La monta?a del ¡°vale un Potos¨ª¡± corre riesgo de desaparecer
Un reportero boliviano, acogido en Espa?a temporalmente, relata el riesgo que corre por denunciar las tropel¨ªas contra el Cerro Rico, uno de los yacimientos de plata m¨¢s grandes del mundo
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Imag¨ªnense despertar cada ma?ana, abrir la ventana y encontrarse como fondo con un enorme cerro triangular, como si hubiera sido dibujado para darle mayor misterio a un paisaje enclavado en las rocas de la cordillera de los Andes. En un tiempo, ese cerro era un cono perfecto, pero comenz¨® a ser explotado por los espa?oles en 1545 y, desde entonces, su forma ha variado. Sin embargo, los cambios dram¨¢ticos no son de los tiempos en los que Espa?a hab¨ªa instalado sus reales en estas tierras, no¡ El cerro ha modificado su forma en los ¨²ltimos a?os.
Se trata del Cerro Rico de Potos¨ª, el yacimiento de plata m¨¢s grande del mundo y de la historia, aquel que prodig¨® metal en tales cantidades que, cuando comenz¨® a llegar a Sevilla, los espa?oles no sab¨ªan d¨®nde m¨¢s guardarla, porque todos sus posibles almacenes se hab¨ªan llenado.
Los potosinos sabemos que, gracias a esa plata, Felipe II pudo consolidar el imperio espa?ol y, en gratitud, le otorg¨® su escudo a la ciudad. Y sabemos, tambi¨¦n, que el Cerro Rico es objeto de una explotaci¨®n desmedida, incontrolada e ilegal que, en pocos a?os, ha provocado hundimientos y modificado su estructura morfol¨®gica.
Patrimonio mundial
El 11 de diciembre de 1987, el Comit¨¦ del Patrimonio Mundial de la Unesco inscribi¨® a Potos¨ª en la lista del patrimonio de la humanidad que merece ser protegido y, en su caso, restaurado, por ser el testimonio f¨ªsico de un pasado y aporte extraordinarios para el planeta.
El Cerro Rico de Potos¨ª, cuya plata forj¨® imperios, fue una de las razones para la inscripci¨®n. Desde entonces, el Estado boliviano deber¨ªa de haber desarrollado planes, programas y proyectos destinados a su conservaci¨®n y a la del complejo sistema industrial que los espa?oles construyeron en Potos¨ª en el siglo XVI.
Sin embargo, lo ¨²nico que hizo Bolivia, como Estado, fue aprobar un reglamento que proh¨ªbe las operaciones mineras en la c¨²spide del cerro. La norma no se aplica y, por el contrario, era vulnerada con la directa complicidad del Gobierno a trav¨¦s de la entidad que deber¨ªa controlar la explotaci¨®n de minerales, la Corporaci¨®n Minera de Bolivia (Comibol).
La explotaci¨®n desmedida y los hundimientos llamaron la atenci¨®n de la Unesco, cuyo Comit¨¦ del Patrimonio Mundial, reunido en Doha en junio de 2014, decidi¨® incluir a Potos¨ª en la lista del patrimonio en riesgo.
Complicidad estatal
Los potosinos sabemos que existe una explotaci¨®n desmedida del Cerro Rico porque esta se produce ante nuestros ojos, ah¨ª en la monta?a, que puede ser vista desde cualquier parte de la ciudad. Lo que no sab¨ªamos es c¨®mo se legalizaban esas labores ilegales. Averiguarlo demand¨® una investigaci¨®n paciente porque lo primero que se encontr¨® es hermetismo.
Conseguir informaci¨®n no era f¨¢cil y representaba provocar a la Corporaci¨®n Minera de Bolivia. Su reacci¨®n fue casi inmediata porque llegaron hasta a dinamitar la puerta del diario El Potos¨ª
En Bolivia, las minas no son explotadas por el Estado desde 1985. El Gobierno las ha cedido en arrendamiento a unas organizaciones de mineros que, formalmente, se presentan como cooperativas que emplean a por lo menos 10.000 obreros. Esa, o m¨¢s, es la cantidad de familias que dependen directamente de la explotaci¨®n de minerales en el Cerro Rico. Si a eso sumamos la compra de servicios, entenderemos que los dirigentes de las denominadas cooperativas mineras son personas con un poder econ¨®mico que se refleja en lo pol¨ªtico. Llegaron al extremo de ser ellos quienes nombraron ministros de miner¨ªa y a las autoridades de la Comibol.
Debido a ello, conseguir informaci¨®n no era f¨¢cil y representaba provocarlos. Su reacci¨®n fue casi inmediata porque llegaron hasta a dinamitar la puerta del diario El Potos¨ª, que es el medio donde trabajo y el que ha publicado todas las notas referidas a los hundimientos.
Corrupci¨®n y crimen
Para explotar el Cerro Rico de Potos¨ª es necesario obtener una autorizaci¨®n de la Comibol, que es extendida mediante un formulario que se llama tornagu¨ªa. En el procedimiento formal, la tornagu¨ªa se emite luego de que un operador minero ha solicitado permiso para realizar operaciones mineras en el yacimiento. La Comibol deber¨ªa verificar que los trabajos no se realicen en la zona prohibida y reci¨¦n extender la tornagu¨ªa, pero lo que ocurr¨ªa hasta el a?o pasado es que el gerente regional de la corporaci¨®n, Richard Arancibia, emit¨ªa esos formularios a su libre albedr¨ªo.
En la investigaci¨®n que realic¨¦ sobre ese tema, confirm¨¦ adem¨¢s que Arancibia era empleado a sueldo de la Federaci¨®n Departamental de Cooperativas Mineras de Potos¨ª. Ten¨ªa esa condici¨®n hasta que los dirigentes hicieron que se lo nombre gerente regional. Se hab¨ªa puesto al gato a cuidar la carne.
Mis publicaciones eran cada vez m¨¢s inc¨®modas, as¨ª que los dirigentes de las cooperativas pasaron de las amenazas a los hechos. Una madrugada que me dirig¨ªa a la radio Kollasuyo para emitir mi programa period¨ªstico, fui atacado por dos desconocidos que me dieron una paliza a dos cuadras de la plaza principal, all¨ª donde est¨¢ la oficina central de la Polic¨ªa.
Como las publicaciones no cesaron, hubo una nueva paliza, en septiembre del a?o pasado. En esa ocasi¨®n estaba subiendo hasta la c¨²spide del Cerro Rico con dirigentes del comit¨¦ c¨ªvico y voluntarios en la defensa del cerro. A solo unos metros de la cumbre, nos emboscaron centenares de mineros. No nos dejaban pasar y, cuando comenc¨¦ a filmar lo que pasaba, me atacaron a golpes. Calculo que fui golpeado por unas cuarenta personas y, si no me mataron, es porque hab¨ªa demasiados testigos. Arancibia, que nos acompa?aba en la inspecci¨®n, pareci¨® coordinar el ataque cuando habl¨® con los mineros.
Patrimonio en riesgo
En un dibujo publicado en Sevilla en marzo de 1553, en la Cr¨®nica del Per¨² de Pedro Cieza de Le¨®n, se puede ver al Cerro Rico como una punta de lanza que perfora el cielo. A sus pies est¨¢ la ciudad que fue el monedero del mundo en el siglo XVI, la que forj¨® el imperio espa?ol.
Imag¨ªnense despertarse una ma?ana, abrir la ventana y encontrarse que ya no est¨¢, que se ha hundido, que se ha venido abajo. Desmoronado.
Tras haber sido atacado por la gente azuzada por los dirigentes de las cooperativas mineras de Potos¨ª, me acog¨ª a la organizaci¨®n Reporteros Sin Fronteras, que me trajo por tres meses a Madrid, para alejarme del lugar de tensi¨®n.
Aqu¨ª encontr¨¦ que la memoria hist¨®rica de Espa?a respecto a Potos¨ª pr¨¢cticamente se ha perdido. La mayor¨ªa de los espa?oles con los que habl¨¦ ya no sabe qu¨¦. Conocen, porque ¡°los mayores la pronuncian¡±, que hay una frase que dice ¡°vale un Potos¨ª¡± para referirse a una riqueza extraordinaria.
Potos¨ª no solo es la ciudad¡ Potos¨ª es el Cerro Rico, porque ese es su nombre. Y est¨¢ en riesgo de desaparecer. He venido a Espa?a a pedir ayuda para evitarlo.
Juan Jos¨¦ Toro Montoya es escritor, periodista y abogado. Actualmente trabaja en el Diario El Potos¨ª, de Bolivia.
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