El fascismo de nueva generaci¨®n que viene de Estados Unidos
Asistimos a una lucha descarnada por ampliar el poder, puro capitalismo ultraneoliberal, pero sin sangre a la vista: con litio, con tierras raras, con clics y bytes

Habr¨¢ que ir aprendiendo a manejarse en los nuevos tiempos porque las cosas han dado un vuelco esencial. Desde el 20 de enero es ya expl¨ªcito y p¨²blico, m¨¢s all¨¢ de la cadena diaria de producci¨®n de ¨®rdenes ejecutivas de Donald Trump. Las viejas naciones europeas est¨¢n poniendo en riesgo gravemente un fundamento del Estado de derecho como es la libertad de expresi¨®n, seg¨²n lo ve el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance. Bajo la protecci¨®n de esa libertad jur¨ªdicamente regulada, Vance incluye lo que las empresas privadas quieran, sin que vea raz¨®n para vetar la intoxicaci¨®n neofascista, racista, xen¨®foba, supremacista y mis¨®gina y asumiendo que eluda los l¨ªmites, la regulaci¨®n, los controles que rigen fuera del mundo digital.
Asumir esa perspectiva conduce directamente a un retroceso preilustrado, donde el Estado pierde una de sus funciones centrales: fomentar y garantizar el bien com¨²n como objetivo irrenunciable a trav¨¦s de un sistema de garant¨ªas y coerciones legales que ata?en a todos. El argumento de esta vanguardia trumpista es formidable e imbatible: los gobiernos europeos, encastillados en hoteles de lujo y oficinas llenas de bur¨®cratas ¡ªcomo dijo Vance en M¨²nich¡ª, piensan en censurar las plataformas para no perder sus privilegios y seguir en el poder. Seg¨²n Vance, no acatan la democracia ni la voluntad del pueblo porque identifica la democracia con una ultraliberaci¨®n desreguladora que no tiene nada que ver con la democracia. De hecho, la democracia es exactamente lo contrario: un sistema de regulaciones concebido para defender el bien com¨²n a trav¨¦s del Estado de derecho, que es el ¨²nico capaz de hacerlo. Es el Estado ¡ªes la UE¡ª el responsable ¨²ltimo de que la ciudadan¨ªa se convierta en receptora masiva e inerme de una propaganda antidemocr¨¢tica que perseguir¨ªa con la ley en las escuelas e institutos, pero que invade los m¨®viles de sus estudiantes para alentar un autoritarismo de vieja estirpe con plataformas cuyo control escapa al Estado, o apenas es capaz de interceptar e intervenir la propagaci¨®n politoxic¨®mana, pese a pasos tan relevantes y tan insuficientes como la Ley de Servicios Digitales.
El fascismo de nueva generaci¨®n va a ganar si no impedimos que siga infiltr¨¢ndose imperceptiblemente y a trav¨¦s de nuestros terminales m¨®viles en la sociedad europea. Los se?ores del mal est¨¢n identificados ¡ªestuvieron todos posando en la investidura de Trump¡ª y sus objetivos tambi¨¦n. Lo ha contado sin disimulo y elegante naturalidad el vicepresidente Vance en M¨²nich: relevar a los dirigentes de una UE que pretende, seg¨²n ¨¦l, ¡±socavar la democracia¡±, coartar la libertad de expresi¨®n y limitar la difusi¨®n del neofascismo que circula impunemente por los canales digitales. Es una lucha descarnada y natural por ampliar el poder, puro capitalismo ultraneoliberal, pero sin sangre a la vista: con litio, con tierras raras y con clics, bytes y una limp¨ªsima pantalla digital c¨¢ndida, inocente y sobre todo exclusivamente nuestra, ¨²nica. Nadie recibe lo mismo en el m¨®vil porque el m¨®vil decide lo que recibimos en funci¨®n de nuestro historial y costumbre de uso. Es el algoritmo quien lo determina y ese algoritmo no est¨¢ en manos del usuario, sino de una empresa cuyo objetivo primordial no es mantener informada a la poblaci¨®n, sino atrapada y conectada cuanto m¨¢s tiempo mejor sin que importe qu¨¦ le engancha. Lo que s¨ª sabemos con todo tipo de pruebas es que la invenci¨®n de chivos expiatorios de los males sociales y la radicalidad verbal y extremista se lleva la palma.
No sucedi¨® algo muy distinto en el ciclo de los fascismos europeos en los a?os veinte y treinta. Aquel ciclo acab¨® mal para los malos, sin duda, pero por medio dejaron unas incalculables masacres, y nadie ha dicho que esta vez no vayan a hacerlo mejor porque son m¨¢s poderosos y sobre todo son invisibles. Este nuevo fascismo lo hace mucho mejor que el viejo porque no conduce escuadras por la calle, no exhibe antorchas encendidas ni uniformados militarizados, no espanta con armas repartidas bajo mano y usadas a la luz del d¨ªa, no encarcela a grupos, comunidades o etnias (aunque s¨ª los expulse). Lo hace de una forma mucho m¨¢s inteligente, entrenada, en realidad, porque cree absolutamente en el omn¨ªmodo poder del capitalismo desregulado y el dinero como instrumento de dominaci¨®n. Fascismo guay escudado en la libertad de expresi¨®n, que es el rizo final de la genialidad que est¨¢ impulsando el trumpismo mientras miramos embobados las mismas redes y plataformas que sirven para que cale masivamente la noci¨®n de una libertad absoluta que no existe en el Estado de derecho moderno: no hay libertad de insultar, de vejar, de difamar, de mentir sobre otros. Las plataformas no ofrecen lo que cada cual quiere, sino lo que quiere el mecanismo concebido para generar una retroalimentaci¨®n continua, sin importar la veracidad, la calidad o el sesgo que incorporan, incluso si ese sesgo inducido incluye hechos directamente delictivos y sujetos al c¨®digo penal.
La bater¨ªa de propuestas cre¨ªbles y viables para encauzar el tsunami de poluci¨®n antidemocr¨¢tica ¡ªdesde Mazzucato hasta Dani Rodrik¡ª lleva circulando mucho tiempo entre las ¨¦lites acad¨¦micas y pol¨ªticas globales. Lo que demandan es relativamente sencillo pero crucial (y disculpen la ofensiva simplificaci¨®n): restituir al Estado el control de la inteligencia artificial y activar la reversi¨®n al Estado de los beneficios empresariales que obtienen con dinero p¨²blico la inmensa mayor¨ªa de las grandes tecnol¨®gicas. La regulaci¨®n de lo p¨²blico con el objetivo del bien com¨²n es un elemental principio ilustrado que est¨¢ en el fundamento del Estado moderno.
La audacia de la UE como ¨²ltimo refugio contra la plutocracia pol¨ªtica, tecnol¨®gica y econ¨®mica del trumpismo pasa por asumir la defensa del poder del Estado como encarnaci¨®n del bien com¨²n y no como instrumento pol¨ªtico de las conveniencias de rentabilidad econ¨®mica y desregulaci¨®n de gigantescas empresas privadas. Mientras las v¨ªctimas de los ataques de odio, desprecio, machismo o falsedades puras sean quienes tengan que actuar para defenderse, seguir¨¢ la impunidad de un sistema que invoca esa libertad ¡ªla de falsear, mentir, insultar, odiar¡ª. Lo l¨®gico ser¨ªa invertir el funcionamiento del sistema de modo que los mensajes, las webs, las comunicaciones capadas por vulnerar los derechos de los dem¨¢s deban argumentar contra esa medida para probar que han respetado la legislaci¨®n. Hoy vamos al rev¨¦s: a rebufo de ellos, impotentes, e incapaces de frenar el fomento de la ultraderecha. Habr¨ªa que darle la vuelta completa al enfoque y entender que son los intoxicadores quienes tendr¨¢n que denunciar la eliminaci¨®n de sus mensajes en lugar de que deban hacerlo las v¨ªctimas diarias e innumerables de vejaciones, insultos, acosos punibles. Es complicad¨ªsimo de ejecutar, por supuesto, pero la complicaci¨®n derivada de no actuar o ponerse de perfil conduce directamente al desmantelamiento del Estado de derecho y la vulneraci¨®n sistem¨¢tica de los derechos humanos.
Hay que agradecer a Vance la transparencia de su discurso para que nadie pueda decir que no est¨¢bamos informados sobre la ofensiva de fondo: la impunidad de la extorsi¨®n, la intimidaci¨®n, el insulto, el neofascismo y la radicalidad ultra es lo que entiende como libertad de expresi¨®n. Nosotros, no. Esto es el fascismo de nueva generaci¨®n. No ha sido f¨¢cil pero ya est¨¢ bien claro: el Far West fue el tiempo feliz de la plena libertad de acci¨®n, sin otra autoridad que el rev¨®lver m¨¢s grande, a veces el del nuevo sheriff, como expresivamente llam¨® Vance a Trump, y a veces no. Va siendo hora de que asumamos que la ruta ultramoderna y ultratecnol¨®gica de regreso a ese para¨ªso del pasado ya est¨¢ en marcha, y lo est¨¢ con todas las letras.
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