Jonathan Jansen, acad¨¦mico: ¡°Lo m¨¢s normal en la cafeter¨ªa de cualquier universidad sudafricana es ver blancos con blancos y negros con negros¡±
El que fue primer rector negro de una universidad sudafricana se ha erigido como un Mandela del mundo acad¨¦mico. Con la reconciliaci¨®n por bandera, lleva d¨¦cadas luchando para que las cuestiones raciales no definan la vida universitaria
Creci¨® durante el apartheid en uno de los suburbios m¨¢s pobres de Ciudad del Cabo. Como todos los sudafricanos negros en aquella ¨¦poca, ¨¦l y su familia quedaron anulados como ciudadanos. Se les expropiaron tierras. Se les hizo saber que el color de su piel merec¨ªa el desprecio sistem¨¢tico de la minor¨ªa blanca. Pero Jonathan Jansen (68 a?os) nunca dej¨® que el rencor o la amargura dictasen su vida. Tras graduarse en Bot¨¢nica y Zoolog¨ªa, hizo un m¨¢ster en Ciencias Educativas. A finales de los ochenta le surgi¨® la oportunidad de ir becado a la Universidad de Stanford, en California. Tuvo que emplearse a fondo, a veces en jornadas de 18 horas, pero en 1991 volvi¨® a Sud¨¢frica con su doctorado en Educaci¨®n Internacional bajo el brazo.
Hoy es uno de los intelectuales m¨¢s respetados de su pa¨ªs. Experto en Teor¨ªa del conocimiento, catedr¨¢tico de Educaci¨®n en la Universidad de Stellenbosch y profesor visitante en Harvard, su figura p¨²blica toca todos los palos. Es azote de corruptos y portavoz de despose¨ªdos. Es al¨¦rgico a la correcci¨®n pol¨ªtica, se mueve como nadie en su papel de pensador independiente y opina sin cortapisas, con frecuencia escandalizando a la sociedad sudafricana. Para denunciar el colapso de los servicios p¨²blicos, el pasado a?o asegur¨® en un art¨ªculo que la mayor¨ªa de los negros viv¨ªan peor ahora que en 1993, el ¨²ltimo a?o oficial de apartheid. Dej¨® claro que se refer¨ªa a condiciones socioecon¨®micas y no a derechos pol¨ªticos, pero se le lleg¨® a acusar de hacer apolog¨ªa del racismo estructural de anta?o.
Mucho antes, en 2009, se hab¨ªa hecho famoso tras convertirse en el primer rector negro de una gran instituci¨®n de educaci¨®n superior en Sud¨¢frica, la Universidad de Free State. Pero no fue este hito lo que logr¨® que millones de sudafricanos le pusieran cara: al poco de estrenar el cargo, Jansen readmiti¨® a cuatro alumnos blancos expulsados despu¨¦s de humillar hasta l¨ªmites repugnantes (y grabar la afrenta) a cinco limpiadoras negras. Responde a esta entrevista por videollamada.
Pregunta. ?Quiso seguir el legado de Nelson Mandela cuando permiti¨® a estos estudiantes volver a la universidad?
Respuesta. Tuve presente su esp¨ªritu, el del arzobispo Desmond Tutu y el de otros referentes que nos hab¨ªan ense?ado cu¨¢n liberadora puede ser la reconciliaci¨®n. Aunque no soy un gran cristiano, mantengo mis ra¨ªces evang¨¦licas, ya sabe: ¡°Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden¡±. No pens¨¦ que esos chicos fueran peores o mejores que yo. Adem¨¢s, como investigador, en aquel momento me interesaban especialmente los j¨®venes blancos que casi no hab¨ªan vivido el apartheid pero se comportaban como si este continuara. Despreciar sin m¨¢s a esos alumnos como racistas hubiera supuesto simplificar un complejo proceso de formaci¨®n que explicaba por qu¨¦ hab¨ªan llegado a ser as¨ª.
P. El propio Desmond Tutu le dio su respaldo. ?Le ayud¨® a pasar el mal trago de las duras cr¨ªticas que recibi¨®?
R. Envi¨® una carta a todos los grandes peri¨®dicos diciendo que lo que yo hab¨ªa hecho no era diferente de lo que ¨¦l hab¨ªa intentado hacer durante toda su vida. Y la opini¨®n p¨²blica vir¨® dr¨¢sticamente a mi favor. Ten¨ªa claro que mi decisi¨®n era la correcta, pero su apoyo fue muy reconfortante. M¨¢s adelante, me invit¨® a su casa, me cogi¨® de la mano y se puso a rezar. Llor¨¦ como un ni?o.
P. Usted dijo que quiso aprovechar la oportunidad para llamar la atenci¨®n sobre algo m¨¢s grave: la enorme brecha entre alumnos blancos y negros en las universidades sudafricanas.
R. La cuesti¨®n era si el fin de la segregaci¨®n institucional hab¨ªa supuesto una integraci¨®n de vidas humanas. Y la respuesta era claramente no. Hab¨ªa un problema estructural que ten¨ªamos que resolver.
Mi mujer y yo educamos a nuestros hijos para que entendieran que su vida ser¨ªa m¨¢s rica y completa si no hac¨ªan distinciones epid¨¦rmicas o de otro tipo. Ambos se han casado sin importarles lo que la sociedad espera de ellos
P. ?Han cambiado las cosas en los ¨²ltimos 15 a?os?
R. Poco. Lo m¨¢s normal en la cafeter¨ªa de cualquier universidad sudafricana es ver blancos con blancos y negros con negros. En la educaci¨®n superior, la integraci¨®n ha fracasado.
P. ?Lo que ocurre en la universidad se repite en otros ¨¢mbitos?
R. Desde luego. Se observa el mismo patr¨®n, por ejemplo, en los restaurantes de Ciudad del Cabo o Johanesburgo. Escrib¨ª un libro, Making love in a war zone, sobre parejas interraciales. Aunque sigue habiendo pocas, existen, y esto me da esperanzas. Mi mujer y yo educamos a nuestros dos hijos para que entendieran que su vida ser¨ªa m¨¢s rica y completa si no hac¨ªan distinciones epid¨¦rmicas o de otro tipo: gay o hetero, extranjero o nativo... Ambos se han casado sin importarles lo que la sociedad espera de ellos.
P. Vivi¨® muy de cerca el movimiento estudiantil que, a mediados de la pasada d¨¦cada, se propuso descolonizar el conocimiento en las universidades de Sud¨¢frica. Usted ha argumentado la confusi¨®n conceptual que dicha expresi¨®n encierra. Puede ser tantas cosas que, al final, parece que nadie sabe qu¨¦ implica exactamente.
R. Y eso es bueno y malo. Bueno porque impide que el t¨¦rmino se instrumentalice ideol¨®gicamente ¡ªpor el marxismo o por el anticolonialismo doctrinario¡ª y permite que se exploren una variedad de significados. Y malo, precisamente, porque cualquier agenda pol¨ªtica, incluidas las m¨¢s conservadoras, pueden subirse al carro. A m¨ª me gustan aquellos significados que abren el debate para que abordemos temas de calado como la posibilidad de un curr¨ªculum verdaderamente transformador que ponga en cuesti¨®n asuntos como la propiedad de la tierra. Pero nos perdemos si, por ejemplo, equiparamos descolonizar con ense?ar bien, como propugnan algunos sectores progresistas. ?Eso no tiene ning¨²n sentido! ?Se supone que siempre hay que ense?ar bien! [r¨ªe].
P. ?Se debe ense?ar en las universidades y escuelas africanas m¨¢s sobre la sabidur¨ªa ancestral del continente?
R. Soy un hombre de ciencia. Me gusta el empirismo y el tipo de certezas a las que te da acceso. Pero he vivido lo suficiente para saber que esta no es la ¨²nica forma de conocer el mundo. Aprecio las tradiciones espirituales, el arte, la m¨²sica... Mi pr¨®ximo libro versa sobre la idea de descubrimiento y c¨®mo este ocurre en distintas disciplinas como la filosof¨ªa, la antropolog¨ªa o la gen¨¦tica. Tengo claro que, si reducimos el saber al m¨¦todo cient¨ªfico, nuestra vida se limita. Pero hemos de tener cuidado y no caer en un exceso de relativismo que puede conducirnos a lugares peligrosos.
La educaci¨®n africana precolonial era extremadamente autoritaria. B¨¢sicamente, el jefe tribal dictaba c¨®mo hab¨ªa que pensar y comportarse de acuerdo a un esquema tradicional inmutable
P. Pedag¨®gicamente, ?hay formas de ense?ar y aprender que, proviniendo de la tradici¨®n africana, se erradicaran durante la ¨¦poca colonial y ser¨ªa interesante recuperar?
R. Me pone nervioso cuando gente que no ha pisado un aula habla de pedagog¨ªa colonial. Me suena a broma. La educaci¨®n africana precolonial era extremadamente autoritaria. B¨¢sicamente, el jefe tribal dictaba c¨®mo hab¨ªa que pensar y comportarse de acuerdo a un esquema tradicional inmutable. La idea de un pasado glorioso es una tonter¨ªa. Es cierto que hab¨ªa un mayor sentido de comunidad, pero eso tambi¨¦n ocurr¨ªa en las zonas rurales de Occidente, donde la formaci¨®n estaba muy vinculada a la actividad agr¨ªcola. Resulta absurdo hablar de pedagog¨ªas coloniales y descoloniales. El estadounidense John Dewey y el brasile?o Paulo Freire ten¨ªan ideas radicales sobre educaci¨®n mucho m¨¢s cercanas entre s¨ª de lo que algunos admiten.
P. Es muy cr¨ªtico con las categor¨ªas binarias que propugnan algunos autores (conocimiento del Sur Global frente al conocimiento del Norte Global), como si fueran entidades esencialmente distintas.
R. El ¨¢mbito del conocimiento es mucho m¨¢s rico, complejo y confuso de lo que pretenden estas arquitecturas prefijadas. Si hablamos estrictamente de ciencia, hay buenos y malos cient¨ªficos en cualquier lugar del mundo. Estas categor¨ªas simplistas me irritan porque dan validez a ciertos supuestos. Por ejemplo, que persiste una dominaci¨®n a gran escala, lo que da a entender que en ?frica hemos de sentirnos dominados.
Enfatizar la necesidad de descolonizar ¡ªal menos en su sentido m¨¢s estrecho¡ª supone dar por hecho que los africanos seguimos sin ser suficientemente v¨¢lidos
P. ?Existe un cierto complejo de inferioridad entre algunos acad¨¦micos africanos? ?Como si lo que viniera de Occidente fuera, por norma, mejor?
R. Existe, pero es un sinsentido. ?Ya tenemos tres generaciones de universitarios en el continente! Hay tantos ejemplos de intelectuales africanos de primer nivel... Achille Mbembe, por ejemplo, un historiador camerun¨¦s que est¨¢ ganando los m¨¢s prestigiosos premios internacionales. Enfatizar la necesidad de descolonizar ¡ªal menos en su sentido m¨¢s estrecho¡ª supone, de alguna manera, dar por hecho que los africanos seguimos sin ser suficientemente v¨¢lidos.
P. Hay quien piensa que el prestigio de las universidades africanas en su conjunto ha ca¨ªdo respecto a las d¨¦cadas posteriores a los procesos de independencia de los a?os cincuenta y sesenta. ?Est¨¢ de acuerdo?
R. Hasta cierto punto. Tenemos unas 25 universidades que siempre aparecen entre las 500 mejores en las clasificaciones internacionales. Varias se encuentran en Sud¨¢frica, algunas en Egipto, est¨¢ la Universidad de Makerere, en Uganda. Pero tambi¨¦n es cierto que algunas universidades que en su momento fueron excelentes, como la de Dar es Salam, en Tanzania, han deca¨ªdo por una mezcla de falta de financiaci¨®n y mal liderazgo.
P. Desde una ¨®ptica de desarrollo, ?qu¨¦ deber¨ªa priorizarse en ?frica, mejores universidades para formar ¨¦lites o una educaci¨®n b¨¢sica de calidad para toda la poblaci¨®n?
R. Es un dilema que lleva sobre la mesa desde hace d¨¦cadas, y no creo que nadie haya sido capaz de resolverlo. Est¨¢ claro que no se pueden tomar decisiones en t¨¦rminos absolutos. Lo suyo, claro, es tener buenas universidades y una ense?anza obligatoria que funcione bien.
P. Como profesor, siempre ha intentado conciliar su fuerte creencia en la justicia social con el concepto de responsabilidad individual. Su lucha por la igualdad de oportunidades no ignora la importancia de las decisiones que toma cada alumno.
R. Hemos de ser cr¨ªticos, entender de d¨®nde venimos. Pero a partir de aqu¨ª, ?qu¨¦ haces? ?Te ahogas en la par¨¢lisis o utilizas tu margen de maniobra para darle la vuelta a las cosas? Yo decid¨ª que el apartheid, o el colonialismo, o lo que fuera, no iban a definir lo que pod¨ªa o no hacer en la vida.
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