Ola de violencia contra los subsaharianos en T¨²nez: ¡°Entraron en mi habitaci¨®n, me tiraron piedras y me dijeron que me fuera¡±
Desde que el presidente Kais Said se?al¨® a los migrantes como fuente de criminalidad, se han multiplicado los ataques racistas contra ellos
Paredes ennegrecidas por el moho, una peque?a ventana desde la que contemplar la ciudad, camas insuficientes para el n¨²mero de personas alojadas y la imposibilidad de comunicarse con el mundo exterior. Miles de subsaharianos viven en espacios como estos ¡ªya sean celdas o habitaciones¡ª, en Sfax, la segunda ciudad m¨¢s poblada de T¨²nez, un lugar geoestrat¨¦gico clave al que han llegado en los ¨²ltimos a?os decenas de miles de personas con la esperanza de embarcarse hacia la isla italiana de Lampedusa, situada a tan solo 100 kil¨®metros. Pero a la precariedad con la que viven los migrantes se ha sumado un clima de agresiones racistas y xen¨®fobas sin precedentes desde que el pasado 21 de febrero el presidente del pa¨ªs, Kais Said, les acusara de ser la fuente de violencia y criminalidad.
¡°De un d¨ªa para otro, despu¨¦s del discurso de Said, no tuve ni un momento para pensar. De repente, unos tunecinos entraron en mi habitaci¨®n, me tiraron piedras y me dijeron que me fuera¡±, cuenta O., marfile?o de 30 a?os, que lleg¨® a T¨²nez hace seis meses y prefiere mantener su nombre en el anonimato. ¡°Pens¨¦ en volver a Costa de Marfil, pero la situaci¨®n all¨ª es a¨²n peor. Tengo que pensar en mi madre. Vine aqu¨ª para ir a Europa y eso es lo que har¨¦, aunque de momento no pueda trabajar¡±, asegura.
Seg¨²n las estimaciones del Foro Tunecino de Derechos Econ¨®micos y Sociales (FTDES), en T¨²nez hay 21.000 personas de origen subsahariano, es decir, solo suponen el 0,2% de la poblaci¨®n. Muchas han llegado desde pa¨ªses que no exigen visado de entrada, como Costa de Marfil. Algunos han venido a estudiar y otros a construirse una vida lejos de la pobreza. El peque?o Estado norteafricano siempre ha sido visto como una tierra de oportunidades, pero sobre todo de salidas hacia Europa. Especialmente despu¨¦s de que el flujo migratorio se desplazara desde Libia, tras el acuerdo que en 2017 firmaron los gobiernos italiano y libio (con el apoyo de la UE) para reforzar la vigilancia mar¨ªtima frente a las costas del pa¨ªs africano. Muchos migrantes llegaron a T¨²nez por consejo de amigos. Pero, en lugar de encontrar trabajo antes de emprender su periplo hacia Europa, la mayor¨ªa de los subsaharianos se chocaron contra la violencia verbal y f¨ªsica, seg¨²n cuentan.
Edy Kamara (41 a?os, Costa de Marfil) lleg¨® a T¨²nez en 2021. ?l s¨ª trat¨® de tocar la tierra prometida: ¡°Intent¨¦ salir [de Sfax] en noviembre de 2022 con mi hijo de tres a?os, mi mujer y mi cu?ado. ?ramos 20 personas en el barco y nos par¨® la Marina [tunecina]. Cuando volvimos a tierra nos detuvieron inmediatamente y pas¨¦ dos meses en prisi¨®n. No tuve la oportunidad de hablar con nadie, ¨¦ramos 10 en la misma celda y por suerte mi mujer consigui¨® contratar a un abogado para reducir la condena. De lo contrario habr¨ªa tenido que pasar cuatro meses en la c¨¢rcel¡±. En su rostro a¨²n se puede leer toda la carga de dolor y desesperaci¨®n que ha sufrido en los ¨²ltimos a?os. Tras abandonar su pa¨ªs en busca de un futuro mejor para ¨¦l y su familia, se vio catapultado a T¨²nez, donde, seg¨²n narra, solo encontr¨® abusos constantes. ¡°Aqu¨ª no funciona nada¡±, contin¨²a Kamara. ¡°Intent¨¦ trabajar, pero hay demasiada explotaci¨®n, tanto en los restaurantes como en las cafeter¨ªas. A veces no te pagan. En la calle recibes insultos todos los d¨ªas y las casas donde duermes se encuentran en el l¨ªmite de lo habitable¡±.
En T¨²nez hay 21.000 personas de origen subsahariano, seg¨²n el Foro Tunecino de Derechos Econ¨®micos y Sociales. Muchas han llegado desde pa¨ªses que no exigen visado de entrada. Algunos han venido a estudiar y otros a construirse una vida lejos de la pobreza
Varios analistas han detectado un antes y un despu¨¦s del discurso de Said. El presidente se?al¨® directamente a los migrantes hace poco m¨¢s de dos meses, cuando afirm¨® que exist¨ªa ¡°un plan criminal para cambiar la composici¨®n demogr¨¢fica del pa¨ªs¡± en el que est¨¢n implicados individuos que reciben ¡°grandes sumas de dinero para dar residencia a inmigrantes subsaharianos¡±. La organizaci¨®n Avocats Sans Fronti¨¨res (Abogados Sin Fronteras) ha calculado m¨¢s de 700 detenciones arbitrarias desde esa fecha.
¡°Soy de Sierra Leona, mi embajada en T¨²nez no existe y tengo que ir a la de Egipto. Llevo dos meses viviendo en la calle delante de la Organizaci¨®n Internacional para las Migraciones (OIM). Ped¨ª volver a mi pa¨ªs, pero nadie me ha escuchado¡±, dice una chica de Sierra Leona que lleg¨® al Estado magreb¨ª hace dos a?os. ¡°Es duro, alguien nos trae comida y ropa para pasar la noche porque estamos acampados en tiendas improvisadas¡±.
Antes de que Said pronunciara su discurso, los malos episodios ya abundaban. Assa Komina Afawi tiene 25 a?os y un beb¨¦ de pocos meses. Explica que lleg¨® de Costa de Marfil a los 20. ¡°Aqu¨ª trabajaba de limpiadora o en restaurantes y muchas veces no me pagaban, aunque consegu¨ª reunir lo suficiente para irme. Pero nunca me sub¨ª a un barco porque la polic¨ªa sab¨ªa d¨®nde viv¨ªa. Una noche me robaron el dinero que escond¨ªa debajo del colch¨®n. Compart¨ªa habitaci¨®n con otras 10 personas. Ahora paso el tiempo en casa porque no me siento segura¡±, a?ade. Aunque lleva tiempo viviendo en Sfax, su ¨²nico pensamiento ha sido ayudar a su familia e intentar marcharse a Italia. Cuando se le pregunta cu¨¢ndo piensa subirse a uno de los barcos que se dirigen a Lampedusa, su tono se vuelve m¨¢s sombr¨ªo: ¡°Tengo muchos amigos que han perdido a sus hijos en naufragios. De momento no me apetece¡±.
Komina encarna la decisi¨®n que afrontan los migrantes: la ilusi¨®n de una nueva vida en Europa y el riesgo de una de las traves¨ªas m¨¢s peligrosas del mundo. Desde principios de 2023, m¨¢s de 33.000 personas han llegado a Italia desde T¨²nez o Libia. De ellas, al menos 10.000 son originarios de Costa de Marfil o Guinea, seg¨²n el Ministerio del Interior de Italia. Hace un a?o eran algo menos de 1.000 los costamarfile?os llegados a la costa norte del Mediterr¨¢neo.
M¨¢s vidas perdidas en el Mediterr¨¢neo
Con el aumento de las salidas tambi¨¦n se ha producido un inexorable aumento de las muertes. Tanto es as¨ª que la morgue del hospital Habib Bourguiba de Sfax declar¨® a finales de marzo que hab¨ªa alcanzado su capacidad m¨¢xima disponible. El anuncio llev¨® a las autoridades locales a plantearse la construcci¨®n de un segundo tanatorio.
El cementerio musulm¨¢n se encuentra a las afueras del centro. Tras recorrer unos 10 kil¨®metros por la carretera de Saltnia, la principal v¨ªa que bordea el Mediterr¨¢neo, se llega a un peque?o cruce. A la derecha est¨¢ Sidi Mansour, una de las principales playas de salida; a la izquierda, el cementerio de Essada. Cientos de tumbas de tunecinos rodean a aquellas destinadas a migrantes sin nombre, v¨ªctimas a lo largo de los a?os de la ruta Sfax-Lampedusa. Junto a las tumbas con simples n¨²meros, se alternan los nombres de quienes fueron identificados tras perder la vida en el mar. Como Fofana Momo Hamed, que naci¨® en el 1994 y muri¨® el 17 de febrero de 2021. No se sabe nada m¨¢s de ella.
Los subsaharianos suelen acabar en redes criminales que utilizan rutas m¨¢s peligrosas que las que toman los tunecinos para alcanzar Europa
Los subsaharianos suelen acabar en redes criminales que utilizan rutas m¨¢s peligrosas que las que toman los tunecinos para alcanzar Europa. Como se?ala el Foro Tunecino de Derechos Econ¨®micos y Sociales, los barcos suelen estar construidos con materiales de mala calidad y son propensos a naufragios. ¡°Cuando partimos era de noche y no ten¨ªamos forma de comprobar el estado del barco. Pagamos 3.000 dinares (893 euros) cada uno. Mi sobrino de tres a?os viaj¨® gratis. Afortunadamente, no tuvimos ning¨²n accidente antes de que nos detuviera la Marina¡±, cuenta Karamoko Ibrahim, que parti¨® con su cu?ado Edy Kamara el 12 de noviembre de 2022. ?l tambi¨¦n fue encarcelado durante dos meses antes de ser liberado por la polic¨ªa tunecina.
Y si no se consigue cruzar el mar hacia Europa, ?cu¨¢les son las alternativas? Una es buscar refugio en la propia comunidad. Cada d¨ªa, decenas de subsaharianos se re¨²nen frente a la medina de la ciudad para ayudarse mutuamente en caso de agresi¨®n o simplemente para buscar una comida caliente. Otra es volver a casa en uno de los vuelos de repatriaci¨®n puestos a disposici¨®n por Estados como Costa de Marfil, Camer¨²n, Mal¨ª y Guinea despu¨¦s de las declaraciones del presidente Kais Said. Esta ¨²ltima es una opci¨®n que gana cada d¨ªa fuerza. Solo la OIM ha registrado m¨¢s de 600 solicitudes de retorno voluntario en sus oficinas de T¨²nez desde entonces.
En cualquier caso, para algunas de las personas originarias de ?frica occidental, las opciones casi siempre tienen que ver con la salida: o un regreso forzoso a casa o intentar llegar a Europa por mar, a pesar de los ecos de los desaparecidos en el Mediterr¨¢neo. La OIM calcula que desde 2014 hay m¨¢s de 26.000 personas de las que sus seres queridos no saben nada.
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