Chile tiene un problema con el nacionalpopulismo. Es el mismo que tiene Espa?a
El pa¨ªs sudamericano protagoniza un debate migratorio desinformado y agresivo que recuerda a los que se han vivido en Europa. La sociedad chilena no deber¨ªa cometer los mismos errores
Una frontera al rojo vivo, un movimiento nacionalpopulista que convierte a las migraciones en su caballo de Troya, un debate p¨²blico profundamente desinformado y un Gobierno de izquierdas a la defensiva, justificando su existencia a base de convertirse en otros.
Con esta descripci¨®n podr¨ªamos estar hablando hoy de casi cualquier sitio. Pero el pa¨ªs al que me refiero es Chile, la ¡°Alemania de Am¨¦rica Latina¡± devenida en caos, mentira y enfrentamiento. El pasado mes de mayo tuve oportunidad de realizar una visita extremadamente ilustrativa e intensa a este pa¨ªs maravilloso que est¨¢ en el origen de mi educaci¨®n emocional y pol¨ªtica. En ella pude comprobar que Chile se encuentra en un lugar por el que otras naciones ya hemos pasado. Que su sociedad se enfrenta a un dilema que en Espa?a, ay, estamos resolviendo de la peor manera. Y me gustar¨ªa poder decirles que no cometan nuestros mismos errores.
La situaci¨®n que all¨ª se vive parece casi de manual:
El Partido Republicano del ultraderechista Jos¨¦ Antonio Kast y su ecosistema medi¨¢tico han conseguido establecer un relato en el que la inmigraci¨®n est¨¢ directamente ligada con la inseguridad (real y percibida) de la poblaci¨®n y las dificultades de las instituciones para responder de forma proporcional y ordenada. El asunto de la inseguridad es muy complejo y constituye una preocupaci¨®n cierta para todas las clases sociales, pero las investigaciones hechas por medios y centros de investigaci¨®n independientes niegan la mayor: primero, la tasa de criminalidad entre los extranjeros (venezolanos, mayoritariamente, pero tambi¨¦n haitianos, peruanos, bolivianos y otros) est¨¢ por debajo de la media. Segundo, en aquellos delitos donde prima la presencia de extranjeros ¡ªcomo el de la trata¡ª las principales v¨ªctimas tambi¨¦n son inmigrantes. Tercero, el car¨¢cter multinacional de bandas de crimen organizado como el narco tiene una naturaleza muy alejada de los flujos de trabajadores y asilados que recibe el pa¨ªs y de los desaf¨ªos que estos plantean.
El partido del ultraderechista Jos¨¦ Antonio Kast y su ecosistema medi¨¢tico han conseguido establecer un relato en el que la inmigraci¨®n est¨¢ directamente ligada con la inseguridad (real y percibida) de la poblaci¨®n
Las migraciones son una v¨ªa eficaz para posicionarse en el debate p¨²blico, pero los objetivos de los nacionalpopulistas van mucho m¨¢s all¨¢. Tras el fallido primer intento de reformar la Constituci¨®n heredada de Pinochet y la disoluci¨®n de la primera asamblea constituyente, el Partido Republicano se ha hecho con la mayor¨ªa absoluta en la segunda. De la ilusi¨®n reformista de hace solo unos a?os, hoy queda un riesgo serio de estancamiento e incluso retroceso en un pa¨ªs definido por los principios neoliberales e hiperconservadores impuestos por la dictadura.
El Gobierno progresista de Gabriel Boric sufre en este asunto el mismo desconcierto paralizante de sus pares en otros pa¨ªses, como Espa?a. La izquierda no solo ha demostrado una incapacidad desasosegante para zafarse de la telara?a desinformativa de los antiimigraci¨®n, sino que ha respondido a los matones demostrando que ellos tambi¨¦n son capaces de la mano dura. La vergonzosa agarrada diplom¨¢tica que protagonizaron Chile y Per¨² hace algunas semanas a costa de 300 personas en situaci¨®n humanitaria cr¨ªtica deber¨ªa hacer saltar todas las alarmas. La consecuente militarizaci¨®n de la frontera es un peligroso modelo de gesti¨®n migratoria que rara vez tiene marcha atr¨¢s. Eso tambi¨¦n lo sabemos aqu¨ª.
Las consecuencias de este proceso no son solo ¨¦ticas y no est¨¢n limitadas al corto plazo. Como buena parte de la regi¨®n latinoamericana, Chile est¨¢ pasando de la posici¨®n de emisor a la de receptor neto de migrantes. La transici¨®n demogr¨¢fica del pa¨ªs sugiere que su econom¨ªa necesitar¨¢ en los pr¨®ximos a?os un n¨²mero creciente de trabajadores extranjeros, distribuidos en toda la escala de cualificaci¨®n. Como se?ala el ¨²ltimo Informe de Desarrollo Mundial del Banco Mundial, la mayor parte de los pa¨ªses de ingreso medio y medio-alto se encuentra en una transici¨®n demogr¨¢fica derivada de la ca¨ªda de la natalidad y el incremento de la esperanza media de vida. Chile no es una excepci¨®n a este proceso, que forzar¨¢ a una carrera por el talento y la mano de obra incompatible con las tesis aislacionistas del Partido Republicano.
La izquierda chilena no solo ha demostrado una incapacidad desasosegante para zafarse de la telara?a desinformativa de los antiimigraci¨®n, sino que ha respondido a los matones, demostrando que ellos tambi¨¦n son capaces de la mano dura
La buena noticia para Chile es que a¨²n est¨¢n a tiempo de echar el freno y cambiar de rumbo. Algo de un nuevo relato, no reactivo, sino sustitutivo, pudimos ver en Boric tras la cumbre sudamericana de Brasil de finales de mayo. Afirmaciones honestas, basadas en los hechos econ¨®micos y en las obligaciones legales, adem¨¢s de los valores. Pero se trata de ir m¨¢s all¨¢ y liderar un discurso alternativo al que se extiende como una mancha de aceite en todo el mundo. No es una quimera: con el Proceso de Quito, 13 pa¨ªses de la regi¨®n ¡ªChile, entre ellos¡ª se han esforzado por coordinar la acogida de seis millones de venezolanos, compartir informaci¨®n y establecer criterios comunes de gesti¨®n de los flujos. No ha sido perfecto, pero en comparaci¨®n con el modo en que la UE o EE UU gestionan sus propios desaf¨ªos migratorios, la respuesta latinoamericana podr¨ªa figurar en los museos de pol¨ªticas p¨²blicas.
El debate migratorio de Chile y sus implicaciones en otros campos es tambi¨¦n un problema europeo. Precisamente porque el peligro del nacionalpopulismo es multipolar, la respuesta que le demos tambi¨¦n debe serlo. Del mismo modo que Abascal, Orb¨¢n, Trump o Kast comparten recursos, experiencias y estrategia, el movimiento global por un modelo de movilidad humana m¨¢s justo e inteligente debe unir fuerzas. Apoyemos a Chile con recursos narrativos, m¨²sculo pol¨ªtico y alianzas innovadoras. Aprendamos de su experiencia ¡ª?qu¨¦ maravilloso Museo de la Memoria!¡ª, protejamos su exigente debate p¨²blico e inspir¨¦monos con el anhelo de cambio de su sociedad. El frente amplio al que aspiramos en este caso no es partidista y, ciertamente, no es solo de izquierdas. Pero s¨ª es profundamente pol¨ªtico: la movilizaci¨®n de aquellos que creemos que el lugar en el que naces no puede determinar tus derechos de por vida.
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