Donde hay miedo hay despotismo
Desde el inicio del ¡®blitz¡¯ trumpiano, muchos nos hemos venido preguntando c¨®mo es posible que haya tan pocas voces en contra de la locura que ha introducido el magnate en la pol¨ªtica estadounidense
Hace un par de d¨ªas The New York Times advert¨ªa sobre un enfrentamiento abierto entre algunos miembros del Gobierno de Trump y Elon Musk. Tuvo lugar en presencia del presidente y con especial virulencia por parte del secretario de Estado, Marco Rubio, harto...
Hace un par de d¨ªas The New York Times advert¨ªa sobre un enfrentamiento abierto entre algunos miembros del Gobierno de Trump y Elon Musk. Tuvo lugar en presencia del presidente y con especial virulencia por parte del secretario de Estado, Marco Rubio, harto de la injerencia del equipo de Musk en su negociado. Exceptuando tambi¨¦n al secretario de Transportes, los dem¨¢s se mantuvieron m¨¢s o menos callados ante el temor a las ¨¢cidas r¨¦plicas del due?o de Tesla. Una se?al m¨¢s de que la estrategia de esta presidencia de Trump 2.0 se monta sobre el amedrentamiento, aunque ya haya algunos que empiezan a estar hartos. Otra noticia, esta vez le¨ªda en el The Washington Post: la retirada de 400 millones en ayudas a la Universidad de Columbia por las algaradas que all¨ª tuvieron lugar contra la invasi¨®n/destrucci¨®n de Gaza y no ¡°proporcionar la protecci¨®n adecuada a los estudiantes jud¨ªos¡±. El mensaje que se quiere transmitir es cristalino: aqu¨ª no se admiten manifestaciones que no vayan en la l¨ªnea de la posici¨®n oficial del Gobierno. Y si no, at¨¦nganse a las consecuencias.
Desde el inicio del blitz trumpiano, muchos nos hemos venido preguntando c¨®mo es posible que haya tan pocas voces en contra de la locura que ha introducido el magnate en la pol¨ªtica estadounidense. Los dem¨®cratas lo intentan con timidez, pero siguen sin liderazgo y lami¨¦ndose las heridas de su derrota; les pesa su incompetencia a la hora de elegir el tono adecuado y les paraliza la perplejidad e incredulidad ante lo que est¨¢ pasando. ?Y los ciudadanos? No ha habido grandes manifestaciones por el vertiginoso giro en su pol¨ªtica exterior, el ponerse al lado de un tirano frente a la Europa democr¨¢tica, ni por los muchos recortes que ya est¨¢n afectando a los m¨¢s menesterosos. ?Y los propios republicanos? Exceptuando a la atrevida senadora Lisa Murkowski de Alaska, aterrada por la eliminaci¨®n del USAID y sus consecuencias, las protestas que elevan son sobre todo de tipo econ¨®mico, los famosos aranceles. Por las err¨¢ticas idas y venidas de Trump en este tema hay que colegir que quien realmente lo est¨¢ controlando son los mercados. En fin, solo la prensa liberal de prestigio y algunos activistas de las redes est¨¢n teniendo coraje c¨ªvico en estos momentos.
F¨ªjense, el adjetivo que estoy aplicando a las voces disidentes es el de ¡°valiente¡±, y cuando esto ocurre en un sistema democr¨¢tico, cuando disentir del poder se presenta casi como una proeza, es porque se encuentra a dos telediarios de dejar de serlo. Hay miedo, mucho miedo, ese elemento que Montesquieu atribu¨ªa a los reg¨ªmenes desp¨®ticos. Como dec¨ªa Judith Shklar, el miedo es incompatible con la libertad, y la funci¨®n de los poderes p¨²blicos no debe ser la de infundirlo, sino, por el contrario, el aliviarnos de ¨¦l.
Es ya una evidencia que el amedrentamiento mafioso es el modo particular de ejercer el poder de Trump, que va purgando a quienes considera que lo agraviaron y coacciona sin rubor a quienes se le oponen. Tiene a millones de inmigrantes ilegales aterrados, a los funcionarios, a un parlamento que no se atreve a chistar, una oposici¨®n pol¨ªtica y popular perpleja y asustada, y todo un imperio medi¨¢tico apoyado sobre las redes sociales como ¨²ltima arma de disuasi¨®n para quienes osen levantar la voz en su contra. Por ahora solo est¨¢ dando la talla el Poder Judicial, pero est¨¢ por ver si aguanta la presi¨®n a la que est¨¢ sujeto; tambi¨¦n ha sido objeto de amenazas m¨¢s que veladas. Si esto va a seguir as¨ª, si no se activa el tradicional coraje c¨ªvico de ese pa¨ªs, este r¨¦gimen acabar¨¢ ¨Dmanteniendo todas las l¨®gicas distancias¨D, como el de Stalin: todos acongojados, dentro y fuera del establishment. Esta vez como farsa absoluta.