Nefasto di¨¢logo entre EE UU y Rusia
El encuentro de ambas potencias en Arabia Saud¨ª para hablar de Ucrania escenifica la rehabilitaci¨®n diplom¨¢tica de Putin
Los ministros de Exteriores de Estados Unidos y Rusia celebraron ayer en Arabia Saud¨ª una reuni¨®n convertida en el emblema de la fractura de la coalici¨®n de democracias que ha sostenido a Ucrania en los ¨²ltimos tres a?os frente a la criminal invasi¨®n rusa. El encuentro de Riad es la plasmaci¨®n f¨ªsica del desmarque por parte de la Administraci¨®n Trump respecto a la pol¨ªtica de Biden: aislamiento de Mosc¨², fuerte apoyo a Kiev y coordinaci¨®n estrecha con la UE y el resto de los aliados. Es pronto para especular sobre su resultado pr¨¢ctico, pero las premisas son suficientes para considerarlo un giro nefasto y lleno de riesgos. La euforia con la que ha sido recibido en Rusia y la indignaci¨®n de las capitales europeas ¡ªy de Kiev¡ª ofrecen claros indicios al respecto.
La cita saud¨ª ¡ªhasta el pa¨ªs elegido para la reuni¨®n es una decisi¨®n p¨¦sima¡ª es la consecuencia directa de la apertura diplom¨¢tica que supuso d¨ªas atr¨¢s la conversaci¨®n de Donald Trump con Vlad¨ªmir Putin sin concertar previamente la estrategia ni con los aliados europeos ni siquiera con el pa¨ªs agredido, Ucrania. Por si quedaban dudas, el enviado de Trump para Ucrania recalc¨® este fin de semana en la conferencia de seguridad de M¨²nich que no hay un asiento para los europeos en la mesa de negociaci¨®n. El secretario de Estado, Marco Rubio, pronunci¨® ayer en Riad unas palabras que parec¨ªan querer calmar las aguas, pero que en realidad confirman la tormenta: en alg¨²n momento, dijo, Europa tendr¨¢ un sitio en la mesa porque aplica sanciones contra Rusia.
Se trata de un marco mental inasumible: seg¨²n la actual diplomacia estadounidense, a los europeos no se les debe tener en cuenta porque cualquier acuerdo con Rusia comprometa, como es el caso, la seguridad del continente, sino porque en alg¨²n momento habr¨¢n de ser cooperadores necesarios del deshielo que busca Trump. Esa es la actitud que explica en parte la brecha transatl¨¢ntica provocada por el giro trumpista.
Pero el di¨¢logo ruso-estadounidense empez¨® marcado tambi¨¦n por otros presagios. Adem¨¢s del calculad¨ªsimo desplante a los europeos, abundan los s¨ªntomas de pobreza e improvisaci¨®n negociadora. Las declaraciones del secretario de Defensa de EE UU, que dio por descontadas cesiones de calado a Mosc¨² antes siquiera de empezar a hablar, son una prueba de ello. En la Administraci¨®n Trump, ni la voluntad ni la capacidad resultan tranquilizadoras.
Rubio se?al¨® la disposici¨®n de EE UU a explorar nuevas posibilidades de relaci¨®n con Rusia si se logra un final del conflicto. Esa preocupante disposici¨®n y la guerra comercial contra la UE desatada por Trump horas antes de anunciar su conversaci¨®n con Putin deben llevar a los europeos a una reacci¨®n unida, firme, ambiciosa y r¨¢pida.
Es preciso seguir intentando persuadir a Donald Trump con los argumentos de la l¨®gica, de los principios y de los intereses. El di¨¢logo ruso-estadounidense es incipiente, no todo est¨¢ perdido y, si bien no parece cre¨ªble lograr un cambio completo de actitud, tal vez se puedan al menos contener algunos da?os. Pero en paralelo, es imperativo empezar a adaptarse con urgencia al nuevo mundo que la conferencia de M¨²nich y la reuni¨®n de Riad esbozan: uno en el que Europa ya no puede confiar ciegamente en su aliado hist¨®rico. Hay que despejar esa ilusi¨®n y actuar para vivir en este nuevo escenario sin renunciar a la libertad, la seguridad y la prosperidad. Ni al Derecho internacional. Si Trump se ha convertido en un problema para Europa, la soluci¨®n pasa por una mayor integraci¨®n de la UE.