Enfermeras y matronas: titanes de la primera l¨ªnea sanitaria mundial
Lo mismo ayudan a dar a luz y asisten a enfermos que hacen de psic¨®logas, acompa?antes e incluso m¨¦dicos. Son la columna vertebral del sistema de salud. Varias profesionales de Ghana trazan una radiograf¨ªa de su labor en ?frica
Cynthia, una mujer de 31 a?os, descansa en una cama de la unidad de maternidad del Hospital de Ankaful, en la regi¨®n de Ghana Central y a menos de 10 kil¨®metros de Cape Coast, capital de esta comarca y una ciudad con casi 170.000 habitantes. Junto a ella, en la misma cama y a apenas unos cent¨ªmetros de su pecho, asoma la peque?a cabeza de un cuerpecito envuelto en s¨¢banas que solo cuenta cinco horas de vida. ¡°Todav¨ªa siento malestar. Ha sido algo complicado; no imaginaba que me iba a costar tanto¡±, afirma. Esther Appoh, matrona del mismo centro hospitalario, lo corrobora. ¡°Ha tenido muchas contracciones y un parto bastante largo. Ahora debe guardar reposo¡±. Huxabiaba, el hijo de Cynthia, que ha sido su primog¨¦nito, duerme pl¨¢cidamente ajeno a los dolores de su madre y a los cuidados de Esther.
Esther Appoh tiene 28 a?os y una sonrisa amplia que no esconde cuando habla de su profesi¨®n. ¡°Es pura vocaci¨®n¡±, sentencia convencida. Una vocaci¨®n que en pa¨ªses como en el que ella naci¨® y en el que ejerce ¨DGhana, una naci¨®n africana de unos 28 millones de habitantes situado en el golfo de Guinea y en el que alrededor del 25% de la poblaci¨®n vive bajo el umbral de la pobreza, seg¨²n Unicef¨D no se ci?e exclusivamente a ayudar a dar a luz. Hace de matrona, s¨ª, pero tambi¨¦n de enfermera, m¨¦dica, recadera o psic¨®loga. Appoh hace de todo. Hasta buscar a las pacientes domicilio por domicilio. Ella explica as¨ª algunas de los avatares de su trabajo: ¡°Hay muchas mujeres que prefieren parir en sus casas. Conf¨ªan m¨¢s en la medicina tradicional que en nosotros. Tienen al beb¨¦ all¨ª y despu¨¦s, si hay complicaciones, como la f¨ªstula obst¨¦trica, ya vienen al hospital. Somos nosotras las que acudimos algunas veces a sus domicilios para intentar convencerlas de que actuar de ese modo no es lo mejor para ellas¡±.
A unos metros de Maternidad, Prudence Ennir, de 35 a?os, vigila que todo vaya bien en la unidad de Cuidados Intensivos del mismo hospital. Prudence es enfermera desde hace 12 a?os. Cuando habla de ello lo hace de forma en¨¦rgica, recurriendo a menudo a un lenguaje t¨¦cnico, como queriendo demostrar que la suya es una profesi¨®n llena de complicaciones cuya resoluci¨®n requiere experiencia, conocimiento y habilidad. El nuevo coronavirus, que ya ha dejado m¨¢s de 310 muertes en Ghana y casi 50.000 contagios, es solo otro enemigo. Uno m¨¢s. Dice Prudence: ¡°Tengo que estar pendiente de todas las emergencias, conocer en muy poco tiempo las condiciones sanitarias de cada paciente, saber usar el monitor e interpretar signos vitales y diversos an¨¢lisis, estar al corriente de qu¨¦ medicina necesita cada persona¡ Algunas veces vienen enfermos con ansiedad y tambi¨¦n debes aprender a escucharlos y a tranquilizarlos¡±.
Esta capacidad (o necesidad) de la que hablan Esther Appoh y Prudence Ennir, la de estar al tanto de varias tareas a la vez, es una de las razones por las que la Organizaci¨®n Mundial de Salud (OMS) decidi¨® el pasado a?o declarar este 2020 como el A?o Internacional del Personal de Enfermer¨ªa y de Parter¨ªa. ¡°Consagran sus vidas a cuidar a las madres y los ni?os, administrar vacunas que salvan vidas, proporcionar consejos de salud, cuidar de las personas mayores. Suelen ser el ¨²nico lugar de atenci¨®n disponible en sus comunidades¡±, afirm¨® dicho organismo al dar a conocer la noticia. Su director general, el et¨ªope Tedros Adhanom Ghebreyesus, fue algo m¨¢s all¨¢. ¡°Son la columna vertebral de todos los sistemas de salud¡±, asever¨®.
Estamos siempre
La OMS indica que el 70% del personal sanitario mundial est¨¢ integrado por mujeres y que enfermeras y parteras constituyen una proporci¨®n considerable de esa cifra. En el hospital de Ankaful, el porcentaje anda sobre el 80%. Joel Tetteh, un enfermero de 34 a?os, forma parte del 20% restante. ¡°El doctor viene, realiza un diagn¨®stico y, al poco tiempo, se va. El farmac¨¦utico viene, trae medicinas y, despu¨¦s, tambi¨¦n se va. El fisioterapeuta hace lo mismo¡ Pero nosotros no, nosotros nos quedamos y estamos siempre. Tenemos que estar preparados para todo¡±, reivindica. Y esboza acto seguido la raz¨®n que le movi¨® a convertirse en enfermero (y que se repite, en realidad, en gran parte de sus compa?eros). ¡°Mucha gente elige su profesi¨®n por sus padres. Mi madre era matrona y a m¨ª me encantaba, as¨ª que no quise ser una excepci¨®n¡±.
Ese ¡°estar siempre¡± del que habla Tetteh resulta m¨¢s dif¨ªcil en sistemas de salud como el de Ghana y como el de otras muchas naciones en el mundo, sobre todo del ?frica subsahariana, pero tambi¨¦n asi¨¢ticas o latinoamericanas. Hospitales donde escasean medicinas, m¨¦dicos, enfermeras, matronas. Ghana dispone de menos de una cama por cada 1.000 personas (Espa?a tiene tres y es de los pa¨ªses con peor cifra en la Uni¨®n Europea, como indica un estudio de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y Desarrollo Econ¨®mico, OCDE). Y no es el ¨²nico dato desalentador; la densidad de m¨¦dicos por cada 10.000 habitantes es de 1,36 (en Espa?a es de 38,72). Este hecho duele m¨¢s en el caso de este Estado africano ya que, seg¨²n estad¨ªsticas recientes de Unicef, la mitad de los doctores que se grad¨²an aqu¨ª emigran en el plazo de cuatro a?os y medio despu¨¦s de finalizar sus estudios y hasta el 75% lo hace en una d¨¦cada.
Las deficiencias del sistema sanitario en Ghana son notorias: s¨®lo una cama por cada 1.000 habitantes y un m¨¦dico por cada 10.000
Y si alguien sufre esta ausencia de m¨¦dicos, esta alarmante falta de recursos, son los habitantes de las zonas rurales del pa¨ªs (algo m¨¢s del 43%, unos 12 millones de personas). Ghana dispone de grandes hospitales p¨²blicos en las principales urbes y de centros de salud razonablemente equipados en las ciudades medianas y peque?as. En cambio, los pueblos y aldeas han de conformarse con los CHPS (Community-Based Health Planning and Services), un sistema de atenci¨®n primaria en donde, ante la frecuente ausencia de personal, las enfermeras cargan con todas las competencias imaginables en materia sanitaria.
¡°Son la primera l¨ªnea, las principales referentes en estas ¨¢reas¡±, resume Lander Bombien, coordinador de Ghana para la ONG espa?ola Anesvad, enfocada en la erradicaci¨®n de las ETD (enfermedades tropicales desatendidas como la lepra, el pian, la ¨²lcera de Buruli o la filariasis linf¨¢tica) y cuyo trabajo en terreno le ha hecho buen conocedor de esta realidad. Lander a?ade: ¡°Mucha poblaci¨®n va al m¨¦dico cuando la cosa ya es muy seria y las enfermeras no solo se encargan de ese primer diagn¨®stico, sino de referir al paciente al siguiente nivel (hospital o centro de salud correspondiente), de monitorearlo e incluso de vigilar que efectivamente acuda. Y, si hace falta, hablan con los vecinos y buscan todos los medios necesarios para ello¡±.
Los habitantes de estas comunidades pobres, tan apartadas de todo, tienen mucho que lamentar: falta de acceso a buenos sistemas de salud, a una higiene adecuada, a electricidad, a agua potable. Ello se convierte, adem¨¢s, en un c¨ªrculo vicioso que se retroalimenta en materia sanitaria: a mayor pobreza, mayor opci¨®n de contraer enfermedades cuyo cura se complica sin medios suficientes ni la posibilidad de obtener un diagn¨®stico r¨¢pido y conciso. Calcula Anesvad que una de cada seis personas en el mundo, m¨¢s de mil millones de personas, gente que vive en su mayor¨ªa en pa¨ªses en desarrollo como Ghana y en condiciones muy precarias, padece una o varias ETD.
¡°Yo tengo ¨²lcera de Buruli. Cuando not¨¦ que la pierna me escoc¨ªa un poco no le di mucha importancia. Despu¨¦s, el dolor fue a m¨¢s y la herida se puso muy fea. Entonces fui al m¨¦dico y me dijo que me hab¨ªa afectado al hueso¡±, dice Mabel Ourisu, una mujer de 35 a?os procedente de la regi¨®n Volta, en la frontera con Togo. Ourisu charla sentada en una silla de la unidad de Buruli del Hospital de Amasaman, una peque?a ciudad cercana a Accra, la capital del pa¨ªs. ¡°Yo vend¨ªa galletas y bolsitas de agua en los sem¨¢foros antes de que me pasara esto. Ahora ya no puedo dedicarme a ese negocio¡±, explica. Mientras Mabel cuenta las complicaciones de su enfermedad, Afna Amoah Dankwah, una de las enfermeras que se encarga de cuidarla, atiende a otra mujer que no puede hablar por un problema en la garganta y que trata de hacerse entender con un cuaderno y un bol¨ªgrafo. ¡°?Es lo de todos los d¨ªas!¡±, afirma con viveza y naturalidad. ¡°A m¨ª, lo que realmente me gusta son las emergencias; esa cosa de tener que estar preparada en cualquier momento. Y los ni?os tambi¨¦n. Adoro trabajar con ni?os¡¡±.
Mucho conseguido... Y mucho por conseguir
En esta vor¨¢gine multidisciplinar, en esta necesaria conjunci¨®n de tareas, no es todo color de rosa. Afna Amoah, de 32 a?os, tambi¨¦n censura algunas de las carencias de su trabajo. ¡°Hay veces que no nos dan dinero ni para pagar las medicinas de los pacientes que vienen al hospital y nos vemos obligadas a coste¨¢rselas nosotras. ?Hasta tenemos que comprarnos los uniformes!¡±, dice. Y Amoah no es la ¨²nica en lamentar la situaci¨®n del personal de enfermer¨ªa y parter¨ªa en Ghana. Joel Tetteh, el enfermero del hospital de Ankaful, guarda tambi¨¦n algunas frustraciones. ¡°Hay muchas m¨¢s dificultades para prosperar y promocionar que en otras ramas de la medicina en el pa¨ªs. Para nosotros es casi imposible, por ejemplo, llegar a ser director de ¨¢rea. Creo que es algo pol¨ªtico tambi¨¦n; hay que intentar cambiarlo desde arriba¡±, explica. Quejas como las que expresan Amoah y Tetteh llevaron a una huelga de enfermeras y matronas en Ghana el pasado 21 de septiembre que mantuvo al sector inactivo durante tres d¨ªas.
La OMS indica que el 70% del personal sanitario mundial est¨¢ integrado por mujeres y que enfermeras y parteras constituyen una ¡°proporci¨®n considerable¡± de esa cifra
Pero, sin duda, la evoluci¨®n en los ¨²ltimos lustros ha sido notablemente positiva. Margaret Boccorh lo sabe bien. Ha sido testigo directa. M¨¢s que eso; ha formado parte del cambio. Margaret se hizo enfermera hace 36 a?os porque, como su hermana, quer¨ªa cuidar de otras mujeres. ¡°En habilidades, en conocimiento, en la forma de trabajar¡ Nuestro trabajo es muy importante y en Ghana ha mejorado mucho.¡±, dice. Boccorh, actualmente directora de Enfermer¨ªa y Parter¨ªa en el hospital de Ankaful, se va a jubilar dentro de tres meses. ¡°Es hora de dejarlo. Pero me voy alegre; ahora somos mucho m¨¢s profesionales¡±, explica sentada junto a una cama del centro donde ha pasado los ¨²ltimos a?os. Frente a ella, un enfermero toma la tensi¨®n a un paciente. Y en el edificio contiguo, Esther Appoh cuida de Cynthia y del peque?o Huxabiaba. Y as¨ª un d¨ªa. Y despu¨¦s otro. Y despu¨¦s, otro. Incansables. Como titanes.
El mundo necesita nueve millones de enfermeras y parteras
Lo dice la Organizaci¨®n Mundial de la Salud: para alcanzar el tercer Objetivo de Desarrollo Sostenible relativo a la salud y el bienestar, de aqu¨ª a 2030 habr¨ªa que contratar a nueve millones de nuevos profesionales de la enfermer¨ªa y parter¨ªa, quienes representan actualmente casi el 50% de los trabajadores sanitarios del mundo. Indica dicho organismo tambi¨¦n que estas necesidades resultan m¨¢s apremiantes en ?frica y Asia Sudoriental, aunque el caso del continente africano es particularmente rese?able. No en vano, aqu¨ª se sit¨²an los siete pa¨ªses con mayor tasa de mortalidad materna, las tres naciones con esperanza de vida m¨¢s baja y tambi¨¦n los diez pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo.
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