Amadrinar a afganas en Espa?a y ayudarlas a digerir ¡°la tristeza de convertirse en refugiadas¡±
Ir juntas al supermercado, dar un paseo o ensayar una entrevista de trabajo: una red femenina ha prestado apoyo a decenas de mujeres que huyeron de Kabul tras el retorno de los talibanes para que puedan reiniciar su vida
Cuando los talibanes entraron en Kabul, en agosto de 2021, Waheda Ahmadi tuvo que convencer a su padre para que no quemara sus diplomas escolares. ¡°Tem¨ªamos que fueran casa por casa y sab¨ªamos que no ten¨ªamos a nadie fuera de Afganist¨¢n para protegernos, pero asum¨ª el riesgo de conservarlos. Sab¨ªa que, si lograba salir, los necesitar¨ªa¡±. D¨ªas despu¨¦s, y gracias a la perseverancia de esta joven y a la ayuda de la fundadora de su escuela en Afganist¨¢n, Ahmadi, sus padres y sus tres hermanos sal¨ªan del pa¨ªs en un vuelo fletado por Espa?a.
¡°Nos avisaron en medio de la noche y nos fuimos r¨¢pidamente con una mochila para seis. Me llev¨¦ tambi¨¦n dos libros muy importantes para m¨ª, uno de poes¨ªa persa y otro, la correspondencia entre Albert Camus y Mar¨ªa Casares¡±, cuenta en Madrid, dos a?os y medio despu¨¦s, esta chica de mirada curiosa y sonrisa franca.
Tiene solo 20 a?os, pero una madurez que sorprende. Tal vez porque el viaje entre Afganist¨¢n y su vida actual en Espa?a ha sido largo y doloroso. Hasta hoy, Ahmadi est¨¢ asumiendo la ¡°tristeza de ser una refugiada¡± y explica que ha tenido que aprender casi todo desde cero. ¡°Por ejemplo, a cruzar una calle. Parece una tonter¨ªa, pero en Afganist¨¢n no hay pr¨¢cticamente sem¨¢foros y mi familia y yo no sab¨ªamos cu¨¢ndo pasar o en qu¨¦ direcci¨®n mirar¡±, cuenta a este diario, al margen de un encuentro celebrado a finales de febrero en el marco de la Semana de la Sostenibilidad de la escuela de negocios Esade. ¡°Pero s¨¦ que la libertad a la que aspiro no viene as¨ª como as¨ª, hay que luchar para tenerla. Y mi familia y yo nos empe?amos en salir adelante en Espa?a¡±, agrega.
En ese largo camino hacia la integraci¨®n, Ahmadi ha estado acompa?ada por un grupo de mujeres que hasta hace tres a?os no ten¨ªan ninguna conexi¨®n con Afganist¨¢n y que, paralelamente a la asistencia del Estado, han estado presentes para facilitar la vida de esta joven y de varias decenas de afganas que tambi¨¦n han recibido asilo en Espa?a.
¡°Todo empez¨® casi por casualidad¡±, explica Mar¨ªa Jos¨¦ Rodr¨ªguez, abogada y presidenta de la asociaci¨®n Netwomening. Primero fueron unos mensajes en un grupo de WhatsApp en agosto de 2021 pidiendo ayuda para unas chicas afganas, a los que siguieron llamadas a ¨®rganos del Gobierno. R¨¢pidamente, varias mujeres decidieron echar una mano y se fueron organizando, tambi¨¦n en coordinaci¨®n con ONG extranjeras. La alegr¨ªa que produjo haber logrado sacar a algunas familias de Kabul sirvi¨® como impulso para seguir trabajando y se logr¨® fletar vuelos a Emiratos ?rabes Unidos, que transportaron a periodistas, juristas y otras profesionales cuyas vidas corr¨ªan peligro, antes de lograr que fueran recibidas por otros pa¨ªses, como Espa?a.
La libertad a la que aspiro no viene as¨ª como as¨ª, hay que luchar para tenerla. Y mi familia y yo nos empe?amos en salir adelante en Espa?a.Waheda Ahmadi
¡°Somos voluntarias y hemos ayudado a que estas mujeres puedan reiniciar su vida en Espa?a, mientras seguimos trabajando para que otras vengan a trav¨¦s de terceros pa¨ªses en los que han encontrado refugio temporal. Pero cada vez es m¨¢s dif¨ªcil¡±, explica Rodr¨ªguez.
Netwomening tiene hoy 150 voluntarias en toda Espa?a y presta apoyo en estos momentos a 90 afganas y sus familias en actividades simples de la vida diaria que pueden resultar un galimat¨ªas o un camino de obst¨¢culos. ¡°Tenemos un claro enfoque de g¨¦nero. Las mujeres son las m¨¢s vulneradas, y no nos gustar¨ªa que aqu¨ª se replicara el rol de segundas de a bordo que ten¨ªan en Afganist¨¢n. Tienen que adaptarse a la cultura occidental y necesitamos empoderarlas para que tengan la misma fuerza que los hombres que las van a rodear en la vida entre nosotros. Queremos tambi¨¦n que nuestro apoyo beneficie a sus esposos y toda su familia¡±, explica Maite Pacheco, cofundadora y directora de Netwomening.
Las voluntarias se convierten en una especie de madrinas, dispuestas a ir al supermercado o al parque, a hablar por tel¨¦fono, a tomar un caf¨¦ o a ayudarles con el espa?ol. ¡°No pretendemos cubrir todo lo que necesita esa persona, pero s¨ª esa dosis de afecto, ser una mano amiga¡±, insiste Pacheco.
¡°Habr¨ªan venido a por m¨ª¡±
Anusha Majidi est¨¢ en Espa?a gracias a esta red de solidaridad femenina. En Afganist¨¢n era abogada defensora de mujeres y entr¨® en una lista de personas que saldr¨ªan de Kabul en agosto de 2021 en un avi¨®n fletado por Espa?a. Pero esta mujer, en la ¨¦poca embarazada de su segundo hijo, no logr¨® llegar a tiempo al aeropuerto.
¡°En mi pa¨ªs hay lugares donde las mujeres no tienen ning¨²n derecho a elegir nada relativo a su vida. Mi trabajo era duro, algunos maridos que perpetraban esos abusos me amenazaban a m¨ª y a mi familia. Pero yo sent¨ªa una gran satisfacci¨®n con lo que hac¨ªa y me dec¨ªa que si no las defend¨ªa yo qui¨¦n lo iba a hacer¡±, explica esta mujer de 29 a?os y profundos ojos negros.
Netwomening tiene hoy 150 voluntarias en toda Espa?a y presta apoyo a 90 afganas y sus familias en actividades simples de la vida diaria que pueden resultar un galimat¨ªas o un camino de obst¨¢culos
Finalmente, y gracias a una red internacional de ONG, entre ellas Netwomening, ella y su familia lograron embarcar en un vuelo con destino Abu Dabi, donde estuvieron m¨¢s de seis meses en un campo de refugiados. ¡°Fue una situaci¨®n muy dura. Anusha casi no pod¨ªa salir del campo a hacer tr¨¢mites a la embajada. Logramos que saliera embarazada de siete meses¡±, recuerda Rodr¨ªguez.
¡°He pasado momentos muy duros¡±, dice esta abogada afgana, con voz pausada y triste, al lado de su madrina, Alicia Ortega, profesora en Esade. ¡°Un idioma nuevo, mi hijo reci¨¦n nacido, mi tercer embarazo y siempre pensando en la familia que se hab¨ªa quedado en Afganist¨¢n... Me sent¨ªa muy sola, con una depresi¨®n posparto fuerte y hasta empec¨¦ a mirar billetes de avi¨®n para volver a Kabul. Mi marido me dec¨ªa: ¡®Est¨¢s loca, no podemos volver¡¯¡±, recuerda.
Majidi es consciente hoy de que regresar no era ni es una opci¨®n. Explica que sus vecinos sab¨ªan que era abogada y hab¨ªa trabajado para ONG y entidades extranjeras y podr¨ªan haberla denunciado ante los talibanes. ¡°Y tal vez personas que fueron condenadas gracias a mi trabajo y que ahora quedaron libres, habr¨ªan venido a por m¨ª. Ha habido otras mujeres como yo a las que han buscado casa por casa. Algunas han aparecido muertas y se ha dicho que se suicidaron, pero muy probablemente no fue as¨ª¡±, explica.
Desde agosto de 2021, los fundamentalistas comenzaron a borrar la presencia de las mujeres de la mayor¨ªa de los sectores profesionales. Adem¨¢s, les cerraron las puertas de los institutos de secundaria y, en diciembre de 2022, les prohibieron el acceso a la universidad. Por todo ello, la ONU cree que las afganas podr¨ªan ser v¨ªctimas de un ¡°apartheid de g¨¦nero¡±.
No olvidar Afganist¨¢n
Seg¨²n fuentes oficiales, entre agosto de 2021 y agosto de 2022, es decir, en el primer a?o tras el retorno de los talibanes, Espa?a evacu¨® a 3.900 personas de Afganist¨¢n. Netwomening, adem¨¢s de prestar respaldo moral, asiste a estas mujeres refugiadas en el aprendizaje del espa?ol, tambi¨¦n ofrece apoyo legal para afganas que siguen intentando llegar a un pa¨ªs seguro desde lugares como India, Pakist¨¢n o Ir¨¢n, y las ayuda a buscar empleo.
El sue?o de Ahmadi era seguir estudiando, pero no hablaba una palabra de espa?ol al llegar a Madrid. ¡°Me metieron en segundo de Bachillerato. Volv¨ªa llorando cada d¨ªa porque no entend¨ªa una palabra. Lo hice en dos a?os¡±, cuenta. Su espa?ol hoy es impecable, le sale sin pensar. ¡°Ten¨ªa unas ganas enormes de poder comunicarme, de decir muchas cosas y creo que eso me ayud¨® a aprender r¨¢pido¡±, explica. Ahora estudia Educaci¨®n Infantil en la Universidad Europea por las tardes y trabaja por las ma?anas en una tienda para financiar sus estudios. Su sue?o sigue siendo formarse en Relaciones Internacionales y Derecho. ¡°Quiero seguir hablando de Afganist¨¢n, porque creo que al mundo se le est¨¢ olvidando. Ha quedado reemplazado por Ucrania o por Gaza¡±, repite.
Sigo pensando en Afganist¨¢n y en sus mujeres, que resisten de mil maneras frente a los talibanesAnusha Majidi
Su familia tambi¨¦n se ha adaptado bien y es ya independiente financieramente: su padre trabaja como alba?il y la madre es modista, tienen un peque?o apartamento y sus tres hermanos, de entre ocho y 15 a?os, tambi¨¦n estudian.
¡°F¨ªsicamente, estamos aqu¨ª, pero mentalmente yo me quede un poco all¨¢, junto a mis amigas, que me siguen llamando para pedirme ayuda. Ellas son unas valientes y est¨¢n intentando sobrevivir como sea¡±, explica.
Majidi tambi¨¦n est¨¢ emergiendo de esa profunda tristeza, mejorando su espa?ol, y ya es madrina de otras mujeres afganas que han llegado despu¨¦s. Su marido, m¨¦dico en Afganist¨¢n, ha encontrado trabajo a distancia como inform¨¢tico y ella comienza a hacer alguna consultor¨ªa para ONG, relacionada con las mujeres de su pa¨ªs.
¡°Hoy puedo caminar por las calles sin restricciones, me visto como quiero y me pinto las u?as. Mi hijo puede ir al colegio en un entorno seguro y sin disparos. Tengo una madrina y amigas, algunas han gastado su propio dinero para ayudarme. Pero sigo pensando en Afganist¨¢n y en sus mujeres, que resisten de mil maneras frente a los talibanes, como por ejemplo estudiando online o trabajando desde casa¡±, afirma.
Afganist¨¢n ocupa el ¨²ltimo lugar (177?) en el ¨²ltimo ?ndice Global de Paz y Seguridad de las Mujeres, elaborado por el Instituto de Georgetown para las Mujeres, Paz y Seguridad y el Instituto de Investigaci¨®n de la Paz de Oslo (PRIO, por sus siglas en ingl¨¦s) y publicado en octubre de 2023.
¡°?Cu¨¢l es mi sue?o?¡± Majidi repite la pregunta con gesto divertido. ¡°Puede parecer algo tonto, pero tener mi propio coche y conducir. Aprend¨ª porque mi marido me ense?¨®, pero en Afganist¨¢n no pod¨ªa hacerlo y aqu¨ª s¨ª me gustar¨ªa¡±.
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