La reconstrucci¨®n del sistema de salud en Sud¨¢n del Sur
El pa¨ªs ostenta varios r¨¦cords mundiales: el m¨¢s joven, las l¨ªneas a¨¦reas m¨¢s inseguras y el mayor n¨²mero de muertos en un conflicto en el siglo XXI
Pocas l¨ªneas a¨¦reas vuelan a Sud¨¢n del Sur. En Addis Abeba el cambio de la moderna terminal internacional a la regional me transporta del futuro al pasado. Un avi¨®n de h¨¦lices lleno de personal de agencias humanitarias nos traslada hasta Juba, en el sur del pa¨ªs. A mi llegada, el Nilo domina desde el aire. A vista de p¨¢jaro no se entiende tanto sufrimiento. Ser¨¢n las ¨²nicas fotograf¨ªas que pueda tomar de la ciudad, donde est¨¢ prohibido sacar una c¨¢mara por motivos de seguridad.
La antigua tienda del Programa Mundial de Alimentos ha sido sustituida por un espacio con aire acondicionado. Al llegar, un control de temperatura a personas me recuerda la cercana epidemia de ¨¦bola en Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo. Estamos en zona de alto riesgo, no solo por las enfermedades.
Sud¨¢n del Sur ostenta varios r¨¦cords mundiales: el pa¨ªs m¨¢s joven, las l¨ªneas a¨¦reas m¨¢s inseguras y el mayor n¨²mero de muertos en un conflicto en el siglo XXI, en triste competencia con Siria. La guerra de los ¨²ltimos seis a?os ha revertido la mayor¨ªa de los incipientes logros conseguidos en materia de salud desde su independencia en 2011. Sud¨¢n del Sur tiene uno de los peores ¨ªndices de mortalidad infantil del mundo: 108 menores de cinco a?os mueren por cada 1.000 nacimientos. En los pa¨ªses europeos esta cifra se reduce a 3 de cada 1.000. La situaci¨®n sanitaria del pa¨ªs es una emergencia humanitaria.?
Nuestra llegada a Bor
Me desplazo junto a mis compa?eros de Juba, la capital del pa¨ªs, a Bor, donde se desarrolla uno de nuestros proyectos, en una peque?a y claustrof¨®bica avioneta de Naciones Unidas. Aunque la distancia es escasa por v¨ªa terrestre ¡ª150 kil¨®metros¡ª, el transporte por carretera no es seguro por los frecuentes asaltos. Adem¨¢s, en temporada de lluvias puede suponer m¨¢s de ocho horas de trayecto.
El 99% de la red de carreteras no es accesible a veh¨ªculos la mayor parte del a?o debido a las inundaciones. El r¨ªo Nilo en esta zona se ensancha varios kil¨®metros y concentra la mayor¨ªa de la poblaci¨®n de Sud¨¢n del Sur. Las inundaciones hacen del terreno una zona f¨¦rtil desde hace milenios. Algunas aldeas quedan atrapadas en el interior del r¨ªo a modo de peque?as islas, haciendo el acceso muy complicado.
Con m¨¢s de 100 pacientes al d¨ªa, el incesante trabajo es casi un mon¨®logo diagn¨®stico: diarrea, infecci¨®n respiratoria y malaria. Casi nunca hay disponible una cama en el hospital y, en muchas ocasiones, a los pacientes se les atiende en el suelo
Dejamos atr¨¢s el espect¨¢culo visual que forma la naturaleza salvaje e imprevisible para entrar de lleno a nuestro trabajo en el Hospital de Bor, centro de referencia en Jonglei, uno de los distritos en el sureste del pa¨ªs. Desde 2017, M¨¦dicos del Mundo apoya al Hospital de Bor, especialmente los departamentos de pediatr¨ªa y maternidad, con el objetivo de reducir la mortalidad materna e infantil, reforzar los servicios del hospital en la atenci¨®n y prevenci¨®n de la malnutrici¨®n aguda y la salud sexual y reproductiva.
A nuestra llegada en 2017, el hospital no contaba con apoyo externo. Las fosas s¨¦pticas estaban bloqueadas, sin suministros ni personal asalariado y la maleza hab¨ªa crecido sin control. En Sud¨¢n del Sur existe una extensa poblaci¨®n de serpientes venenosas. Para la m¨¢s representativa, la mamba negra, existe ant¨ªdoto, pero no se distribuye. La muerte es tan r¨¢pida que no da tiempo a suministrarlo.
Actualmente hay 218 personas trabajando en el centro. En un lugar con precios prohibitivos como es Sud¨¢n del Sur, muchas de ellas reciben incentivos que no alcanzan los 50 d¨®lares al mes, con los que con dificultad mantienen a sus familias. Son aut¨¦nticos profesionales que trabajan por su gente sin reparar en su beneficio. El trabajo facilita la subsistencia, pero sin salir de la pobreza extrema.
Un sistema sanitario desestructurado
La poblaci¨®n civil ha sido deliberada y sistem¨¢ticamente atacada en relaci¨®n a su etnia: homicidios, violencia, esclavitud sexual y matrimonio forzado. La mayor¨ªa no tiene acceso a los servicios de salud, en parte debido a la extensi¨®n de la violencia. Es la consecuencia de dibujar los l¨ªmites de las regiones a tiral¨ªneas, sin respetar las fronteras milenarias entre tribus que se disputan el ganado y los pastos desde hace siglos. Ahora, la disputa se dirime con modernas armas y las consecuencias son mucho m¨¢s graves.
Las principales causas de mortalidad son la malaria, el sida y las complicaciones derivadas de la malnutrici¨®n aguda. A estas se a?aden la falta de acceso a servicios de salud, escasez de personal cualificado y equipado, falta de rutinas de inmunizaci¨®n (vacunas) y exposici¨®n constante a epidemias. La mayor¨ªa de las muertes son por causas evitables.
Con estas circunstancias, solo un pediatra, el director del hospital, un m¨¦dico generalista y el director del ¨¢rea sanitaria atienden a las m¨¢s de 300.000 personas que viven en las zonas m¨¢s accesibles de Jonglei. Solo el 10% de los servicios de salud dispone de personal cualificado. La financiaci¨®n de los suministros m¨¦dicos depende casi al 100% de donaciones.
Consultas extraordinarias
A las consultas acuden fundamentalmente mujeres, ni?as y ni?os. Las hacemos en el propio centro, y tambi¨¦n en comunidades lejanas, a veces bajo un ¨¢rbol que hace de sala de espera, con 40 grados a la sombra. Durante estas, adem¨¢s de las actividades relacionadas con la asistencia pura, se realiza despistaje de malnutrici¨®n infantil, campa?as de vacunaci¨®n y vigilancia epidemiol¨®gica.
Una mujer muy alta, como casi todas en Sud¨¢n de Sur, diagnosticada de tuberculosis, nos consulta por un dolor lumbar. Es posible que haya desarrollado alguna complicaci¨®n ¨®sea, pero algo tan sencillo como una radiograf¨ªa aqu¨ª es un lujo al alcance de pocas personas. Mientras, un peque?o huye llorando ante el intento de medir su per¨ªmetro braquial y el jefe de la aldea aprovecha para pedirnos personal sanitario estable en su poblaci¨®n.
El pabell¨®n pedi¨¢trico est¨¢ casi siempre lleno y las consultas externas inutilizables, salvo la sala de vacunaci¨®n, donde una nevera solar es uno de los pocos puntos donde la energ¨ªa nunca falla.
Con m¨¢s de 100 pacientes al d¨ªa, el incesante trabajo es casi un mon¨®logo diagn¨®stico: diarrea, infecci¨®n respiratoria y malaria. Casi nunca hay disponible una cama en el hospital y, en muchas ocasiones, a las y los pacientes que pueden acceder al mismo se les atiende en el suelo. Los cuidados de enfermer¨ªa y la administraci¨®n de medicaci¨®n son especialmente complejos. Por suerte hemos reanudado una gesti¨®n ¨¢gil del aprovisionamiento farmac¨¦utico. Aun as¨ª, los continuos cortes de los generadores no facilitan mantener los medicamentos en las condiciones ¨®ptimas. El interior de la farmacia alcanza en ocasiones los 36 grados.
Partos en zona de emergencia
Pasamos visita en la reci¨¦n reformada maternidad, que junto con pediatr¨ªa, son las que precisan de un mayor refuerzo para asistir a personas especialmente vulnerables. En el hospital hay solo un ec¨®grafo, insuficiente para el diagn¨®stico de m¨²ltiples patolog¨ªas. El seguimiento del embarazo no incluye pruebas de imagen o anal¨ªtica de rutina. Bajo un ¨¢rbol se dan charlas de salud prenatal comunitaria a las escasas mujeres que pueden desplazarse hasta el centro, la mayor¨ªa de ellas adolescentes.
En el hospital se registran entre 200 y 240 partos al mes. Las mujeres que logran acceder para recibir cuidados obst¨¦tricos provienen de lugares lejanos, por lo que muchas esperan varios d¨ªas con su familia bajo una mosquitera colgada de un ¨¢rbol en el recinto. Los partos y las complicaciones tienen las 40 camas de hospitalizaci¨®n casi siempre llenas. Las tres sillas de parto est¨¢n permanentemente ocupadas.
Los matrones Michael y Barnabas, contratados por M¨¦dicos del Mundo, se coordinan con las parteras tradicionales, quienes tambi¨¦n reciben formaci¨®n. En este tiempo hemos logrado disminuir la mortalidad perinatal, pero queda un largo reto para la salud sexual y reproductiva durante los pr¨®ximos a?os.
Angor y Adonway
Durante mi estancia en Sud¨¢n del Sur tuvo lugar un acontecimiento excepcional. Ocasionalmente los partos del segundo gemelo o gemela en un embarazo m¨²ltiple se retrasan m¨¦dicamente hasta conseguir la madurez del segundo beb¨¦. T¨¦cnicamente se denomina parto con intervalo retardado y de este hecho fuimos testigos en esa visita con el nacimiento de la peque?a Adonway.
Angor, su hermana mayor, naci¨® en su aldea de modo prematuro, a pesar de ello pudo sobrevivir. Su madre, al ver que parec¨ªa seguir embarazada, desconociendo que lo estaba de gemelas, decidi¨® acudir al hospital para recibir atenci¨®n obst¨¦trica. Cinco semanas despu¨¦s del nacimiento de Angor, en la maternidad del hospital de Bor, naci¨® Adonway. Ambas beb¨¦s y su madre est¨¢n en buen estado de salud y todo nuestro personal orgulloso por este inesperado final feliz. Historias como esta impulsan a todo el equipo a seguir trabajando pese a las dif¨ªciles circunstancias.
Jos¨¦ F¨¦lix Hoyo es presidente de M¨¦dicos del Mundo Espa?a
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