El fin de lo global... y el momento de lo local
Las soluciones a las grandes crisis de la humanidad siguen principios comunes: bajar el consumo, volver a lo local, centrarse en lo importante, recuperar el tiempo y disfrutarlo en buena compa?¨ªa. Alejarse de todo lo que huele a combustibles f¨®siles y globalizaci¨®n es invertir en futuro
Corren tiempos extra?os, llenos de peligro y oportunidad. Quiz¨¢s estemos despertando por fin del sue?o anest¨¦sico de una econom¨ªa derrochadora como si no hubiera un ma?ana. Han tenido que suceder en cascada la peor pandemia del siglo, la peor sequ¨ªa en d¨¦cadas, una guerra en Europa y una escasez impensable de todo para darnos cuenta de que esta globalizaci¨®n sin l¨ªmites ni sentido nos hace altamente vulnerables. Que pone en riesgo nuestro abastecimiento alimentario, nuestra independencia energ¨¦tica, la seguridad sanitaria y la estabilidad clim¨¢tica. A¨²n podemos aprender la lecci¨®n: dejando de consumir tanto, produciendo aqu¨ª lo que necesitamos y siendo solidarios con el resto del mundo, como lo estamos siendo ahora con el pueblo ucranio.
Efectivamente, el modelo econ¨®mico del crecimiento y la globalizaci¨®n est¨¢ totalmente despegado de la realidad biof¨ªsica y social. Su colapso anunciado ha llegado, ya no habr¨¢ m¨¢s normalidad. Hemos alterado el equilibrio planetario que permiti¨® el desarrollo de la civilizaci¨®n humana en los ¨²ltimos 7.000 a?os. Lo preve¨ªan hace justo cinco d¨¦cadas, en el famoso informe Los L¨ªmites del Crecimiento que produjo el Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachusetts (MIT) para el Club de Roma: un aumento continuado del uso de recursos no renovables y de la contaminaci¨®n nos llevar¨ªa a un certero declive.
Ha habido un despertar en la fuerza, a golpes y muerte, pero amaneciendo posibilidades. Empezamos a conectar los puntos: el petr¨®leo y el gas a¨²n dominan nuestras econom¨ªas, disminuir nuestra dependencia, por ejemplo bajando la calefacci¨®n, puede contribuir a que vivan millones de personas en Ucrania y en Irak, y en el futuro. Depender tanto del turismo internacional nos hunde en cuanto cierran aeropuertos, pero diversificar la econom¨ªa y apostar por la I+D+i abrir¨¢ puertas de vuelta a nuestros j¨®venes talentos. Cultivar el trigo y fabricar el material sanitario, nos traer¨¢ soberan¨ªa y resiliencia en alimentaci¨®n y sanidad. Apostar de verdad por el ahorro, la eficiencia y las comunidades energ¨¦ticas renovables nos brindar¨¢ la ansiada independencia energ¨¦tica no solo de Putin, sino de los avaros oligopolios, acelerando adem¨¢s la acci¨®n clim¨¢tica. Revertebrar el mundo rural con el tren de toda la vida, que no necesita gas ni petr¨®leo, es cuesti¨®n de calidad de vida y justicia.
?Y el agua? La mitad de la poblaci¨®n mundial vivir¨¢ bajo estr¨¦s h¨ªdrico en 2050, si no ajustamos nuestra desmesurada demanda a la disponibilidad y proyecciones clim¨¢ticas. En otras palabras, racionalizamos y ahorramos o nuestras hijas migrar¨¢n o ir¨¢n a la guerra por su carencia. Sin petr¨®leo no hay econom¨ªa del crecimiento, sin agua no hay vida. Pensemos en la que consume la moda r¨¢pida, los productos del otro lado mundo o el tercio de comida que desechamos. Quiz¨¢s tengamos que tomar lo que da la tierra de nuevo, reaprender las temporadas y agradecerlo todo. Los garbanzos de secano son m¨¢s peque?os, los tomates son del verano.
Hemos alterado el equilibrio planetario que permiti¨® el desarrollo de la civilizaci¨®n humana en los ¨²ltimos 7.000 a?os
Pero, sobre todo, hay que entender a los agricultores: el regad¨ªo les da margen para respirar, porque les ahogan las multinacionales que controlan los precios. La gente debe estar en el centro de esta gran transformaci¨®n: no podemos dejar tirados a agricultoras, transportistas ni peque?os comercios. Eliminemos los grandes intermediarios que se llevan la pasta sin aportar valor. Recuperemos los mercados de proximidad, con venta y contacto directo, para conversar, conocernos y volver a confiar en la humanidad. S¨ª, la econom¨ªa local es ante todo humanidad, que la estamos perdiendo. Los cantos de sirena de la comodidad e inmediatez nos venden al diablo. Pensemos lo que significa pedir algo por internet y tenerlo en casa en 48 horas, venga de donde venga. Transportistas que no tienen tiempo ni de mear, tiendas del barrio que cierran, y una barbaridad log¨ªstica y ambiental.
Parece todo muy complicado, pero las soluciones siguen principios comunes y sencillos: bajar el consumo, volver a lo local, centrarse en lo importante, recuperar el tiempo y disfrutarlo en buena compa?¨ªa. Si quieres invertir en futuro, al¨¦jate de todo lo que huele a combustibles f¨®siles y globalizaci¨®n. Si queremos entornos no masificados y saludables, salgamos de las grandes ciudades, volvamos a cuidar, trabajar y vivir en el mundo rural. Casualidad, o no, que todo esto adem¨¢s reduce emisiones y genera m¨¢s y mejor empleo.
No se trata de retornar a las cavernas. El cansino lema de que ¡°sin crecimiento no hay empleo¡± es tan falso como falaz. Existe una bendita curva que muestra la saturaci¨®n de la calidad de vida con el crecimiento econ¨®mico: pasado un cierto nivel de renta per c¨¢pita (que cubre lo fundamental), el resto es consumismo y desgracias del primer mundo: ansiedad, estr¨¦s, depresi¨®n. Podr¨ªamos vivir todos en equilibrio, y la equidad har¨ªa el resto.
El cansino lema de que ¡°sin crecimiento no hay empleo¡± es tan falso como falaz
Comencemos por cambiar nuestro imaginario para repensar el empleo, la econom¨ªa y nuestras prioridades. De priorizar el dinero a priorizar el tiempo, las personas, la salud y la vida. En vez de valorar los ej¨¦rcitos, las reservas de petr¨®leo y la especulaci¨®n inmobiliaria, valoremos la alimentaci¨®n sana, el agua limpia, la cultura libre, la biodiversidad, el derecho a la vivienda y la sanidad universal. Y las risas alegres y las miradas curiosas.
Acto seguido, repartamos el trabajo. Porque trabajo sobra para reconstruir y disfrutar nuestro mundo. Tenemos que cuidar de ni?as y mayores, sanar a los enfermos, renaturalizar las ciudades, repoblar los pueblos, reparar lo averiado, reconvertir lo olvidado, restaurar ecosistemas degradados, practicar la agricultura regenerativa, crear arte, hacer ciencia, ense?ar y aprender.
Uno puede cambiarse a s¨ª mismo y su entorno cercano. Propongo relocalizarnos tambi¨¦n para vivir en nuestro lugar, donde nuestra influencia es m¨¢xima, especialmente en colectivo, y adem¨¢s recolectamos con satisfacci¨®n los frutos del trabajo bien hecho. Ah¨ª va una peque?a historia personal: tras largos a?os en grandes ciudades hipertur¨ªsticas y globalizadas, me he vuelto al medio rural, a mi tierra: la Ribera del Duero. Para recorrer los caminos de Machado en busca de horizontes mejores. Me apetece comunidad, saludar por la calle, demostrar que se puede, generar oportunidades para que los j¨®venes regresen orgullosos. Quiero luchar por el hospital y el tren. Ayudar a mi hermano con su bodega artesanal de vino ecol¨®gico, volver a vendimiar con la familia, tocar la tierra que me vio nacer, recuperar la autoestima del campo. Trabajar cuatro d¨ªas. Compartir. Ser feliz.
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