De Gaza a ¡°los idiotas¡±: dos imaginarios dist¨®picos
El lenguaje sirve para construir una realidad delirante o para evitar un disparate
Donald Trump se limit¨® a compartir el v¨ªdeo en su red social, Truth. No dio detalles sobre su origen ni especific¨® con qu¨¦ tecnolog¨ªa de inteligencia artificial se gener¨®. As¨ª que solo cabe intuir las instrucciones que el creador tuvo que transmitir al programa, en las que deben de mezclarse localizaciones como Gaza, nombres propios como los del mismo Trump, Elon Musk o Benjamin Netanyahu, conceptos como lujo, turismo, fiesta, o vocablos como playa, piscina, estatua, oro, c¨®cteles, comida.
Antes que construir realidades, las palabras edifican imaginarios. Y la animaci¨®n sobre Gaza publicada por el presidente de Estados Unidos consolida un imaginario. La propuesta de levantar en la Franja una ¡°Riviera de Oriente Pr¨®ximo¡± fue una de las primeras provocaciones del magnate republicano tras su regreso a la Casa Blanca. El dislate, sin embargo, se quedar¨¢ en el repertorio de fantas¨ªas macabras de 2025 y, pese al rechazo generalizado, recibi¨® el aplauso, o al menos la difusi¨®n, de una multitud de usuarios.
Otro desprop¨®sito relacionado con las palabras, los imaginarios y las realidades ha marcado la actualidad pol¨ªtica de Argentina en los ¨²ltimos d¨ªas. El pasado 14 de enero, el Gobierno del ultraderechista Javier Milei public¨® en el Bolet¨ªn Oficial de la Rep¨²blica una nueva tabla que clasifica los grados de discapacidad intelectual seg¨²n un criterio que pisotea un siglo de psiquiatr¨ªa, medicina y ciencia. El cambio, una aut¨¦ntica obscenidad ling¨¹¨ªsitica, enterraba las categor¨ªas de discapacidad intelectual leve, moderada, grave o profunda y recuperaba los calificaciones de ¡°idiota¡±, ¡°imb¨¦cil¡±, ¡°d¨¦bil mental profundo, moderado o leve¡±.
La condena fue pr¨¢cticamente un¨¢nime. Hubo quien record¨® que la Alemania nazi buscaba complicidad social para justificar el exterminio sistem¨¢tico de las personas discapacitadas por suponer una carga para las arcas p¨²blicas. La indignaci¨®n ante la deshumanizaci¨®n del lenguaje por decreto corri¨® como la p¨®lvora en X y otras redes sociales. El periodista y escritor Mart¨ªn Caparr¨®s aplic¨® los mismos calificativos al trabajo del Gobierno. Amnist¨ªa Internacional opt¨® por el humor y public¨® un mensaje acompa?ado de im¨¢genes de la Edad Media: ¡°El Medioevo horrorizado con el trato de Milei a las personas con discapacidad¡±.
La modificaci¨®n recogida por el Bolet¨ªn Oficial no tuvo repercusi¨®n hasta la denuncia de un perfil de X llamado Arrepentidos de Milei, que alcanz¨® el mill¨®n y medio de visualizaciones. Ante la presi¨®n social, la Agencia Nacional De Discapacidad (Andis) rectific¨® y asegur¨® que modificar¨ªa la resoluci¨®n en cuesti¨®n. El director del organismo, Diego Spagnuolo, difundi¨® una disculpa a medias: ¡°Quiero dejar en claro que la publicaci¨®n de los t¨¦rminos en cuesti¨®n no tuvo ninguna intenci¨®n discriminatoria, sino que se trat¨® de un error derivado del uso de conceptos pertenecientes a una terminolog¨ªa obsoleta. La Resoluci¨®n 187/2025 ser¨¢ modificada siguiendo los est¨¢ndares m¨¦dicos y normativos vigentes¡±. Spagnuolo afirm¨® tambi¨¦n que ¡°las personas responsables por lo que pas¨® ya fueron desvinculadas de ANDIS¡±.
Sin embargo, los usuarios recordaron que el principal responsable es el propio director de la agencia, ya que firm¨® la orden. A eso se a?ade que la Asociaci¨®n Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) y otras organizaciones enviaron a principios de febrero una carta a Spagnuolo para exigir una derogaci¨®n de la resoluci¨®n. Esto es, las autoridades no hicieron nada hasta que el cambio del baremo se convirti¨® en un esc¨¢ndalo p¨²blico. ¡°El lenguaje y los modos en los que nos referimos a las otras personas no son inocuos, sino que tienen impactos concretos en las pol¨ªticas, en las pr¨¢cticas y en las culturas¡±, se lee en el texto. De Gaza a Argentina, las palabras han fabricado dos imaginarios dist¨®picos. En el caso del v¨ªdeo de la Riviera de Oriente Pr¨®ximo, las redes sociales han contribuido a magnificarlo, creando una condici¨®n de posibilidad para una realidad delirante. En el segundo, han evitado un disparate.