La ¡°revoluci¨®n¡± sanitaria de Boric consiste en parecerse a Espa?a
Sorprende que la derecha chilena y latinoamericana, e incluso algunos medios europeos, tachen de ¡°comunistas¡± algunas de las medidas planteadas por el nuevo gobierno en Chile. En salud, por ejemplo, esta visi¨®n dista mucho de la realidad
En el a?o 2017, Sebasti¨¢n Pi?era y su campa?a presidencial impulsaron el uso de la expresi¨®n Chilezuela para instar a la poblaci¨®n a votar por su candidatura. La premisa era que, si la izquierda ganaba, Chile se precipitar¨ªa hacia una cat¨¢strofe similar a la que lleva a?os consumiendo a Venezuela. Este miedo a la ¡°izquierda radical¡± cobr¨® fuerza durante el estallido social de 2018, las posteriores elecciones a la Convenci¨®n Constitucional y otra vez durante las elecciones presidenciales del a?o pasado, que se saldaron con la victoria de Gabriel Boric.
Desde el pasado 11 de marzo, Boric es oficialmente el presidente de la Rep¨²blica y se dispone a implementar un programa que genera miedo y nerviosismo entre la derecha chilena. Para cualquiera de nosotras en Europa, sin embargo, estas medidas ser¨ªan vistas como una hoja de ruta moderada para alcanzar derechos b¨¢sicos de un Estado de bienestar.
Un ejemplo claro es el programa de salud. Sus propuestas se centran en la creaci¨®n de un Servicio Nacional de Salud que garantice una cobertura universal e igualitaria de todos los chilenos y chilenas con los seguros privados como opci¨®n adicional. Tambi¨¦n en la prevenci¨®n ¨Cpor ejemplo, la limitaci¨®n de publicidad de tabaco y alimentos ultraprocesados¨C, y en mejoras en el sistema sanitario, como la digitalizaci¨®n de los archivos cl¨ªnicos o el refuerzo de los derechos laborales de profesionales sanitarios, o un aumento de recursos en Salud Mental.
Cabe preguntarse c¨®mo es que la derecha chilena y latinoamericana, e incluso diferentes medios europeos, tachan este tipo de medidas de ¡°comunistas¡±. Existe la impresi¨®n de que para poder financiar este sistema de salud, entre otras cosas, se van a llevar a cabo expropiaciones de terrenos, nacionalizaci¨®n de empresas, intervenciones de bancos y otros fen¨®menos vistos en Venezuela, por ejemplo. Pero esta visi¨®n catastrofista dista mucho de las verdaderas propuestas de este gobierno.
Chile es considerado un pa¨ªs de ingresos altos, con un PIB por habitante parecido al de Polonia o Hungr¨ªa, y miembro de la OCDE, el club de las naciones m¨¢s ricas del mundo. Es natural que una naci¨®n con ingresos de pa¨ªs europeo, aspire a servicios de pa¨ªs europeo. Este sentimiento tuvo que ver en el estallido social de 2018 y ha impulsado en gran medida la candidatura de Boric.
Ahora bien, Chile presenta la desigualdad m¨¢s alta de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE), un 65% mayor que el promedio de los pa¨ªses de ingresos altos. Lo que esto implica es que el pa¨ªs existe la riqueza necesaria para crear una sociedad m¨¢s igualitaria, pero la financiaci¨®n requerida para mejorar prestaciones sociales como la salud solo puede salir de all¨ª donde est¨¢ el dinero. Y el dinero en Chile vive en dos o tres barrios de la capital, aquellos donde arras¨® el rechazo a la nueva constituci¨®n, y m¨¢s tarde el candidato ultraderechista Jos¨¦ Antonio Kast.
Un vistazo r¨¢pido al programa de Boric basta para vislumbrar una naci¨®n donde las personas de los estratos m¨¢s pobres tengan acceso a una salud, una educaci¨®n y unas oportunidades que igualen a las de la ¨¦lite
Para aumentar la recaudaci¨®n del Estado y, de paso, comenzar a reducir la enorme desigualdad del pa¨ªs andino, una de las medidas que propone el programa de Boric es un impuesto a los superricos de un 2,5% sobre todo patrimonio superior a cinco millones de d¨®lares. No resulta excesivo teniendo en cuenta que en Espa?a, por ejemplo, el impuesto al patrimonio comienza a partir de los 700.000 euros, y seg¨²n la comunidad aut¨®noma, puede llegar hasta al 3,5%. Dif¨ªcil discutir esta medida en un pa¨ªs donde la mitad de la poblaci¨®n vive con menos de 500 euros al mes, pero con un coste de vida parecido al de Espa?a. Sin embargo, la m¨¢quina de propaganda de la derecha chilena no ha tardado en sembrar el miedo a Chilezuela, una debacle comunista que llevar¨¢ al pa¨ªs a la ruina, donde la gente pobre dejar¨¢ de morir en listas de espera para cirug¨ªas y la gente rica tendr¨¢ menos efectivo para segundas residencias este a?o.
El neoliberalismo imperante tras la ca¨ªda de la dictadura, y la constituci¨®n de 1980, producto de esta, truncaron en Chile lo que deber¨ªa haber sido una transici¨®n hacia un Estado de bienestar que garantizara derechos b¨¢sicos a los m¨¢s vulnerables de la sociedad. Un vistazo r¨¢pido al programa de Boric basta para vislumbrar el final de esa transici¨®n: una naci¨®n donde las personas de los estratos m¨¢s pobres tengan acceso a una salud, una educaci¨®n y unas oportunidades que igualen a las de la ¨¦lite. Garantizar una cobertura universal de salud, de calidad y que no provoque dificultades financieras a la poblaci¨®n, es un paso adelante en materia de igualdad y derechos, no una medida populista. La desinformaci¨®n y la generaci¨®n de miedo son reacciones irresponsables y con claros motivos econ¨®micos que buscan mantener un status quo que la sociedad chilena ya sentenci¨® hace tres a?os. Bajo el mando de Boric, Chile no ser¨¢ Venezuela, pero tiene la oportunidad de ser de los chilenos.