¨ªa el mejor desmentido de los augurios de Vance, Trump y Putin, y una victoria para Europa.