Cuatro palancas para inyectar ox¨ªgeno pol¨ªtico y financiero al Sur Global
La pandemia y la guerra de Ucrania han agudizado gravemente las necesidades financieras del mundo en desarrollo y amenazan con volatilizar los objetivos de desarrollo. La comunidad internacional puede responder eficazmente en campos como el de la deuda, la ayuda, los impuestos o las migraciones. Este ejercicio beneficiar¨ªa al conjunto del planeta
Cuando las delegaciones oficiales de todo el mundo se den cita en Nueva York el pr¨®ximo septiembre para una evaluaci¨®n a medio camino de la Agenda 2030, el primer asunto sobre la mesa ser¨¢ c¨®mo pagar la factura. Para el Sur Global, los ocho a?os que han pasado desde 2015 han supuesto una concatenaci¨®n de crisis que han disparado las necesidades del desarrollo y jibarizado los recursos para hacerles frente. A menos que la comunidad internacional act¨²e de manera decidida para amortiguar unos y expandir otros, el legado de los Objetivos de Desarrollo Sostenible ser¨¢ un planeta m¨¢s pobre, enfermo y peligroso de lo que era cuando empezaron.
Una estimaci¨®n reciente de la Conferencia de Comercio y Desarrollo de la ONU (UNCTAD) elevaba a 774.000 millones de d¨®lares (753.000 millones de euros) el bocado de covid-19 en la financiaci¨®n disponible para el desarrollo sostenible de los pa¨ªses de ingreso medio y bajo. Esta ca¨ªda ¡ªque equivale al 17% del total de los recursos disponibles y considera solo el primer a?o de la pandemia¡ª se explica por la ca¨ªda de los flujos de capital y, muy especialmente, por el desplome de los ingresos p¨²blicos. En conjunto, la brecha estimada de financiaci¨®n de los ODS creci¨® un 56%, hasta alcanzar la friolera de 3,9 billones de d¨®lares (3,7 billones de euros) en 2020.
Mientras los recursos p¨²blicos se desploman, el Sur Global hace frente a una verdadera tormenta perfecta para el desarrollo. Cuando la mayor¨ªa de pa¨ªses no hab¨ªan empezado a levantar la cabeza por los efectos de la pandemia, la sequ¨ªa y, muy especialmente, la guerra en Ucrania, han elevado cada uno de los riesgos exponencialmente. El a?o 2022 marc¨® un r¨¦cord en el ?ndice de Precios de los Alimentos que elabora la Organizaci¨®n de la ONU para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO), despu¨¦s de que en 2021 hubiesen crecido ya un 28%. El incremento desmesurado de los precios de alimentos b¨¢sicos como los cereales ha disparado el n¨²mero de personas en situaci¨®n de inseguridad alimentaria aguda a los 193 millones, pr¨¢cticamente el doble que en 2016.
Cerca de medio centenar de pa¨ªses se exponen a una crisis combinada de altos precios en los alimentos, la energ¨ªa y la deuda. Un n¨²mero dos veces mayor est¨¢ gravemente lastrado por al menos una de estas tres crisis. Regiones enteras, como ?frica subsahariana y Oriente Pr¨®ximo, malviven atrapadas en un c¨ªrculo vicioso de pobreza, conflicto y emergencia clim¨¢tica.
Lamentablemente, el entusiasmo keynesiano de los pa¨ªses ricos en la respuesta a la crisis derivada de la pandemia no lleg¨® m¨¢s all¨¢ de sus fronteras. Si la respuesta fiscal media de las econom¨ªas de ingresos altos fue del 11,7% de su PIB, la del conjunto del mundo en desarrollo fue exactamente la mitad. La de los pa¨ªses de ingresos bajos se limit¨® a un magro 3,2% de sus magras econom¨ªas nacionales. No hay red de seguridad en los m¨¢rgenes Sur global, vino a decir la comunidad internacional.
El 1% m¨¢s rico del planeta se ha hecho con dos terceras partes de toda la riqueza generada en la econom¨ªa global.
Cuando las necesidades ahogan y los recursos escasean, el resultado es el endeudamiento de las econom¨ªas. Y el de este per¨ªodo amenaza con batir r¨¦cords. Como explicaba Jos¨¦ Naranjo en una pieza publicada recientemente en este diario, ¡°la deuda de los gobiernos subsaharianos representa el 53,73% de su PIB, seg¨²n el Fondo Monetario Internacional, y nada menos que?22 pa¨ªses est¨¢n en riesgo de impago (¡)¡±. La regi¨®n africana es sin duda la m¨¢s afectada, pero no la ¨²nica. La asfixiante deuda externa supone un obst¨¢culo insorteable para la recuperaci¨®n de pa¨ªses como Laos, Rep¨²blica Dominicana o Turkmenist¨¢n, donde el servicio de la deuda supone entre un 30% y un 40% de los ingresos p¨²blicos, lo que choca frontalmente con los objetivos de gasto social. Sri Lanka (22 millones de habitantes) ofrece una fotograf¨ªa del futuro que podr¨ªa esperar a algunos de estos pa¨ªses: impago en abril de 2022, crisis socioecon¨®mica, protestas sociales, violenta represi¨®n policial y ca¨ªda de dos gobiernos consecutivos antes del fin del verano.
Para quienes peinamos algunas canas esta situaci¨®n resulta alarmantemente familiar. As¨ª lo explicaba el seminario The Economist en julio del pasado a?o, comentando el estado de 53 econom¨ªas emergentes fr¨¢giles: ¡°La sombr¨ªa situaci¨®n actual tiene una analog¨ªa en los desesperados a?os ochenta y noventa. Entonces, como ahora, a un largo per¨ªodo de crecimiento robusto y condiciones financieras favorables siguieron tiempos de vacas flacas y un aumento de la carga de la deuda. Las crisis macroecon¨®micas, el aumento de la inflaci¨®n y, finalmente, la subida de los tipos de inter¨¦s en el mundo rico, empujaron a muchas econom¨ªas pobres muy endeudadas al abismo¡±.
Pese a que los niveles actuales de endeudamiento no han llegado todav¨ªa a los de entonces, la situaci¨®n podr¨ªa ser m¨¢s complicada de resolver. A diferencia de los a?os 90 y 2000 ¡ªcuando se aprobaron las iniciativas para los Pa¨ªses Pobres Altamente Endeudados (HIPC, por sus siglas en ingl¨¦s) en 1996 y para el Alivio de la Deuda Multilateral (MDRI, por sus siglas en ingl¨¦s) en 2005¡ª una parte no despreciable de la deuda del mundo en desarrollo se encuentra en manos de acreedores privados y de pa¨ªses, como China, que no pertenecen al llamado Club de Par¨ªs. Este grupo de naciones pr¨®speras ha actuado como referente informal en las negociaciones de alivio de deuda. Eso complica mucho los esfuerzos coordinados de condonaci¨®n, que est¨¢n sujetos a un esquema sorprendentemente informal. Las pulsiones nacionalistas chinas, explica la investigadora Deborah Brautigam en la revista Foreign Affairs, podr¨ªan hacer descarrilar el esfuerzo del G20 por alcanzar un nuevo pacto post-pandemia de alivio de la deuda a trav¨¦s del llamado Marco Com¨²n.
La cancelaci¨®n de parte de la deuda es clave, pero necesitaremos mucho m¨¢s. El primer paso es un incremento sustancial de la ayuda al desarrollo, que crece de manera desesperantemente lenta desde su m¨ªnimo hist¨®rico en 2001. Cumplir el compromiso del 0,7% doblar¨ªa los recursos actuales hasta superar los 350.000 millones de euros anuales. Esta cantidad no es suficiente para sacar al Sur global del agujero financiero, pero puede ayudar mucho en sectores particularmente sensibles como los de la pobreza extrema, la seguridad alimentaria o la salud. Solo en este ¨²ltimo campo, los a?os de la pandemia han visto un retroceso sin precedentes en la lucha contra el VIH, la malaria, la tuberculosis o la neumon¨ªa infantil, que provocan cada a?o la muerte de millones de seres humanos. La ayuda al desarrollo apuntala el bienestar de las poblaciones m¨¢s pobres del planeta exactamente donde lo necesitan.
La tercera fuente de financiaci¨®n que se busca desbloquear es la de los ingresos fiscales, tanto en los propios pa¨ªses en desarrollo como en los pa¨ªses donantes que podr¨ªan distribuirlos. El argumento es conocido: desde 2020, el 1% m¨¢s rico del planeta se ha hecho con dos terceras partes de toda la riqueza generada en la econom¨ªa global. Algunos sectores, como el de la energ¨ªa y el de los alimentos, declaran ingresos hist¨®ricos como consecuencia de la inestabilidad geopol¨ªtica y el incremento derivado de los precios. Solo en esos dos sectores, Oxfam estima en 257.000 millones de d¨®lares (244.000 millones de euros) los beneficios distribuidos a los accionistas de estas compa?¨ªas en 2022.
Mientras tanto, una combinaci¨®n de derrotismo pol¨ªtico e ingenier¨ªa legal permite a plut¨®cratas y transnacionales eludir sus responsabilidades fiscales. Los impuestos sobre la renta, sociedades, patrimonio, sucesi¨®n o dividendos de capital se han desplomado en los ¨²ltimos 50 a?os a una sexta parte de lo que eran. La ruptura del contrato social global es solo un reflejo de las rupturas m¨²ltiples de los contratos nacionales, precisamente cuando la emergencia clim¨¢tica y social lo hacen m¨¢s necesario que nunca. A pesar de sus esfuerzos, el G20 y la OCDE han protagonizado un colosal gatillazo pol¨ªtico en su intento de establecer un tipo m¨ªnimo del 15% para los beneficios de las grandes compa?¨ªas, all¨ª donde operen. La complicidad de algunos Estados y de las cien mayores multinacionales del mundo en el juego de la elusi¨®n fiscal deriva en una carrera hacia atr¨¢s que, seg¨²n la OCDE, cuesta al sector p¨²blico global 147.000 millones de euros en impuestos no recaudados y permitir¨ªa reubicar a sus leg¨ªtimos due?os unos 123.000 millones de euros.
Cerca de medio centenar de pa¨ªses se exponen a una crisis combinada de altos precios en los alimentos, la energ¨ªa y la deuda
La cuarta palanca de financiaci¨®n del desarrollo que es posible activar en el medio plazo tiene que ver con la redistribuci¨®n de las oportunidades de empleo y progreso. Las remesas que los emigrantes env¨ªan a sus pa¨ªses de origen siguen siendo entre tres y cuatro veces el total de los fondos anuales de ayuda al desarrollo, constituyen un colch¨®n fundamental para cientos de millones de personas en los pa¨ªses m¨¢s pobres y han demostrado una admirable resiliencia frente a las crisis m¨²ltiples. El aumento de las v¨ªas legales y seguras de movilidad laboral ¡ªesclerotizadas por una pol¨ªtica migratoria temerosa, cruel y autodestructiva¡ª no solo permitir¨ªa multiplicar estos recursos, sino que resolver¨ªa las graves carencias de mano de obra en las grandes econom¨ªas de destino. Los beneficios asociados a este proceso admiten pocas comparaciones, como explicamos en un an¨¢lisis previo de esta serie: 13 millones de trabajadores adicionales en los pa¨ªses ricos y en cada uno de los pr¨®ximos 30 a?os generar¨ªan un ingreso medio de 94.000 millones de d¨®lares anuales para los migrantes y sus pa¨ªses de origen.
Si la incertidumbre abrumadora de estos meses se despejase, las perspectivas podr¨ªan cambiar. Uno o dos puntos porcentuales de inflaci¨®n en los precios de los alimentos y la energ¨ªa pueden traducirse en m¨¢s o menos millones de personas hambrientas. Las decisiones que tomen los bancos centrales de Estados Unidos y la UE con respecto a los tipos de inter¨¦s pueden determinar la sostenibilidad de muchos presupuestos p¨²blicos. Esta constataci¨®n tr¨¢gica es la que ha resucitado una versi¨®n informal del Movimiento de pa¨ªses no alineados con respecto al conflicto en Ucrania.
Incluso en el mejor de los escenarios, el Sur global precisa ox¨ªgeno financiero y pol¨ªtico para resolver sus desaf¨ªos estructurales. La diferencia con las crisis de los a?os 80 es que el mundo est¨¢ hoy profundamente imbricado. Resolver los problemas ajenos es prevenir los propios, porque los ODS nunca han sido un ejercicio unidireccional, sino una manera inteligente de apuntalar intereses compartidos y bienes p¨²blicos globales.
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