Luces y sombras del jugoso mercado de los centros de datos en ?frica
Los pa¨ªses del continente empiezan a preocuparse por su soberan¨ªa digital, pero la intervenci¨®n de grandes empresas tecnol¨®gicas, desde China a EEUU, en estas infraestructuras genera desconfianza en la sociedad civil
Cuando se inaugur¨® el centro de datos de Diamniadio, en Senegal, el presidente del pa¨ªs Macky Sall asegur¨® con satisfacci¨®n: ¡°Es una gran revoluci¨®n para la soberan¨ªa digital de nuestro pa¨ªs¡±. Y para que se entendiese a qu¨¦ se refer¨ªa, afirm¨® que hab¨ªa dado la instrucci¨®n para que todos los datos de las administraciones senegalesas alojados en el extranjero se trasladasen inmediatamente a la reci¨¦n estrenada infraestructura. En ocasiones, perdemos de vista que los datos que generamos con nuestras actividades en el entorno digital tienen una dimensi¨®n completamente f¨ªsica y deben ser almacenados en espacios igualmente f¨ªsicos.
Como se?al¨® en junio Macky Sall, la capacidad para guardar y custodiar esas informaciones en el propio territorio es uno de los aspectos de la soberan¨ªa digital que hasta los ¨²ltimos a?os no hab¨ªan interesado demasiado a los gobiernos del sur global, por la falta de conciencia de su importancia y por el elevado coste de las tecnolog¨ªas necesarias. Sin embargo, la sombra del gigante chino de la tecnolog¨ªa Huawei en ese mismo proyecto de centro de datos de Diamniadio demuestra que las exigencias de soberan¨ªa digital van m¨¢s all¨¢ de la construcci¨®n de un edificio y las amenazas a la privacidad preocupan cada vez m¨¢s a las sociedades civiles.
La construcci¨®n de centros de datos se ha convertido en una prioridad entre los gobiernos africanos en sus pol¨ªticas de inmersi¨®n en la transformaci¨®n digital. Por un lado, resulta razonable que los Estados quieran mantener los datos en infraestructuras situadas dentro de sus propias fronteras, sobre todo, los que ellos mismos generan y gestionan. Por otro lado, parece una necesidad imperiosa a tenor de los datos ofrecidos desde Smart Africa por Lacina Kon¨¦, su director general, que asegura que en el continente africano se encuentra solo un 1% de la capacidad mundial de almacenamiento de datos y que deber¨ªa aumentar hasta el 10% en 2030. En febrero de este a?o, la Asociaci¨®n Africana de Centros de Datos (ADCA, por sus siglas en ingl¨¦s) y Xalam Analytics publicaron una prospecci¨®n en la que se?alaban que ser¨ªan necesarias 700 instalaciones m¨¢s en el continente para igualar el nivel de disponibilidad de recursos de Sud¨¢frica o de la India.
En e continente africano se encuentra solo un 1% de la capacidad mundial de almacenamiento de datos y que que deber¨ªa aumenta hasta el 10% en 2030.
Tampoco se puede perder de vista que para la industria tecnol¨®gica, la construcci¨®n de estas instalaciones aparece como un jugoso mercado de futuro. Seg¨²n un informe de abril de ReporLinker, el mercado africano de los centros de datos alcanzar¨¢ los 5.000 millones de d¨®lares (4.423 millones de euros) en 2026. Y hace un par de meses se anunciaba que Africa Data Centers (ADC) tiene planes de construir diez centros de datos de gran capacidad en otros tantos pa¨ªses en los pr¨®ximos dos a?os. Esta operaci¨®n supondr¨ªa la inversi¨®n de m¨¢s de 500 millones de d¨®lares.
Todo parece brillar en el sector de los centros de datos y, por eso, las autoridades senegalesas presentaron con orgullo sus nuevas instalaciones para el almacenamiento de las informaciones generadas por el Estado. Sin embargo, algunos actores de la sociedad civil han visto algunas sombras. Las instalaciones han sido financiadas con un pr¨¦stamo de la cooperaci¨®n china y Huawei se ha ocupado del equipamiento y la asistencia t¨¦cnica del proyecto. Y, mientras el argumento principal del discurso sobre el centro de datos se refiere a la mejora de la soberan¨ªa digital de Senegal, el protagonismo del controvertido gigante tecnol¨®gico despierta ciertas inquietudes.
Por ejemplo, Ababacar Diop, jurista y presidente de Jonction, una organizaci¨®n de defensa de los derechos humanos que muestra especial inter¨¦s en el entorno digital, afirma: ¡°Precisamente, la dependencia en la financiaci¨®n del centro de datos de Diamniado ilustra perfectamente la dependencia digital de nuestro pa¨ªs. La tecnolog¨ªa digital es un campo en el que, si no puedes crear e instalar tus propios sistemas y programas, no tienes ning¨²n control sobre las instalaciones¡±. Adem¨¢s este jurista recuerda la posici¨®n privilegiada que puede dar al Estado chino, la informaci¨®n con la que puede contar la empresa tecnol¨®gica: ¡°De hecho, Huawei tiene acceso a los datos y podr¨ªa utilizarlos con fines econ¨®micos para apoyar la creciente entrada de China en ?frica. El control econ¨®mico y financiero del continente africano depende del dominio de los datos y Huawei podr¨ªa ayudar en gran medida al Estado chino recogiendo datos sin el conocimiento de los africanos. Y el centro de datos de Diamniado no ser¨¢ una excepci¨®n¡±.
Por su parte, un conocido activista digital senegal¨¦s, Cheikh Fall, aplaude la construcci¨®n del centro de datos, pero advierte de una serie de condiciones necesarias para que la infraestructura tenga una repercusi¨®n positiva. ¡°Es necesario que las soluciones tecnol¨®gicas utilizadas puedan ser dominadas y controladas para evitar que no volvamos a ser m¨¢s dependientes del software, despu¨¦s de haber trabajado e invertido en el hardware¡±, se?ala en primer lugar.
Como inform¨¢ticos sabemos que es muy f¨¢cil colocar en un ordenador, un dispositivo de espionaje. Si alguien te regala un ordenador o una infraestructura digital deber¨ªas preguntarte por tu seguridad y la de los datosCheikh Fall, activista digital senegal¨¦s
Fall compara el debate en torno a la financiaci¨®n con el que ya hace a?os que se produce en torno a las donaciones de material inform¨¢tico. ¡°Los ordenadores, las impresoras¡±, comenta el activista, ¡°y otros materiales de nuestras administraciones son, muchas veces, el resultado de donaciones de ciertos pa¨ªses occidentales. Eso siempre ha planteado problemas como el de la independencia desde el punto de vista infraestructural. Pero tambi¨¦n hay una cuesti¨®n de seguridad. Como inform¨¢ticos sabemos que es muy f¨¢cil colocar en un ordenador, un dispositivo de espionaje. Si alguien te regala un ordenador o una infraestructura digital deber¨ªas preguntarte por tu seguridad y la de los datos. Garantizar la seguridad de nuestras herramientas supone no aceptar regalos de otro pa¨ªs que puede tener intereses en el nuestro¡±. Fall recuerda, adem¨¢s, que las amenazas sobre casos de espionaje masivo o de gesti¨®n de datos se han hecho reales en ?frica, tanto en elecciones y campa?as pol¨ªticas como en la explotaci¨®n econ¨®mica de informaciones personales.
En todo caso, el ejemplo del centro de datos de Diamniadio es solo una an¨¦cdota en una din¨¢mica mucho m¨¢s amplia. Ya hace a?os que el estado chino despliega su inter¨¦s por reforzar su influencia en el continente africano a trav¨¦s de diversas y variadas estrategias. La tecnolog¨ªa es una de las m¨¢s recientes, pero tambi¨¦n de las que m¨¢s proyecci¨®n muestran. Precisamente, coincidiendo con la inauguraci¨®n de las instalaciones senegalesas, el South China Morning Post exploraba los intereses de Huawei en ?frica. Con el expl¨ªcito t¨ªtulo ¡°Las naciones africanas contin¨²an confiando en Huawei para la gesti¨®n de datos¡±, se?alaba que la compa?¨ªa tecnol¨®gica china trabaja en 25 proyectos en ?frica, en pa¨ªses como Zimbabue, Zambia, Togo, Tanzania, Mozambique, Mal¨ª y Madagascar. Sin olvidar que ya ha desarrollado proyectos similares en Kenia, Egipto, Costa de Marfil, Camer¨²n, Ghana, Cabo Verde, Argelia o con la Uni¨®n Africana.
Arthur Gwagwa es un investigador que se ocupa de la conexi¨®n entre tecnolog¨ªa y seguridad y asegura: ¡°El ¨¦xito tecnol¨®gico convierte al r¨¦gimen pol¨ªtico de China en un modelo a imitar por otros pa¨ªses, descartando el modelo de democracia de Estado de Derecho y libertades civiles impulsado durante casi un siglo por Estados Unidos. Huawei es, ahora, responsable de hasta el 70% de la red de telecomunicaciones de ?frica y, por lo tanto, es el ¨²nico actor dominante en la construcci¨®n de la red troncal de telecomunicaciones en el continente, subvencionada por pr¨¦stamos chinos¡±. Gwagwa se?ala que ¡°los gobiernos africanos justifican la adquisici¨®n de tecnolog¨ªa china, porque ofrece una alternativa mejor que la proporcionada por Occidente¡±.
La preocupaci¨®n se basa en el temor de que China est¨¦ creando de facto un futuro de autoritarismo impulsado por la tecnolog¨ªaArthur Gwagwa, investigador
¡°La preocupaci¨®n se basa en el temor de que China est¨¦ creando de facto un futuro de autoritarismo impulsado por la tecnolog¨ªa, en el que sus transferencias tecnol¨®gicas se despliegan a prop¨®sito para limitar la expresi¨®n y el desarrollo org¨¢nicos de los movimientos democr¨¢ticos nacientes¡±, explica Arthur Gwagwa; al mismo tiempo que advierte de que ni su principal oponente EEUU ha podido demostrar que China est¨¦ violando ninguna ley en esas transacciones. ¡°China lleva mucho tiempo insistiendo en que s¨®lo le preocupan las transacciones econ¨®micas productivas y fruct¨ªferas¡±, comenta el investigador y remite a una frase de los servicios de comunicaci¨®n de Huawei: ¡°Huawei proporciona tecnolog¨ªa para apoyar programas de ciudades inteligentes y ciudades seguras en todo el mundo. En cada caso, Huawei no se involucra en el establecimiento de pol¨ªticas p¨²blicas en t¨¦rminos de c¨®mo se utiliza esa tecnolog¨ªa¡±. El temor, seg¨²n Gwagwa, radica en que ¡°algunas de las exportaciones chinas son tecnolog¨ªa de ¡®doble uso¡¯ y es bastante sencillo que la tecnolog¨ªa vendida con fines comerciales se convierta en extremadamente eficaz para desempe?ar m¨²ltiples funciones, incluidas las militares y de inteligencia¡±.
Para este experto en tecnolog¨ªa, seguridad y derechos humanos, las amenazas en la exportaci¨®n de ciertos sistemas por parte de pa¨ªses africanos es evidente, pero recuerda que ¡°China no es el ¨²nico pa¨ªs que exporta tecnolog¨ªas de vigilancia a ?frica¡± y que el paso del tr¨¢fico inform¨¢tico por EE UU ha dado lugar a lo que se conoce como ¡°vigilancia pasiva y seguimiento electr¨®nico que alimenta el modelo de negocio basado en datos de Silicon Valley sin pagar por ello y adem¨¢s permite que empresas de servicios como Google y Facebook controlen la plaza p¨²blica¡±.
Desde esa perspectiva, Gwagwa y Fall coinciden en el papel fundamental que recae sobre las sociedades civiles. ¡°Creando un sistema de control, alertando a los ciudadanos sobre la privacidad y exigiendo m¨¢s transparencia en general¡±, seg¨²n Gwagwa. Fall a?ade que es necesario exigir ¡°que se implanten medidas de salvaguardia para proteger los derechos de nuestros ciudadanos y que se trabaje en las repercusiones sobre los derechos humanos de todas estas estrategias de desmaterializaci¨®n y modernizaci¨®n¡±.
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