All¨ª donde la atenci¨®n m¨¦dica llega en burros
El autor, enfermero y coordinador de MSF en Sud¨¢n, cuenta c¨®mo se las apa?an para trabajar en zonas remotas de la cordillera Jebel Marra controladas por grupos rebeldes y escenario de guerra desde hace m¨¢s de 16 a?os. All¨ª, 50.000 personas carecen de asistencia en salud desde 2008
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Umo es una zona remota situada entre dos monta?as en la cordillera de Jebel Marra, en el suroeste de Sud¨¢n. Est¨¢ controlada por un grupo rebelde que sigue luchando contra las fuerzas gubernamentales y otros grupos armados por el poder y el control de los recursos. Alrededor de 50.000 personas viven en docenas de aldeas dispersas en el vasto terreno rocoso. Apenas han recibido asistencia desde 2008.
El ¨²nico medio de transporte para entrar y salir de Umo es el burro o el camello, ya que no hay carreteras, ni acceso para coches o autobuses. Hasta Rokero, la ciudad m¨¢s cercana, es un trayecto de cuatro horas. Un trayecto cansado, dif¨ªcil y peligroso por el terreno rocoso y resbaladizo, especialmente ahora con la temporada de lluvias. Es dif¨ªcil imaginar c¨®mo deber ser este viaje para una mujer que sufra complicaciones durante el parto.
La situaci¨®n tanto en Rokero como en Umo sigue siendo inestable. Muchas familias desplazadas por conflictos anteriores encontraron refugio en los alrededores de la primera y todav¨ªa viven aqu¨ª. A esto se suma la llegada de los nuevos desplazados que siguen huyendo de la violencia en sus aldeas a zonas m¨¢s seguras cercanas a grandes ciudades. Los enfrentamientos siguen estallando y seguimos tratando a heridos por los combates. Por la noche, a menudo o¨ªmos disparos.
Muchas comunidades en ambas localidades dependen en gran medida de la ayuda humanitaria. Aproximadamente el 60% de la poblaci¨®n no tiene acceso a los servicios b¨¢sicos de salud. De los 20 centros de salud de la zona, solo ocho est¨¢n en funcionamiento.
M¨¢s de una d¨¦cada sin centro de salud
A principios de septiembre pudimos abrir un peque?o centro de salud en Umo. Muchos pacientes vienen por lesiones causadas por accidentes y, dado que sigue siendo una zona de conflicto, tambi¨¦n son bastante comunes las heridas de bala. Ahora, al final de la temporada de lluvias, estamos tratando m¨¢s infecciones respiratorias de las v¨ªas altas y enfermedades de la piel causadas por las precarias condiciones de vida. Hemos llegado a tratar hasta 70 pacientes en un d¨ªa.
Aproximadamente el 60% de la poblaci¨®n no tiene acceso a los servicios b¨¢sicos de salud. De los 20 centros de salud de la zona, solo ocho est¨¢n en funcionamiento
En mi primer viaje a Umo, nos reunimos con los ancianos de la comunidad para entender mejor su d¨ªa a d¨ªa, sus necesidades m¨¦dicas y sus expectativas. Las aldeas han trabajado duro para mejorar sus condiciones de vida. Han construido algunas infraestructuras, como caminos de piedra, pero no han tenido un centro de salud en funcionamiento en m¨¢s de una d¨¦cada.
El n¨²mero de muertes de mujeres encinta y madres primerizas en Darfur es alto. Los ancianos de la comunidad nos dijeron que algunas pierden a sus beb¨¦s en el primer trimestre de su embarazo porque trabajan demasiado. El n¨²mero de las que dan a luz en el centro de salud sigue siendo bajo, aunque hemos empezado a realizar m¨¢s actividades de difusi¨®n comunitaria, hablando con las aldeas y trabajando con las parteras tradicionales. Sin embargo, los controles prenatales ya son muy frecuentados por las embarazadas.
La desnutrici¨®n infantil tambi¨¦n es un serio problema. Durante nuestro primer mes en Umo, tratamos a 60 ni?os gravemente desnutridos en nuestro programa nutricional ambulatorio. En Rokero, siempre tenemos cinco o seis ni?os en una situaci¨®n similar ingresados por complicaciones como diarrea o infecciones respiratorias.
Las distancias te pueden costar la vida
Las distancias en esta regi¨®n aislada son abrumadoras y te pueden costar la vida. Hacen casi imposible el acceso a una atenci¨®n de emergencia oportuna. Las personas mueren de camino a nuestro centro de salud o llegan a Rokero demasiado tarde para ser tratados. En nuestro primer mes en Umo, dos pacientes fallecieron sin llegar al destino. Como profesional m¨¦dico esto es dif¨ªcil de encajar. Tambi¨¦n nos dicen que hay enfermos en zonas controladas por los rebeldes que tienen demasiado miedo de buscar atenci¨®n m¨¦dica en las instalaciones del Ministerio de Salud.
La mayor¨ªa de las personas aqu¨ª son agricultores que cultivan sorgo y mijo, pero los a?os de conflicto han interrumpido con frecuencia las cosechas, dejando a las familias con pocos o ning¨²n cultivo. Adem¨¢s, la crisis econ¨®mica en Sud¨¢n hace que muchas de ellas no puedan permitirse el aumento de los precios de los productos b¨¢sicos. La mayor¨ªa apenas puede permitirse dos comidas b¨¢sicas al d¨ªa. Las mujeres tienen que trabajar especialmente duro, cuidando tanto los campos como a sus hijos.
La mayor¨ªa de mis 52 compa?eros en Rokero y Umo son de Darfur y conocen por experiencia propia las esperanzas y preocupaciones de la gente aqu¨ª. Saben muy bien que muchas comunidades del Jebel Marra luchan por acceder a lo b¨¢sico, como atenci¨®n m¨¦dica, agua potable, educaci¨®n y protecci¨®n. Algunos son cautelosamente optimistas sobre un acuerdo de paz recientemente firmado entre el Gobierno de transici¨®n sudan¨¦s y algunos grupos rebeldes. Hay esperanza de que pueda ser un primer paso hacia la paz, la reconciliaci¨®n y la estabilidad en la regi¨®n, y una oportunidad para que cientos de miles de desplazados regresen a sus hogares.
Nasteh Shukri Mahamud, enfermero y coordinador del equipo m¨¦dico de M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF).
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