Sud¨¢frica se rebela contra el alcoholismo juvenil tras la muerte de 21 adolescentes en un bar
El hallazgo de los cad¨¢veres en una discoteca resucita la vieja preocupaci¨®n sobre el abuso de alcohol entre los menores de edad en este pa¨ªs, donde el 50% de ellos consume
La noche del s¨¢bado 25 de junio ten¨ªa que ser memorable para los j¨®venes sudafricanos por dos razones de peso: por una parte, el fin del curso escolar con el consiguiente inicio de las vacaciones. Y por otra, el fin tambi¨¦n de las restricciones derivadas de la pandemia de covid-19: adi¨®s mascarillas en interiores y exteriores; adi¨®s limitaciones de aforo. Como en tantas otras a lo largo y ancho de Sud¨¢frica, en la discoteca Enyobeni de Scenery Park, un suburbio humilde en las afueras de la ciudad de East London, en el sureste del pa¨ªs, se preparaba una buena fiesta. El anuncio en las redes sociales del local promet¨ªa alcohol, comida, m¨²sica en directo con actuaciones de varios dj y diversi¨®n sin remedio desde las cuatro de la tarde. Y as¨ª comenz¨® la noche. Lo que nadie esperaba es c¨®mo acabar¨ªa: con la muerte de 21 asistentes, 12 chicos y nueve chicas, sin signos de violencia y en unas misteriosas circunstancias que a¨²n se investigan.
El domingo por la ma?ana, el pa¨ªs estaba conmocionado. Desde todas las televisiones se emit¨ªan im¨¢genes de los alrededores del local, ya acordonado y rodeado de vecinos, entre ellos tambi¨¦n padres buscando a hijos que no hab¨ªan regresado a casa. Aunque las primeras informaciones eran vagas, en cuesti¨®n de horas se confirm¨® que la mayor¨ªa de las v¨ªctimas no superaba los 17 a?os. La m¨¢s joven ten¨ªa 13. Y entre todas las conversaciones y preguntas sobre qu¨¦ ocurri¨® en esta taberna antes de las cuatro de la madrugada, que es cuando llegaron los primeros polic¨ªas alertados por las llamadas de vecinos que ve¨ªan a los j¨®venes salir del local en tromba y muy alterados, surgi¨® una: ?por qu¨¦ hab¨ªa menores de edad all¨ª dentro? Pese a desconocerse la causa de las muertes, el foco social se puso en la venta de alcohol a chavales por debajo de la edad m¨ªnima legal, 18 a?os. Hasta el presidente del Gobierno, Cyril Ramaphosa, ha pedido una explicaci¨®n y ha prometido que se tomar¨¢n acciones.
Dos semanas despu¨¦s de la tragedia, la investigaci¨®n sigue en curso y no se ha dado una explicaci¨®n oficial. ¡°Puede deberse a algo que posiblemente ingirieron con la comida o la bebida, o algo que inhalaron¡±, responde por tel¨¦fono Unathi Binqose, portavoz del departamento de Seguridad de la provincia de Eastern Cape. Mientras, las fotograf¨ªas y v¨ªdeos de aquella noche, as¨ª como los testimonios ofrecidos por los supervivientes, dibujan una escena agobiante, pero clarificadora: un local lleno a reventar, rostros infantiles de chicos y chicas, casi ni?os a¨²n, pipas de agua sobre las mesas y docenas de manos sosteniendo vasos y botellas de contenido incierto. ¡°Nos est¨¢bamos ahogando (...) Algunos mord¨ªan a otros para ver si estaban a¨²n vivos, porque vimos que la gente se estaba muriendo¡±, relataba la prima de Esinako Sanrhana, una de las fallecidas, de 16 a?os, a las c¨¢maras de un peri¨®dico sudafricano.
M¨¢s all¨¢ de los interrogantes, la que ya se conoce en Sud¨¢frica como la tragedia de Scenery Park ha reavivado un problema inc¨®modo, pero no nuevo: el abuso de alcohol entre j¨®venes. No es el ¨²nico pa¨ªs del mundo donde se bebe antes de tiempo, ni donde se bebe demasiado: de hecho, los datos son parecidos a los de Espa?a. Mientras que en Sud¨¢frica se calcula que casi 50% de los menores de edad lo ha probado, en Espa?a la ¨²ltima encuesta del Ministerio de Sanidad hall¨® que el 70% de los adolescentes entre 14 y 18 a?os lo hab¨ªa consumido en los ¨²ltimos 12 meses. En ambos pa¨ªses, la edad media a la que prueban el primer trago es la primera adolescencia: en Espa?a, a los 14 a?os; en Sud¨¢frica, a los 13. Y tambi¨¦n en los dos casos al menos el 25% de los estudiantes ha participado en borracheras. Los datos sudafricanos son m¨¢s antiguos, pues corresponden a la ¨²ltima encuesta estatal, en 2011, pero los que la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) arroja en su ¨²ltimo informe al respecto, de 2018, son similares.
Si las cifras son tan preocupantes y el problema no es nuevo, ?qu¨¦ est¨¢ fallando? La doctora, Linda Ncube-Nkomo es directora ejecutiva de New LoveLife Trust, una fundaci¨®n con dos d¨¦cadas de experiencia en la promoci¨®n de la salud de los j¨®venes en Sud¨¢frica. Ella piensa que no basta con tener una legislaci¨®n. ¡°La cuesti¨®n es hasta qu¨¦ punto cumplen la ley todos los que la custodian. Esto incluye a la polic¨ªa, los propietarios y los operadores con licencia para dispensar. No cabe duda de que hubo un fallo en el cumplimiento¡±, opina sobre la tragedia en Scenery Park. Adem¨¢s, Ncube-Nkomo denuncia la ¡°complacencia¡± de quienes no informan cuando se producen actos ilegales como estos. ¡°No era un secreto para la gente de los alrededores que all¨ª [en la taberna Enyobeni] acud¨ªan menores. ?Qu¨¦ pasa con los vecinos que lo sab¨ªan? Y si denunciaron, ?qu¨¦ hicieron las fuerzas del orden al respecto?¡± se pregunta. La otra cuesti¨®n es la normalizaci¨®n del fen¨®meno. ¡°Si un ni?o est¨¢ constantemente expuesto al alcohol en cualquier tipo de reuni¨®n, se convierte en una situaci¨®n normal para ¨¦l: si quiere divertirse, debe haberlo¡±.
El 50% de los menores de edad sudafricanos ha probado el alcohol y la edad a la que empiezan a beber es a los 13 a?os
M¨¢s all¨¢ de los datos y los informes, la realidad est¨¢ en la calle, y da igual a qui¨¦n se pregunte, pues cualquier joven del pa¨ªs puede atestiguar que conoce una taberna. As¨ª ocurre en Khayelitsa, un suburbio de nivel socioecon¨®mico muy bajo en las afueras de Ciudad del Cabo con un mill¨®n de habitantes aproximadamente y altos ¨ªndices de criminalidad. Y aqu¨ª reside Simamkele Pati, de 19 a?os. Ya no bebe, pero admite, cabizbajo y con una sonrisa que delata cierta culpabilidad, que prob¨® el alcohol a los 10 a?os. ¡°Hab¨ªa unas cervezas en la nevera de mi casa y cog¨ª una para probar. Me gust¨®, as¨ª que decid¨ª ir a una taberna a beber m¨¢s. Como no ten¨ªa dinero, se lo cog¨ª a mi madre del monedero¡±. A Pati le vendieron m¨¢s cerveza en aquel bar esa vez y todas las siguientes, y no es el ¨²nico. Un estudio de la Asociaci¨®n por la Educaci¨®n y la Responsabilidad en el Alcohol (Aware), descubri¨® que hasta el 30% de los 1.300 adolescentes encuestados pudo comprarlo en una taberna o en una tienda sin problema.
La facilidad de acceder a bebidas espirituosas es una de las razones que explican el elevado consumo entre j¨®venes. En la taberna Enyobeni no se ped¨ªa la identificaci¨®n a los menores, y se les sirvieron copas sin problema, tal y como han contado los supervivientes. Incluso la OMS llama la atenci¨®n sobre este fen¨®meno y explica que uno de los problemas m¨¢s dif¨ªciles para controlar la disponibilidad de los licores son los miles de bares y pubs sin licencia, los llamados shebeens, que a¨²n quedan tras la ca¨ªda del Apartheid. Durante los a?os de este r¨¦gimen de segregaci¨®n racial, los sudafricanos no blancos ten¨ªan prohibido entrar en los bares, por lo que los shebeens sin licencia surgieron como alternativa, y sin supervisi¨®n. Y estos siguen funcionando.
Simamkele Pati comenz¨® a beber a los diez a?os porque encontr¨® cerveza en la nevera de casa. Nunca tuvo problema para que le vendieran alcohol en las tabernas de su barrio
¡°Aqu¨ª hay tabernas por todas partes, por supuesto, y van menores de edad. Desde los 12 a?os empiezan a beber¡±. Quien hace esta afirmaci¨®n es Ahmale Ncanazo, asistente social en un centro de Khayelitsa para chavales del barrio en riesgo de dejar la escuela, gestionado desde hace una d¨¦cada por Mfesane, una organizaci¨®n sudafricana apoyada por Unicef. Reciben de media unos 200 estudiantes, entre ellos, Pati, que coincide con la mentora: ¡°En las tabernas todo el mundo puede entrar y comprar, nadie te pide la identificaci¨®n; simplemente, te lo venden¡±.
Pati frecuenta este espacio desde que decidi¨® alejarse del alcohol, la calle y las malas compa?¨ªas. ¡°Lo dej¨¦ completamente porque empeor¨¦ en el colegio, baj¨¦ las notas, perd¨ª cursos. Ahora tengo 19 a?os y deber¨ªa estar en la universidad, pero sigo en la escuela. Me di cuenta de que ten¨ªa que dejarlo para poder hacer algo con mi vida, para poder centrarme en los estudios¡±, sentencia.
El chico cuenta su experiencia en una de las salas de este espacio seguro y no est¨¢ solo. Tambi¨¦n le acompa?a Neliswa Mnundela, de 20 a?os. Ella se inici¨® en el consumo de alcohol a los 15 y fue en el seno familiar. ¡°Mis hermanas mayores beb¨ªan vino en casa y me ped¨ªan que les preparara las copas, y yo empec¨¦ a probar de ah¨ª¡±, relata.
La influencia de los mayores es otra de las causas de que los m¨¢s peque?os se aproximen a la bebida. En ocasiones, ver a los padres les lleva a querer hacer lo mismo. ¡°Los ni?os ni siquiera se esconden de los padres porque ellos lo hacen y les parece bien que sus hijos beban tambi¨¦n. Lo hacen en frente de ellos y cuando los chicos est¨¢n creciendo les dejan tomar un trago; es algo que se ve normal¡±, advierte Ncanazo.
Pero no es una responsabilidad ¨²nica, sino compartida, y no consciente en muchos casos, sostienen desde Aware: ¡°Muchos padres, adultos y cuidadores fomentan inadvertidamente el consumo de alcohol entre los menores de edad mediante la pr¨¢ctica de enviar a los ni?os a comprarlo o a buscarlo en la nevera o en el armario de las bebidas alcoh¨®licas¡±, explican en su p¨¢gina web. Coincide la doctora Ncube-Nkomo: ¡°En un evento al que asist¨ª con alumnos de 15 a 18 a?os, preguntamos cu¨¢ndo y d¨®nde lo probaron por primera vez. Y la mayor¨ªa respondi¨® que fue en casa¡±.
Conseguir dinero no es un obst¨¢culo. Igual que en Espa?a, en Sud¨¢frica se estila el botell¨®n, aunque no se llame as¨ª. ¡°Ponen el dinero entre todos y comparten. Es f¨¢cil conseguirlo porque los padres te dan dinero, no para alcohol, pero lo usas para eso. O pides en las esquinas por un par de rands y con lo que te dan, ya acabas teniendo. Y si no, lo robas¡±, asegura Pati. ¡°Algunos chicos acaban robando para comprar y dejando el colegio porque se dan cuenta de que robar es m¨¢s r¨¢pido y efectivo¡±, coincide su compa?era Neliswa.
Ambos entrevistados aseguran que influye mucho la presi¨®n del grupo a la hora de dar el paso. ¡°Si no bebes, no eres enrollado. Quieres encajar con el resto, as¨ª que no vas a ser el ¨²nico que no lo hace. Y tambi¨¦n quieres experimentar lo mismo que los otros est¨¢n experimentando, quieres saber de qu¨¦ va¡±, sentencia Pati. ¡°B¨¢sicamente les da igual. Piensas que solo vas a vivir una vez y la vida es corta, completa Mnundela cuando la conversaci¨®n torna a los programas de sensibilizaci¨®n para prevenir adicciones.
19 ata¨²des vac¨ªos
Dos semanas despu¨¦s de que el barrio de Scenery Park presenciara la tragedia de Enyobeni, la estampa es igual de triste. Este mi¨¦rcoles, el barrio acogi¨® un funeral por 19 de las 21 v¨ªctimas ¨Cdos familias no participaron¨C en su campo deportivo. Fue una ceremonia simb¨®lica en la que se presentaron los ata¨²des vac¨ªos, ya que las familias han preferido realizar los entierros en la intimidad, cubiertos de flores blancas, rosas, azules y amarillas. Acudieron m¨¢s de mil personas, la mayor¨ªa de las cuales hubo de quedarse fuera de la carpa que acogi¨® el sepelio, que dur¨® casi siete horas y fue retransmitido en directo ininterrumpidamente por la televisi¨®n p¨²blica sudafricana.
En el interior de la improvisada capilla, centenares de allegados, algunos incluso sentados en el suelo, varios visiblemente afectados, apenas pudiendo contener el llano. Y entre ellos, un buen n¨²mero de adolescentes. El presidente de Sud¨¢frica, Cyril Ramaphosa, asisti¨® a las exequias y pronunci¨® unas palabras de consuelo para esos padres, hermanos y amigos, pero tambi¨¦n pidi¨® responsabilidades. ¡°Hay que culpar a quienes se lucran con los sue?os y las vidas de los j¨®venes sudafricanos infringiendo la ley y vendi¨¦ndoles alcohol¡±, declar¨®. A continuaci¨®n, record¨® que antes de esta tragedia hubo otra en la taberna Osi¡¯s en Khayelitsha en 2015, donde murieron ocho chicos, y otra m¨¢s en la discoteca Throb en Durban, en 2000, donde fallecieron 13 ni?os y 100 resultaron heridos. ¡°Lo que tienen en com¨²n todos ellos es que vend¨ªan y serv¨ªan alcohol a menores de edad¡±, asegur¨®. ¡°Estamos perdiendo a nuestra futura generaci¨®n por la lacra del consumo de alcohol¡±.
Para poner remedio al problema hay en marcha un proyecto de ley para modificar la legislaci¨®n que propone prohibir a los distribuidores autorizados la venta de licores a establecimientos sin licencia, as¨ª como reclasificar los tipos que hay para incluir todas las cervezas, restringir horas y d¨ªas de comercio, aumentar la edad m¨ªnima legal de compra de 18 a 21 a?os y prohibir la venta de estos productos a menos de 500 metros de lugares sensibles como escuelas, instalaciones recreativas y centros de tratamiento. ¡°Una de las cosas que hemos defendido es que las tabernas no est¨¦n en un radio de un kil¨®metro de las escuelas. Pero, especialmente en las barriadas, vas a encontrarlos cerca, as¨ª que los alumnos pueden salir durante un descanso de las clases e ir a comprar si quieren¡±, alerta la doctora Ncube-Nkomo. Sin embargo, desde su organizaci¨®n no est¨¢n de acuerdo con aumentar la edad m¨ªnima permitida para consumir. ¡°Eso no resuelve el problema. Se trata del cumplimiento de la legislaci¨®n que ya existe. ?Qu¨¦ pensamos que va a cambiar si aumentamos esa ley a 21 a?os? Lo ¨²nico que vamos a tener es m¨¢s gente bebiendo por debajo de la edad legislada¡±.
Pati dej¨® el alcohol y se propuso retomar los estudios. En su casa, sin embargo, el problema no ha acabado, pues su hermano, que ahora tiene 17 a?os, es alcoh¨®lico. ¡°Le expulsaron del colegio por ir borracho¡±. Y aunque existen programas de rehabilitaci¨®n por todo el pa¨ªs, no sirven de nada si el afectado no reconoce el problema. ¡°Nuestros programas son totalmente voluntarios, podemos asesorar, dar apoyo y derivar a planes de rehabilitaci¨®n, pero todo con el consentimiento del implicado¡±, dice Ncanazo. Esto, en el caso del hermano de Pati, no da resultado. ¡°?l est¨¢ convencido de que no tiene ning¨²n problema¡±, lamenta el chico.
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