Las caries que nos har¨¢n pobres
Seg¨²n un nuevo informe de la OMS, el n¨²mero de hogares espa?oles que se han enfrentado al gasto sanitario catastr¨®fico creci¨® un 60% entre 2006 y 2019
El concepto de ¡°gasto sanitario catastr¨®fico¡± describe cualquier inversi¨®n en salud incompatible con las necesidades m¨¢s b¨¢sicas de un individuo o de un hogar. Es el gasto imposible de sortear que puede empujar a una familia al otro lado de la l¨ªnea de la pobreza. Un tecnicismo tras el que se esconden verdaderos infiernos de angustia, de elecciones imposibles y de trampas de vulnerabilidad en las que no es infrecuente acabar atrapados de por vida.
De acuerdo con un informe publicado esta semana por la oficina europea de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), el n¨²mero de hogares espa?oles que se han enfrentado al gasto sanitario catastr¨®fico creci¨® un 60% entre 2006 y 2019, hasta superar los 300.000 en este ¨²ltimo a?o. Seg¨²n sus datos, la salud se ha convertido en uno de los determinantes de la galopante crisis de desigualdad que sufre nuestro pa¨ªs, que fue ilustrada por este peri¨®dico en su reportaje y editorial de esta semana. El porcentaje de hogares empobrecidos o m¨¢s empobrecidos como consecuencia de su gasto directo en salud se multiplic¨® por cuatro en este mismo per¨ªodo (ver gr¨¢fico).
Algunas de las conclusiones del informe encajan con la imagen que tenemos de la pobreza: hogares en los quintiles m¨¢s bajos del ingreso, castigados por las pensiones miserables, la mala salud y las medidas de austeridad de la Gran Recesi¨®n. Pero, a lo largo de este per¨ªodo, el grueso del problema se ha ido trasladando de los pensionistas a las familias trabajadoras, especialmente aquellas que tienen hijos. En este momento, el perfil mayoritario del gasto sanitario catastr¨®fico es el de una pareja de entre 35 y 50 a?os, con empleo e hijos. Toda una bofetada a un modelo de protecci¨®n que f¨ªa demasiado al mercado de trabajo.
La paradoja del caso espa?ol es que nuestro modelo sanitario es m¨¢s justo y garantista que muchos otros, razonablemente gestionado y financiado, y con un nivel de cobertura que alcanza incluso a los migrantes en situaci¨®n irregular (al menos formalmente). Sin embargo, las v¨ªas de agua del sistema son demasiado grandes. En conjunto, los ciudadanos de Espa?a e Italia financian directamente de su bolsillo entre el 20% y el 25% del gasto sanitario, dos veces m¨¢s que Alemania y casi tres veces m¨¢s que Francia. Los agujeros m¨¢s relevantes est¨¢n en la salud dental y en los productos m¨¦dicos ¡ªmuy especialmente los ¨®pticos¡ª, pero en las familias m¨¢s pobres pesan tambi¨¦n los gastos farmac¨¦uticos para los pacientes ambulatorios. Estos y otros pocos factores determinan la mayor parte de los episodios de gasto catastr¨®fico en los hogares.
Y es tal vez lo que m¨¢s me ha asustado al leer el informe, la certeza de que se queda muy corto. En primer lugar, por alguna raz¨®n el estudio no considera los gastos de salud mental, una verdadera epidemia, ajena a la Seguridad Social, que puede llegar a abrumar el presupuesto familiar por el coste de terapias y medicamentos. Cuando las familias se ven imposibilitadas para costearlo, la enfermedad se paga en la formaci¨®n y capacidades de los j¨®venes, as¨ª como en la empleabilidad y productividad de los adultos. La OCDE ha calculado que el conjunto de estos gastos alcanzar¨ªa el 4,2% del PIB en las econom¨ªas m¨¢s avanzadas, como la espa?ola.
En segundo lugar, los datos del estudio llegan hasta el a?o 2019, por lo que no consideran los efectos de la pandemia. La tormenta perfecta de la covid-19 ha multiplicado las necesidades de las familias ¨Chasta un punto que a¨²n resulta dif¨ªcil de calibrar¨C y puesto contra las cuerdas la capacidad de protecci¨®n de los Estados. No hace falta ser un lince para atisbar que estos factores tendr¨¢n efectos muy similares a los de la Gran Recesi¨®n en el gasto sanitario de los hogares.
?Qu¨¦ se puede hacer al respecto? Quien piense que este asunto se resuelve por la v¨ªa de los seguros privados, deber¨ªa echarle un vistazo al gr¨¢fico adjunto del informe de la OMS. Las familias m¨¢s pobres de nuestro pa¨ªs han ido tirando de este recurso a medida que el sistema p¨²blico les dejaba fuera, pero los seguros siguen siendo una herramienta de ricos. El quintil m¨¢s pr¨®spero de la sociedad sigue gastando en ellos de media hasta seis veces m¨¢s que el quintil m¨¢s pobre, donde se concentran los problemas.
Las recomendaciones del informe insisten m¨¢s bien en lo que ya es evidente para otros organismos como el Consejo Econ¨®mico y Social: el sistema debe gastar m¨¢s para cubrir los agujeros que determinan la pobreza de las familias y hacer m¨¢s equitativos los copagos a los que se ven sometidos. Eso implica, como suger¨ªa este peri¨®dico, aumentar la presi¨®n fiscal media hasta igualarla con los pa¨ªses de nuestro entorno. Pero implica tambi¨¦n mejorar su eficacia reduciendo incentivos regresivos como los que se aplican a los seguros privados.
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