?Hacia un nuevo progresismo en Am¨¦rica Latina?
El discurso sobre las clases populares, las minor¨ªas y la creaci¨®n de un nuevo contrato social m¨¢s justo y colectivo es un punto de encuentro entre los proyectos de Gabriel Boric y Gustavo Petro
El discurso de investidura pronunciado por el presidente chileno Gabriel Boric el pasado 11 de marzo en el Palacio de la Moneda en Santiago representa uno de los momentos capitales de la ret¨®rica presidencial. All¨ª se exaltan las ra¨ªces hist¨®ricas, se destacan los valores fundamentales del proyecto de sociedad y se expone una visi¨®n de futuro.
?Cu¨¢l es la renovaci¨®n generacional que encarna? Y ?en qu¨¦ consiste su proyecto de sociedad?
Lejos del lenguaje marxista-leninista, del discurso de ruptura y del discurso populista, aquel que designa con un dedo a las ¨¦lites responsables de la crisis, el de Boric est¨¢ embebido en una l¨®gica simb¨®lica, aquella que busca enmendar a un pa¨ªs que ha sufrido crisis naturales, econ¨®micas, pol¨ªticas y sociales. En su discurso est¨¢n presentes los nuevos valores de la sociedad chilena: reivindicaci¨®n de los derechos de la poblaci¨®n excluida y diversa y la institucionalizaci¨®n de un trabajo colectivo para enfrentar los desaf¨ªos actuales. Un mensaje que lleva, por encima de todo, un nuevo referente: el de una sociedad abierta, progresista, donde el actor central es la ciudadan¨ªa.
La primera parte del discurso es un llamado a las emociones y se refiere a quienes le permitieron llegar al poder. Si Boric no menciona a Dios, un concepto reconocido en la prosa de la derecha latinoamericana, sus palabras reflejan una confesi¨®n casi cristiana al comprometerse con el pueblo chileno: ¡°Llegamos aqu¨ª para entregarnos en cuerpo y alma al compromiso de hacer mejor la vida en nuestra patria¡±.
La figura central del discurso no es su programa sino su auditorio, al cual se dirige reconociendo con humildad que est¨¢ en el poder gracias a las movilizaciones estudiantiles. Su primera referencia es a aquellos que sufrieron la dictadura. All¨ª se encuentran las v¨ªctimas de la violencia y las familias a la espera de verdad, justicia, reparaci¨®n y no repetici¨®n.
Tambi¨¦n se incluyen las comunidades diversas que han sido excluidas por su condici¨®n sexual, los dirigentes sociales que han luchado por conseguir un techo digno, la clase media y los chilenos de las zonas m¨¢s aisladas. Dirige una menci¨®n especial a los artistas que no pueden vivir de su trabajo.
Si bien no hay una ruptura con el modelo capitalista, el imaginario ser¨¢ otro en la era Boric. El discurso de la derecha, apegado a las cifras y al crecimiento econ¨®mico, se transforma en uno m¨¢s atento frente a las desigualdades: ¡°Cuando no hay distribuci¨®n de la riqueza, cuando la riqueza se concentra solo en unos pocos, la paz es muy dif¨ªcil¡±.
El campo lexical de los sentimientos abunda en su intervenci¨®n y el Boric satanizado como un hombre de izquierda radical hace prueba de empat¨ªa, compromiso y humanismo.
Luego, en un tono m¨¢s grave y dejando las emociones, recuerda los momentos m¨¢s oscuros de la historia chilena, a trav¨¦s del golpe de Estado y la violencia contra las comunidades ind¨ªgenas.
Hace un reconocimiento importante a quienes lucharon por la educaci¨®n p¨²blica, los derechos de las mujeres, los derechos sociales y la democratizaci¨®n del pa¨ªs. Destaca el rol hist¨®rico de figuras como Juan Manuel Balmaceda (1840-1891) y Pedro Aguirre Cerda (1879-1941).
Siguiendo los pasos de Aguirre Cerda, quien cre¨® la Secretar¨ªa de la raza y las horas libres, Boric desea cumplir su promesa de reducir el trabajo de 45 a 40 horas semanales para que los chilenos puedan disfrutar de sus familias. No dej¨® de nombrar a los expresidentes de la Concertaci¨®n que marc¨® el retorno a la democracia, desde Patricio Aylwin a Michelle Bachelet, primera mujer ministra de Defensa en Am¨¦rica Latina y en dos ocasiones presidenta de Chile.
En el ¨¢mbito internacional, Boric critic¨®, aun sin mencionarlos, a aquellos gobiernos que, como Venezuela, Cuba y Nicaragua, violan los derechos humanos y pidi¨® respeto sin importar el ¡°color del Gobierno que vulnere¡±.
Si bien los desaf¨ªos que deber¨¢ enfrentar se enmarcan en una agenda global ¨Demergencia clim¨¢tica, migraci¨®n, globalizaci¨®n, crisis energ¨¦tica, violencia contra las mujeres¨D, el nuevo gobernante mencion¨® con vehemencia un desaf¨ªo mayor: la crisis en la regi¨®n de Araucan¨ªa.
Sus palabras exponen otra mirada del conflicto, no desde la represi¨®n y la autoridad, sino desde el di¨¢logo, lo social y la recuperaci¨®n de los derechos de los ind¨ªgenas mapuches. El cambio de pol¨ªtica ser¨¢ total. A realidades hist¨®ricas como el abuso y el despojo, contrapone la confianza, el di¨¢logo y la empat¨ªa.
Sin duda el llamado m¨¢s emocionante de su discurso se dio al recordar la frase c¨¦lebre de Salvador Allende hace medio siglo: ¡°Estamos de nuevo, compatriotas, abriendo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, el hombre y la mujer libre, para construir una sociedad mejor¡±.
?Puede la ola de Gabriel Boric influir en Am¨¦rica Latina? El discurso hacia las clases populares, las minor¨ªas y la creaci¨®n de un nuevo contrato social m¨¢s justo y colectivo es un punto de encuentro entre los proyectos de Gabriel Boric y Gustavo Petro, candidato con m¨¢s opciones en las elecciones presidenciales de Colombia.
Ambos defienden el progresismo y est¨¢n muy lejos de un comunismo o socialismo. Antes que revoluci¨®n, abogan por un modelo m¨¢s humano en defensa de la vida y de lucha frente al cambio clim¨¢tico. Antes que igualdad, prefieren la libertad, aquella que se obtiene a trav¨¦s de la educaci¨®n y del conocimiento. Antes que unilateralismo, propio del trumpismo o del bolsonarismo, su modelo aboga por una visi¨®n multilateral donde el mundo y las alianzas progresistas est¨¢n en primera l¨ªnea.
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