Pintalabios y covid-19
Un registro de datos desagregados por sexo sobre la pandemia en 195 pa¨ªses pone en relieve que el coronavirus no se ha distribu¨ªdo de manera homog¨¦nea en la poblaci¨®n
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¡°?Me protege el pintalabios de la covid-19?¡± es una de las consultas por correo electr¨®nico m¨¢s intrigantes que recibimos de la gente desde que comenzamos a coordinar el mayor registro de datos desagregados por sexo sobre la pandemia en 195 pa¨ªses. De hecho, la pregunta apunta a una verdad universal relacionada con la salud p¨²blica. Aunque este pueda ser un reflejo inofensivo de las normas de g¨¦nero en algunas sociedades, simboliza un determinante de la salud universal muy arraigado. La pandemia resalt¨® la necesidad de garantizar que todos entiendan que la igualdad de g¨¦nero es un bien p¨²blico que facilitar¨¢ la creaci¨®n de las sociedades m¨¢s sanas que buscamos.
Creamos el registro en marzo de 2020 porque cre¨ªmos que era poco probable que la pandemia se distribuyera de igual modo en todas las poblaciones. Nuestra corazonada fue correcta; los datos muestran, por ejemplo, que es m¨¢s probable que las mujeres se hagan an¨¢lisis para detectar si se contagiaron de covid (y se vacunen contra ella), es menos probable que sean hospitalizadas, mucho menos que sufran una infecci¨®n grave que requiera su ingreso a una unidad de cuidados intensivos... y tienen aproximadamente un 30% menos de probabilidades de morir por la enfermedad.
En t¨¦rminos m¨¢s generales, la pandemia ilumin¨® desigualdades en t¨¦rminos de salud y bienestar y dej¨® al descubierto la relaci¨®n de esta con la enfermedad. Puso de relieve las diferencias de los riesgos en las sociedades ¡ªlas poblaciones marginadas y quienes sufren injusticias hist¨®ricas y contempor¨¢neas informaron tasas mayores¡ª y cargas desiguales en distintas sociedades.
Aunque nos concentramos en entender el papel del g¨¦nero en el pante¨®n de las desigualdades sanitarias, nuestro registro muestra que la relaci¨®n entre la tasa de mortalidad de hombres y mujeres en los pa¨ªses con bajos ingresos es m¨¢s del doble que en aquellos con ingresos altos. Claramente, no se pueden ignorar las diferencias ¡ªecon¨®micas y de otros tipos¡ª que a menudo interact¨²an con otras de g¨¦nero y las refuerzan.
Esta preocupaci¨®n no es nueva. A mediados del siglo XIX, Friedrich Engels describi¨® las desastrosas condiciones de vida y trabajo del proletariado ingl¨¦s, que llevaban a una ¡°excesiva mortalidad, una serie de epidemias ininterrumpidas¡± y al ¡°deterioro progresivo de la psiquis de la poblaci¨®n trabajadora¡±. Unas pocas d¨¦cadas m¨¢s tarde, el m¨¦dico, pat¨®logo y pol¨ªtico alem¨¢n Rudolf Virchow contribuy¨® a establecer el campo de la ¡°medicina social¡±, que considera la salud y la enfermedad como resultados de la sociedad misma.
A fines de la d¨¦cada de 1930, el ministro de salud (y futuro presidente) de Chile, Salvador Allende, uno de los arquitectos de la medicina social en Am¨¦rica Latina, propuso reformas pol¨ªticas y econ¨®micas orientadas a mejorar la salud de la poblaci¨®n. Allende estaba a favor cambiar fundamentalmente las estructuras y entornos sociales en lugar de concentrar los esfuerzos en enfermedades espec¨ªficas o sus tratamientos.
El factor del g¨¦nero
Explorar esta relaci¨®n entre los entornos sociales y la salud ofrece una explicaci¨®n m¨¢s detallada de las diferencias entre hombres y mujeres en nuestro registro. Aunque la biolog¨ªa claramente incide, el g¨¦nero, una construcci¨®n social, tambi¨¦n da lugar a resultados muy dispares.
El g¨¦nero est¨¢ incorporado en las estructuras institucionales que rigen nuestras vidas, como las familias, sistemas econ¨®micos y legales, religiones, instituciones financieras, sistemas educativos y lugares de trabajo. Tambi¨¦n lo experimentamos y aplicamos a trav¨¦s de normas diarias que representan qu¨¦ es ser un hombre, una mujer o una persona transg¨¦nero o no binaria en una determinada sociedad.
Afecta nuestras expectativas y oportunidades y determina si es socialmente aceptable que alguien fume, beba, conduzca un autob¨²s, trabaje en una f¨¢brica o, incluso, si usar pintalabios es transgresor o aceptable. Tambi¨¦n influye sobre nuestra salud.
El g¨¦nero afecta nuestras expectativas y determina si es socialmente aceptable que alguien fume, beba, o, incluso, si usar pintalabios es transgresor o aceptable. Tambi¨¦n influye sobre nuestra salud
Donde las mujeres trabajan en ocupaciones en contacto con el p¨²blico ¡ªcomo el cuidado de personas, la venta minorista y el turismo¡ª, es posible que su riesgo de exposici¨®n sea mayor ¡ªespecialmente si su equipo de protecci¨®n personal est¨¢ dise?ado para hombres y, por lo tanto, no se ajusta bien a ellas¡ª. Por otra parte, la covid-19 se extendi¨® entre los hombres trabajadores inmigrantes en muchos sitios. Esto refleja las malas y poco higi¨¦nicas condiciones en que viven muchos trabajadores extranjeros y, en t¨¦rminos m¨¢s generales, que la econom¨ªa descansa sobre relaciones de poder entre los pa¨ªses con altos y bajos ingresos, y entre ciudadanos y no ciudadanos.
Una vez que la persona estuvo expuesta al coronavirus, los factores relacionados con el g¨¦nero pueden influir sobre la probabilidad de que logre acceder a los an¨¢lisis de detecci¨®n y la asistencia
Una vez que la persona estuvo expuesta al coronavirus, los factores relacionados con el g¨¦nero pueden influir sobre la probabilidad de que logre acceder a los an¨¢lisis de detecci¨®n y la asistencia. Si los an¨¢lisis se llevan a cabo en cl¨ªnicas con horarios de atenci¨®n restringidos, el acceso de quienes forman parte de la fuerza de trabajo con remuneraci¨®n formal, que en muchos pa¨ªses incluye a m¨¢s hombres que mujeres, puede resultar igual. Y, a la inversa, las mujeres cuya libertad social fuera del hogar est¨¢ restringida tendr¨¢n un acceso m¨¢s limitado a los servicios de salud.
Cuando ingresan a los hospitales contagiados, los hombres sufren cuadros de mayor gravedad y riesgo de muerte. Junto con las diferencias biol¨®gicas subyacentes, es posible que las mayores tasas de exposici¨®n de ellos a entornos nocivos aumenten sus riesgos de contraer enfermedades cr¨®nicas, que a su vez pueden empeorar los resultados.
Estos ¡°entornos afectados por el g¨¦nero¡± est¨¢n asociados con normas perjudiciales, tanto de producci¨®n (incluida la exposici¨®n laboral a material cancer¨ªgeno) como de consumo. Dos de los mayores asesinos a nivel mundial ¡ªel tabaco y el alcohol¡ª fueron promocionados mediante la explotaci¨®n de normas de g¨¦nero espec¨ªficas y, a menudo, expl¨ªcitas, al menos desde la d¨¦cada de 1920. Esto propici¨® mayores tasas de enfermedades pulmonares y card¨ªacas ¡ªambas asociadas con la mortalidad por covis-19¡ª en los varones.
Recuperemos la medicina social
No falta evidencia emp¨ªrica en el mundo sobre el impulso de la desigualdad en esta pandemia y otras anteriores. Nuestro registro recopila datos de 195 pa¨ªses para explorar la relaci¨®n entre el g¨¦nero y la covid-19. Otros conjuntos de datos, m¨¢s localizados, eval¨²an el impacto de la raza o etnia y la ocupaci¨®n.
A pesar de ello, las respuestas se centraron abrumadoramente en la bioseguridad. La covid debe servir, en lugar de ello, como un llamado a vigorizar un enfoque de medicina social y lo que llamamos movimiento de salud neop¨²blico. Dada la naturaleza arraigada, universal e hist¨®rica de muchas disparidades, crear sociedades m¨¢s justas ¡ªy, as¨ª, m¨¢s sanas¡ª en medio de una pandemia ser¨¢ una tarea tit¨¢nica, que requerir¨¢ cambios en las formas de pensar y actuar.
Sobre todo, los responsables de las pol¨ªticas deben reconocer que la buena salud y las mejoras en el bienestar de la gente son fundamentales para la prosperidad social. Eso implica exigir a los l¨ªderes de los sectores p¨²blico, privado y de la sociedad civil que se ocupen de los factores sociales, pol¨ªticos y econ¨®micos que dejan expuestos y vulnerables a tantos.
Sarah Hawkes es profesora de Salud Mundial en el University College de Londres y codirectora de Global Health 50/50. Kent Buse es director del Programa para Sociedades M¨¢s Saludables en el George Institute for Global Health y codirector de Global Health 50/50.
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