Miserias de la pol¨ªtica c¨ªnica
Quienes se lamentaban de la hipocres¨ªa del antiguo orden mundial ahora se encuentran con uno que puede destruirles
Vivimos un tiempo de pol¨ªtica c¨ªnica. Los viejos sistemas eran hip¨®critas: el orden liberal estaba basado en reglas salvo cuando las reglas las romp¨ªa quien pod¨ªa, las fronteras se respetaban pero algunas no, las instituciones deb¨ªan ser neutrales y todos trataban de hacerlas suyas. Los dobles raseros e ineficiencias generaban hartazgo e indignaci¨®n. El establishment lamenta el fin de un sistema ¡ªglobalizaci¨®n, Estados Unidos como garante de seguridad¡ª, pero hab¨ªa dejado de creer en ¨¦l. La visi¨®n c¨ªnica se alimenta de denunciar esa incoherencia. Pero hay que elegir bien a los enemigos: ...
Vivimos un tiempo de pol¨ªtica c¨ªnica. Los viejos sistemas eran hip¨®critas: el orden liberal estaba basado en reglas salvo cuando las reglas las romp¨ªa quien pod¨ªa, las fronteras se respetaban pero algunas no, las instituciones deb¨ªan ser neutrales y todos trataban de hacerlas suyas. Los dobles raseros e ineficiencias generaban hartazgo e indignaci¨®n. El establishment lamenta el fin de un sistema ¡ªglobalizaci¨®n, Estados Unidos como garante de seguridad¡ª, pero hab¨ªa dejado de creer en ¨¦l. La visi¨®n c¨ªnica se alimenta de denunciar esa incoherencia. Pero hay que elegir bien a los enemigos: te acabas pareciendo a ellos.
A lo que m¨¢s se asemeja el discurso antiwoke es al discurso woke. En la Conferencia de Seguridad de M¨²nich, el vicepresidente de Estados Unidos habl¨® de guerras culturales y no de la realidad. Los enemigos de Europa, dec¨ªa, son interiores: una ¨¦lite desconectada, las restricciones a la libertad de expresi¨®n. Aunque uno comparta la preocupaci¨®n por esas restricciones ¡ªyo lo hago¡ª, presentarlas como el riesgo m¨¢s inmediato cuando un pa¨ªs lleva tres a?os invadiendo y bombardeando un pa¨ªs europeo, y cuyo representante en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha declarado que ¡°es necesario ayudar a cualquier proceso destructivo en Europa¡±, recuerda a los ejercicios de whataboutism a los que recurr¨ªan los defensores de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Trump y Elon Musk son menos absolutistas de la libertad de expresi¨®n cuando se habla de ellos. La imagen de Musk es la del individualista hecho a s¨ª mismo, y ahora predica y act¨²a contra el exceso de gasto del Gobierno; sus seis empresas reciben unos 20.000 millones de d¨®lares de contratos y subsidios p¨²blicos. Trump se presenta como un tipo duro y gran negociador: es agresivo con los aliados tradicionales de su pa¨ªs y obsequioso con los adversarios.
El discurso te¨®ricamente prodemocracia de Trump y algunos de sus altos cargos y aliados defiende una visi¨®n plebiscitaria: una voluntad popular irrestricta (cuando gano yo). Esas apelaciones democr¨¢ticas pierden todav¨ªa m¨¢s peso cuando las emite quien no acept¨® una derrota electoral. Se vuelven grotescas cuando se dirigen contra la Uni¨®n Europea o Ucrania y asumen el discurso del r¨¦gimen de Putin, que asesina a sus opositores. Vemos que quienes jalean el patriotismo hacen una excepci¨®n con el patriotismo de los ucranios, mientras campeones de la soberan¨ªa admiran a quien desprecia la de los dem¨¢s. A lo mejor, en un momento de furor adanista, piensan que s¨ª respetar¨¢ la suya, en vez de sospechar que en un mundo m¨¢s ca¨®tico imperar¨¢ la ley del m¨¢s fuerte.