¡°?No quiero casarme, tengo que ir a la escuela!¡±. El drama de las ni?as afganas vendidas para alimentar a sus familias
Aislada en casa en este campamento de desplazados, una menor se convierte en una boca m¨¢s que mantener, pero comprometerla puede alimentar un hogar durante un a?o. La organizaci¨®n Too Young To Wed (Demasiado joven para casarse) procura que padres que acordaron las bodas de sus hijas por falta de recursos las anulen
Stephanie Sinclair / Too Young To Wed (TYTW)
Fatima, de pie, tiene seis a?os. Su madre, viuda de 35 a?os, dice que tendr¨¢ que venderla en matrimonio porque la familia, que tiene otros ocho hijos, est¨¢ al borde del abismo y no ve otra opci¨®n. Tres de los ni?os son discapacitados, y uno result¨® gravemente herido en el devastador terremoto que afect¨® a Afganist¨¢n en octubre. Viven en un asentamiento de casas improvisadas de adobe y tiendas de campa?a en el oeste de Afganist¨¢n. La fotoperiodista y premio Pulitzer Stephanie Sinclair, fundadora y presidenta de la ONG Too Young To Wed (TYTW), visit¨® con fot¨®grafos varios asentamientos de la regi¨®n en noviembre. La madre de Fatima
(para la que usamos un pseud¨®nimo, igual que con el resto de protagonistas de este reportaje) gana unos 25 afganis al d¨ªa (32 c¨¦ntimos de euro) hilando lana que compra en el mercado por 15 afganis. La comida familiar consiste en pan seco y t¨¦. En la imagen, la madre y dos de sus otros hijos, de ocho y cinco a?os.TYTWFatima, de seis a?os, sostiene un conejo en las manos. Le encanta jugar con este animal y dice que quiere ir a la escuela como las dem¨¢s ni?as. En su visita de noviembre al asentamiento donde vive esta familia afgana, los investigadores de Too Young To Wed contaron 118 ni?as que hab¨ªan sido vendidas como novias infantiles, y 116 familias a la espera de 'compradores'. Esto supone el 40% de las familias encuestadas, a pesar de que los talibanes decretaron a finales del a?o 2021 que las mujeres no deb¨ªan ser consideradas "propiedad" y ten¨ªan que consentir el matrimonio. Seg¨²n datos de Unicef de ese mismo a?o, el 28% de las afganas entre 15 y 49 a?os se hab¨ªan casado antes de los 18. TYTWHamid, de 42 a?os, abandon¨® hace cinco, con su mujer y sus hijos, la localidad del norte de Afganist¨¢n donde viv¨ªa, a causa de la guerra y la sequ¨ªa. Hoy vive en un asentamiento de oeste del pa¨ªs, donde hab¨ªa o¨ªdo que recibir¨ªan ayuda. "Pero no fue as¨ª", admite. Tuvo que pedir dinero prestado, que no pudo devolver. "Conoc¨ª a gente que hab¨ªa vendido sus ri?ones. Me pusieron en contacto con alguien que necesitaba un ri?¨®n y vend¨ª el m¨ªo por 300.000 afganis (unos 3.875 euros)", asegura, mostrando la cicatriz de la cirug¨ªa. Con este dinero pudo pagar sus deudas y comprar comida, pero enferm¨® de una infecci¨®n. No ten¨ªa dinero para volver al hospital, as¨ª que contrajo m¨¢s deudas, y luego vendi¨® a cinco de sus seis hijas, entre los dos y los 12 a?os. Hoy vive escondido para evitar a su deudor. En cuanto las ni?as cumplen 12 a?os, se tienen que unir a las familias de sus maridos. TYTW
La esposa de Hamid, con sus hijas, de dos, cinco, y siete a?os. En todo Afganist¨¢n, los matrimonios infantiles se han disparado, y no solo por el colapso econ¨®mico. Antes, las familias esperaban que sus hijas, una vez educadas, pudieran encontrar un buen trabajo y contribuyeran a los ingresos familiares. Hoy, bajo las restricciones de los talibanes, la escuela est¨¢ prohibida para las ni?as despu¨¦s del sexto grado (alrededor de los 13 a?os), y las opciones de trabajo para las mujeres son escasas. Aislada en casa, una ni?a se convierte en una boca m¨¢s que alimentar. Pero como novia, es una valiosa fuente de ingresos. Los 2.000 d¨®lares (1.870 euros) que pueden 'costar' bastan para alimentar a una familia durante un a?o. TYTWMaryam, de 10 a?os, en la foto, es la mayor de cuatro hermanos: dos ni?as de seis y ocho, y dos ni?os de a?o y medio y cuatro. Antes de venir a este campamento del oeste de Afganist¨¢n, hace cinco a?os, su familia ten¨ªa una buena vida, pero su padre muri¨® de c¨¢ncer y hoy viven en una tienda de campa?a. Las condiciones en el asentamiento son infernales: un vasto desierto sin ¨¢rboles de sombra a la vista, con escasa protecci¨®n contra las tormentas de arena, sin agua corriente, electricidad, calefacci¨®n ni trabajo. Durante el d¨ªa, la madre trabaja como modista, por la noche borda. Sus hijas mendigan. La comida familiar consiste, principalmente, en pan seco. Los ni?os comen tres veces al d¨ªa; la madre solo una. Hace dos a?os, vendi¨® a Maryam por 150.000 afganis (unos 1.950 euros). Se supone que se reunir¨¢ con su nueva familia dentro de dos meses, aunque asegura que intenta atrasarlo todo lo posible. "Quiero estar con mi madre", dice la ni?a, a la que le encanta la escuela, sobre todo sus clases de Cor¨¢n y de la lengua dari. Ahora, la gente ofrece dinero por su hermana de ocho a?os. La madre ha negado hasta ahora. "En el futuro no tendr¨¦ elecci¨®n", lamenta. TYTWZheela, en el centro de la imagen, abandon¨® su hogar hace cinco a?os debido a la sequ¨ªa, y se instal¨® en el mismo campo de refugiados. Tiene 35 a?os y siete hijos: cuatro ni?as y tres ni?os de entre uno y 15 a?os. El a?o pasado, su marido muri¨® en un accidente de coche en Ir¨¢n, adonde hab¨ªa ido a buscar trabajo. Zheela tuvo que pedir dinero prestado para sobrevivir, pero como sus deudas aumentaban, se vio obligada a vender a su hija Malalai (de pie), de nueve a?os, por 300.000 afganis, unos 3.875 euros. El comprador insiste en que ahora tiene derecho a llev¨¢rsela porque no hay ning¨²n hombre en casa. Para las ni?as, los matrimonios a tan corta edad son una pesadilla. En casa de sus nuevos suegros, se ven obligadas a realizar tareas dom¨¦sticas y a menudo sufren abusos verbales, f¨ªsicos y sexuales: esclavitud disfrazada de matrimonio. Zheela est¨¢ luchando por la v¨ªa legal para quedarse con Malalai hasta que cumpla 18 a?os. Estos d¨ªas, la madre hila lana para ganar algo de dinero. La comida de los ni?os consiste en pan, a veces t¨¦, si encuentran algo para quemar y calentar el agua. Muy rara vez, cuando los ni?os piden limosna a los vecinos, consiguen comer arroz. En la imagen, Zheela, con sus hijos de 13, dos, cinco, siete y nueve a?os. TYTW
Hace un a?o, Kashm y su marido luchaban por alimentar a sus seis hijos en este asentamiento y decidieron que no ten¨ªan otra opci¨®n que vender a su hija Mehrvash, de 12 a?os, a la familia de un pariente por 200.000 afganis (unos 2.580 euros). Cuando Mehrvash se enter¨® del acuerdo, grit¨®: "?No quiero, tengo que ir a la escuela!". Protest¨® y llor¨® tanto que sus padres decidieron vender a su hermana Shabana, entonces de ocho a?os, a la familia. Shabana, en la imagen, no ten¨ªa ni idea de lo que significar¨ªa el matrimonio, as¨ª que no protest¨®. Ahora, con nueve, ya lo sabe. Y la familia del novio quiere llev¨¢rsela. Ella dice que solo quiere jugar y estar con su familia. "Me gusta aprender el abecedario. Toda la clase es mi amiga". En cuanto se case, sus d¨ªas de colegio se acabar¨¢n. Kashm lamenta su decisi¨®n, pero se justifica: "No ten¨ªamos nada, ni siquiera un colch¨®n. Me vi obligada". Hoy en d¨ªa, hila lana para ganarse la vida a duras penas e intenta convencer a la familia del novio para que deje a la ni?a quedarse en casa tres a?os m¨¢s. De momento, no hay respuesta.
TYTWShadleen, de dos a?os, se agarra a su padre, Musa, de 32 a?os y con cinco hijos. Ha vendido a dos de las cuatro ni?as para pagar un pr¨¦stamo que pidi¨® para pagar la atenci¨®n m¨¦dica que necesitaban su mujer y una hija. Quiere trabajar en Ir¨¢n, pero no puede dejar a las mujeres solas en casa: bajo las restricciones talibanes, no pueden ir solas a ninguna parte sin un hombre, ni siquiera para una consulta en el hospital. Estos d¨ªas, cuando a Musa le falta comida para sus hijos, les da Xanax (un sedante). Diez pastillas cuestan diez afganis (13 c¨¦ntimos de euro), lo mismo que una barra de pan. Los ni?os reciben sus dosis a las siete de la ma?ana, as¨ª que duermen hasta la una mientras Musa intenta encontrarles algo de comer en el bazar. "S¨¦ que es peligroso, pero no tengo otra opci¨®n. Cuando los ni?os empiezan a llorar porque tienen hambre, ?qu¨¦ otra cosa puedo hacer?". TYTWPermaz lee sus deberes a su padre, Tabish, en el campamento. Fue vendida en matrimonio a los siete a?os. Cuando Too Young to Wed conoci¨® su caso, intervino ante las familias para anular el matrimonio, y asistir con ayuda alimentaria y educaci¨®n. Los trabajadores de la ONG, adem¨¢s, tratan de educar a los ancianos de la comunidad sobre los efectos perjudiciales del matrimonio infantil, su da?o al bienestar f¨ªsico y emocional de las ni?as y al tejido social en general. Las ni?as menores de 15 a?os tienen cinco veces m¨¢s probabilidades que las mujeres de morir en el parto, y sus beb¨¦s suelen nacer prematuros. Ahora, Tabish cuenta: "Cuando vamos por la ciudad, mi hija me dice: aqu¨ª pone 'Cl¨ªnica'. Aqu¨ª pone este nombre o aquel otro. Yo no s¨¦ leer estas cosas. No casar¨¦ a mi hija antes de que termine sus estudios. Es demasiado importante".TYTWBibi, de 35 a?os, lucha por mantener a su hija Ava, de tres a?os. Hace seis a?os, ella y su marido huyeron de los combates y la sequ¨ªa en el norte y llegaron a este campamento con la esperanza de encontrar ayuda, pero no fue as¨ª. Su marido vendi¨® a su hija Chehrah a un soldado talib¨¢n para alimentar a su familia de nueve miembros. Chehrah tiene ahora 13 a?os y est¨¢ embarazada. A Ava, el padre la vendi¨® cuando solo ten¨ªa dos meses a una familia con la que est¨¢ endeudado. Cuando los talibanes llegaron al poder, la madre interpuso una demanda contra la familia, que le exig¨ªa que entregara a la ni?a. El tribunal talib¨¢n decret¨® que esperen a que la peque?a cumpla cinco a?os. El padre huy¨® a Ir¨¢n.TYTWEn la imagen, de izquierda a derecha, Boostan y sus hijas de tres, seis y ocho a?os. Boostan, de 27 a?os, lleg¨® al asentamiento hace cuatro a?os y enviud¨® en esa ¨¦poca, cuando su marido qued¨® atrapado en el fuego cruzado entre los talibanes y el Ej¨¦rcito afgano. Para ganar dinero, hila lana. Durante el terremoto de octubre, las paredes de su casa se derrumbaron y ahora vive en una tienda de campa?a. "Trabajo por apenas 40 afganis (50 c¨¦ntimos de euro) al d¨ªa, no es suficiente. Si la situaci¨®n no mejora, me ver¨¦ obligada a vender a una de mis hijas", lamenta.
TYTWBina, de 18 a?os, se prepara para ser esteticista y juega con sus hermanas gemelas de cinco a?os. Tienen otros cinco hermanos. Cuando Bina ten¨ªa 10 a?os, su padre no ten¨ªa medios para mantenerlos a todos y decidi¨® venderla. Bina se puso furiosa: ten¨ªa muchos sue?os para el futuro y el matrimonio no era uno de ellos. "Habr¨ªa sido como enviarme al infierno", recuerda. La ONG Too Young To Wed trabaj¨® con su padre para anular el matrimonio y procurar a la familia ayuda alimentaria, escolarizaci¨®n y formaci¨®n para ganarse la vida e impedir que vendiera a sus otras hijas. Ahora, todas las ma?anas, Bina asiste a un taller de esteticista, y practica lo aprendido con sus hermanas. Dice que cuando acabe, quiere trabajar con su profesora. Si los talibanes se lo permiten, abrir¨¢n un sal¨®n de belleza. Si no, trabajar¨¢n desde casa. Tambi¨¦n asiste a una escuela secreta por las tardes. Asegura que, si los talibanes les preguntan a las alumnas ad¨®nde van, contestan que a la madrasa (centro de ense?anzas cor¨¢nicas). "Claro que tenemos miedo, pero queremos estudiar. Eso es m¨¢s importante que el miedo".TYTW