Conflictos, emergencia clim¨¢tica y hambre: hagamos que esta sea la ¨²ltima tormenta perfecta
Asistimos a la tercera crisis alimentaria en los ¨²ltimos 15 a?os, que aumentar¨¢ la poblaci¨®n hambrienta en millones de personas. Ahora urge una apuesta decisiva por la transici¨®n de los sistemas productivos hacia la sostenibilidad
¡°Antes la agricultura nos daba grandes rendimientos y cultiv¨¢bamos una gran diversidad de productos, ahora lo hemos perdido todo¡±, afirma Ndieme Ndong, de la organizaci¨®n de mujeres de Mar Lodj, una isla en Senegal en la que podr¨ªa haberse desatado la tormenta perfecta que vaticinaba el demoledor informe de IPES FOOD publicado el pasado mes de mayo. La subida del nivel del mar como consecuencia del cambio clim¨¢tico, la salinizaci¨®n de las tierras cultivables fruto de la destrucci¨®n de los manglares que proteg¨ªan la isla, los bancos de peces esquilmados por la sobreexplotaci¨®n pesquera y la presi¨®n sobre la tierra, han provocado una fuerte migraci¨®n, fundamentalmente masculina, en busca de un futuro mejor. Las mujeres se han quedado al frente de sus familias y de un territorio empobrecido, con los medios de vida (y de producci¨®n) aniquilados. La subida de precios de los alimentos disparada por la guerra en Ucrania, complica m¨¢s si cabe el acceso a una alimentaci¨®n completa para ellas y sus familias.
Pero estas mujeres valientes no se han quedado sentadas. Se han organizado para trabajar intensamente en la recuperaci¨®n de tierras, reforestaci¨®n de manglares, explotaci¨®n marisquera sostenible y otras iniciativas de adaptaci¨®n al cambio clim¨¢tico con innovaci¨®n, convencidas de que juntas y organizadas ser¨¢n m¨¢s fuertes frente al enorme desaf¨ªo de hacer sostenible la vida en sus territorios. Est¨¢n haciendo los deberes, aunque su ¨¦xito no va a depender solo de ellas.
La pandemia y la guerra han golpeado con fuerza unos sistemas alimentarios estructuralmente incapaces de resistir los embates que recurrentemente sacuden nuestro mundo como consecuencia de crisis financieras, clim¨¢ticas o geopol¨ªticas, poniendo sobre la mesa otra vez su vulnerabilidad.
De hecho, asistimos a la tercera crisis alimentaria en los ¨²ltimos 15 a?os, que aumentar¨¢ la poblaci¨®n hambrienta en millones de personas. Seg¨²n el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrici¨®n en el mundo de 2022, elaborado conjuntamente por cinco organismos de Naciones Unidas, solo la pandemia habr¨ªa elevado esta cifra en 150 millones de personas entre 2019 y 2021.
Acabar con la especulaci¨®n financiera con bienes de primera necesidad como los alimentos, incidiendo en marcos regulatorios globales m¨¢s garantistas, es tambi¨¦n imprescindible
Se evidencia una vez m¨¢s que, en paralelo a las actuaciones de emergencia, se debe trabajar sobre las debilidades m¨¢s estructurales de los sistemas alimentarios, para permitir a los pa¨ªses m¨¢s vulnerables aumentar su capacidad de resiliencia y disminuir su dependencia externa de la importaci¨®n de alimentos, fertilizantes u otros insumos agr¨ªcolas. Solo as¨ª, podr¨¢n afrontar con mayores garant¨ªas los cambios de contexto global y garantizar el derecho a la alimentaci¨®n de su poblaci¨®n.
La buena noticia es que para hacer frente a esos retos sist¨¦micos existe desde hace tiempo una hoja de ruta definida. Una senda hacia la sostenibilidad de los sistemas alimentarios en la que todos los pa¨ªses tenemos desaf¨ªos, incluidos los m¨¢s ricos. Y que va a necesitar que todos los actores se arremanguen y remen en la misma direcci¨®n, en un esfuerzo conjunto coordinado desde los gobiernos y organismos multilaterales, con decidida voluntad pol¨ªtica para la transformaci¨®n.
Tanto las directrices voluntarias de la FAO para el derecho humano a la alimentaci¨®n, como las m¨¢s recientes elaboradas por el Comit¨¦ de Seguridad Alimentaria Mundial sobre sistemas alimentarios y nutrici¨®n, desde un enfoque integral, sist¨¦mico y basado en evidencia cient¨ªfica, pautan recomendaciones claras que es preciso acometer e impulsar a nivel global. Una hoja de ruta que pasa, necesariamente, por apoyar las explotaciones agr¨ªcolas familiares y de peque?a escala ¨Cque proveen el 80% de los alimentos que se consumen en el mundo¨C y muy especialmente las lideradas por mujeres, que siguen discriminadas en todo el planeta en el acceso a recursos naturales productivos, capacitaci¨®n y cr¨¦dito, cuando parad¨®jicamente desempe?an un papel clave en la seguridad alimentaria global.
Esa ruta de cambio pasa asimismo por la diversificaci¨®n de la producci¨®n y de las dietas, recuperando en los territorios en riesgo alimentos tradicionales que han sido sustituidos por otros de importaci¨®n de los que ahora dependen, pero tambi¨¦n transformando los modelos de consumo y alimentaci¨®n dominantes en el mundo rico, cuya poblaci¨®n debe transitar hacia dietas m¨¢s sostenibles, rebajando notablemente el consumo de carne, entre otras cuestiones. Reducir el desperdicio alimentario es otra prioridad para favorecer una distribuci¨®n m¨¢s justa e igualitaria de los alimentos disponibles, adem¨¢s de aminorar los enormes impactos ambientales y econ¨®micos que tiene un fen¨®meno cuyas cifras suponen un esc¨¢ndalo dif¨ªcil de ignorar: actualmente se estima que se desperdicia un tercio de la producci¨®n mundial de alimentos, con el que podr¨ªa alimentarse a m¨¢s del doble de personas de las que constituyen la poblaci¨®n hambrienta actual.
Romper el c¨ªrculo vicioso entre alimentaci¨®n insostenible y cambio clim¨¢tico tambi¨¦n debe ser una apuesta contundente. Por un lado, el sistema alimentario actual podr¨ªa estar causando el 34% de las emisiones que provocan el cambio clim¨¢tico. Y este a su vez desencadena sequ¨ªas, inundaciones, p¨¦rdida de terreno cultivable, cambios de ciclo pluvial, plagas e incendios, que hacen que en algunos territorios la producci¨®n de alimentos sea una aut¨¦ntica odisea. Territorios que no tienen responsabilidad alguna en la generaci¨®n del cambio clim¨¢tico. Al igual que en Mar Lodj, lo constatamos tambi¨¦n en otras regiones del planeta en las que desde Enra¨ªza Derechos acompa?amos a poblaci¨®n campesina. ¡°El tiempo de ahora ya no es el de antes, de repente llegan lluvias torrenciales u otros fen¨®menos y arrasan las producciones¡±, relata Wilma Mendoza, presidenta de la Confederaci¨®n Nacional de Mujeres Ind¨ªgenas de Bolivia. Es a todas luces inaplazable transitar hacia modelos de producci¨®n y distribuci¨®n de alimentos m¨¢s bajos en emisiones, que adem¨¢s hagan un uso sostenible de los recursos naturales.
Acabar con la especulaci¨®n financiera con bienes de primera necesidad como los alimentos, incidiendo en marcos regulatorios globales m¨¢s garantistas, es tambi¨¦n imprescindible. El primer d¨ªa de la invasi¨®n de Ucrania, el oportunismo jug¨® su baza disparando inmediatamente el precio del trigo, como nos relata el mencionado informe de IPES-FOOD: ¡°Justo despu¨¦s de que comenzara la invasi¨®n, los inversores no tardaron un segundo en dirigirse a los mercados de futuros del trigo y del ma¨ªz [...]. En tan solo nueve d¨ªas, el precio del trigo en los mercados de futuros se dispar¨® un 54%. Despu¨¦s retrocedi¨® casi con la misma rapidez, pero permaneci¨® en niveles elevados¡±.
Buena parte de estas debilidades estructurales, as¨ª como la hoja de ruta para afrontarlas, ya fueron identificadas durante la crisis alimentaria de 2008, aunque resulta evidente que no se abordaron con la seriedad ni los recursos necesarios. Ahora urge una apuesta decisiva por la transici¨®n de los sistemas alimentarios hacia la sostenibilidad. Una apuesta en la que debe ser clave el papel de la cooperaci¨®n internacional y que exige una gobernanza global reforzada, capaz de movilizar las inversiones necesarias e impulsar un mayor alineamiento y convergencia de los esfuerzos, en todos los niveles y todos los sectores, para orientarlos de manera coherente hacia un objetivo compartido: Hambre Cero.
El planeta y cada vez m¨¢s millones de personas como Ndieme o Wilma no pueden permitirse que esta vez tambi¨¦n se mire para otro lado y se planteen respuestas cortoplacistas que las dejen expuestas a futuras crisis alimentarias. La sostenibilidad global y el derecho a la alimentaci¨®n de esas personas no admiten m¨¢s tiritas.
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