El cuerpo de una mujer como escenario pol¨ªtico
La condena a dos a?os de c¨¢rcel al candidato presidencial en Senegal, Ousmane Sonko, por ¡°corrupci¨®n de la juventud¡±, a ra¨ªz de una denuncia por violaci¨®n, ha desatado violentas protestas en el pa¨ªs, encabezadas por quienes defienden la honorabilidad del pol¨ªtico. Las feministas lamentan que la sociedad a¨²n culpabiliza a las v¨ªctimas y los tribunales cuestionan la credibilidad de su testimonio
El 1 de junio de 2023, la justicia senegalesa se pronunci¨® finalmente sobre el caso Sweet Beauty, en el que Adji Sarr, una joven empleada de este sal¨®n de masajes, hab¨ªa acusado de violaci¨®n a Ousmane Sonko, presidente del partido pol¨ªtico Pastef y candidato presidencial en 2024.
El acusado ha sido absuelto de las amenazas de muerte, y los cargos de violaci¨®n se reclasificaron como corrupci¨®n de la juventud. Lo condenaron a dos a?os de c¨¢rcel y a indemnizar con 20 millones de francos CFA (unos 30.489 euros) a la v¨ªctima, Adji Sarr, as¨ª como con 600.000 francos CFA (914,69 euros) en concepto de da?os y perjuicios. Nd¨¨ye Khady Ndiaye, propietaria del sal¨®n de masajes, tambi¨¦n ha sido condenada a dos a?os de prisi¨®n por incitaci¨®n al libertinaje, y a pagar una multa de 600.000 FCFA y cerrar su sal¨®n.
Tras este veredicto, una escalada de violentos disturbios sacudi¨® Senegal durante d¨ªas, provocando muertes, violaciones de mujeres y saqueos de propiedades p¨²blicas y privadas. Seg¨²n fuentes oficiales, murieron m¨¢s de 20 personas, 500 fueron detenidas y se denunciaron ocho casos de violencia sexual perpetrada contra mujeres, as¨ª como numerosos casos de personas en paradero desconocido.
Una lectura feminista de la sentencia
Se mire como se mire, este veredicto supone un duro golpe para la lucha por los derechos de las mujeres en Senegal, sobre todo en lo que respecta a los logros conseguidos con la penalizaci¨®n de la violaci¨®n en el pa¨ªs. En este caso, la violaci¨®n no ha sido desestimada, sino recalificada como corrupci¨®n de la juventud, subrayando el car¨¢cter malsano de la relaci¨®n sexual entre Ousmane Sonko y Adji Sarr.
Los juristas explican la corrupci¨®n de la juventud como una forma de coacci¨®n moral o presi¨®n psicol¨®gica que un adulto le impone a un(a) menor de 21 a?os. En el momento del suceso, Adji Sarr ten¨ªa 19 a?os y Ousmane Sonko, 46. Dada la condici¨®n social precaria de Adji Sarr, este veredicto sugiere que hubo contacto sexual il¨ªcito entre ambos, pero no se considera como una violaci¨®n.
La violaci¨®n es uno de los delitos m¨¢s dif¨ªciles de probar en un sistema jur¨ªdico con instituciones sexistas, donde la carga de la prueba recae sobre los hombros de las denunciantes
La violaci¨®n es uno de los delitos m¨¢s dif¨ªciles de probar en un sistema jur¨ªdico con instituciones sexistas, donde la carga de la prueba recae sobre los hombros de las denunciantes. Quienes creen en la palabra de las v¨ªctimas como Adji Sarr, consideran que la reputaci¨®n y notoriedad del acusado jugaron a su favor para que los hechos fueran reclasificados donde siempre la duda beneficia al acusado. Sin embargo, la condena de Nd¨¨ye Khady Ndiaye (due?a del local) refuerza el hecho de que el sal¨®n de masajes no estaba destinado ¨²nicamente a actividades l¨ªcitas. Algunos servicios que ofrece el establecimiento tienen connotaciones abiertamente sexuales.
Las autoridades judiciales (en su mayor¨ªa hombres) parecen reacias a aplicar la reciente ley que penaliza la violaci¨®n en el pa¨ªs. Recordemos que, a pesar de d¨¦cadas de lucha de las asociaciones de defensa a las mujeres, la violaci¨®n se sigue considerando un delito menor en Senegal, y la ley que la penaliza se promulg¨® en enero de 2020, tras varios casos de violaci¨®n que terminaron en asesinato. La reticencia a aplicar dicha ley y la frecuencia con la que las denuncias por violaci¨®n se recalifican demuestran lo refractarios que son los tribunales ante los casos.
La violaci¨®n est¨¢ muy extendida y es habitual en el pa¨ªs. Los hombres acusados casi siempre salen impunes. Todas las conversaciones y acciones en torno al juicio, as¨ª como el veredicto, ponen de manifiesto una serie de realidades sociales en Senegal, en particular la vulnerabilidad de las j¨®venes, expuestas a un sistema patriarcal que se fortalece explot¨¢ndolas.
El proceso de vulnerabilidad en el que se encuentran las j¨®venes con el perfil de Adji Sarr las sit¨²a en la encrucijada de una serie de opresiones, como el sexismo, el clasismo y la explotaci¨®n sexual, m¨¢s en situaci¨®n de precariedad, m¨¢s a¨²n cuando ejerce determinados trabajos que la pueden convertir en presa f¨¢cil.
Cabe subrayar que el deterioro de las condiciones de vida de la poblaci¨®n afecta especialmente a los j¨®venes y a las mujeres, que se ven doblemente afectadas. Ya sea en el ¨¢mbito de la educaci¨®n, la sanidad, la econom¨ªa, la representaci¨®n pol¨ªtica en los ¨®rganos de decisi¨®n, los derechos de las mujeres est¨¢n siendo cada vez m¨¢s pisoteados.
Al aprovecharse de un asunto privado con fines pol¨ªticos, tanto la oposici¨®n como el partido en el poder convergen en un punto: est¨¢n menoscabando la palabra y el cuerpo de las mujeres, a la vez que exacerban su sometimiento en una sociedad mis¨®gina. En la actualidad, todo el pa¨ªs se encuentra atrapado entre los caprichos de dos hombres poderosos, mientras el cuerpo de Adji Sarr est¨¢ siendo zarandeado como un saco de boxeo entre ambos bandos.
Los feminicidios se multiplican, las violencias de todo tipo proliferan y, sin embargo, son pocas las que se atreven a romper el silencio o a emprender acciones legales en busca de reparaciones. Si a esto le sumamos el reciente endurecimiento (radicalizaci¨®n) del discurso pol¨ªtico y el cierre del espacio c¨ªvico, asistimos al auge de un discurso centrado en el hombre, en el que las reivindicaciones de las mujeres senegalesas permanecen en la periferia y no se tienen en cuenta.
Los feminicidios se multiplican, las violencias de todo tipo proliferan y, sin embargo, son pocas las que se atreven a romper el silencio o a emprender acciones legales en busca de reparaciones
Lo que ha quedado en evidencia en las ¨²ltimas semanas es que hemos asistido a un debate mis¨®gino protagonizado por hombres ante los medios de comunicaci¨®n, al invisibilizar a la superviviente y los hechos originales. La violencia end¨¦mica (tanto verbal como f¨ªsica) contra mujeres y ni?as est¨¢ muy extendida en el pa¨ªs. Otro hecho muy reciente es que 36 ni?as de entre 6 y 16 a?os han sufrido abusos sexuales por parte de un maestro cor¨¢nico de los alrededores de Touba. Se entreg¨® a las autoridades policiales, ?qu¨¦ ocurri¨® despu¨¦s? No lo sabemos. Mientras tanto, sus v¨ªctimas viven con el trauma. Incluso se habla ya de su marginaci¨®n en el seno de la comunidad, donde se les culpa de lo que les ha ocurrido.
Una banalizaci¨®n de la violaci¨®n
Se observa una banalizaci¨®n end¨¦mica de la violaci¨®n en Senegal, en parte porque para culpabilizar a las v¨ªctimas, muchas veces el tribunal popular cuestiona la credibilidad de su testimonio. Adem¨¢s, la mayor¨ªa de los agresores achacan c¨ªnicamente una agresi¨®n sexual a un juego de coqueteo retorcido motivado por un consentimiento encubierto.
Las acusaciones de que Adji Sarr habr¨ªa sido manipulada para acusar al Ousmane Sonko refuerzan tambi¨¦n los estereotipos sexistas, a la vez que infantilizan a la v¨ªctima al dejar caer que las mujeres no est¨¢n capacitadas para identificar posibles casos de violencia sexual por s¨ª solas.
Las feministas senegalesas luchan por un pa¨ªs m¨¢s igualitario donde la paz, la justicia y la dignidad humana no sigan siendo un privilegio machista a favor de un pu?ado
La violaci¨®n es la materializaci¨®n m¨¢s ruin de un control a cuerpos asaltados, con mayor incidencia entre las mujeres. Durante los recientes disturbios, ocho mujeres han sido violadas, entre ellas tres estudiantes de la Universidad Assane Seck en Ziguinchor y otras cinco por hombres encapuchados que asaltaron el bar del hotel Columbia en Diamniadio.
El tratamiento medi¨¢tico de los ¨²ltimos dos a?os acerca del caso Sweet Beauty tambi¨¦n ha exacerbado la misoginia latente favorecida por la erotizaci¨®n morbosa con la que la prensa local suele analizar los casos relacionados con la violencia sexual.
La caza de feministas
Hay que recalcar que el veredicto ha reforzado la precariedad de las feministas que apoyaron el discurso de Adji Sarr. Durante los disturbios de los d¨ªas 1 y 2 de junio de 2023, unos j¨®venes manifestantes acosaron a una activista feminista. Del mismo modo, las identidades de varias feministas senegalesas han sido publicadas en las redes sociales, viendo de este modo sus vidas expuestas a las derivas del tribunal popular para intimidarlas y as¨ª mandarlas callar.
No deja de ser parad¨®jico que en otros casos de abuso sexual la sociedad recurra a las voces feministas para respaldar a las v¨ªctimas; sin embargo, en casos similares como el de Sweet Beauty, las mismas voces est¨¢n siendo atacadas cuando el asunto salpica la credibilidad de un l¨ªder pol¨ªtico. Se puede ver que tanto las activistas como las investigadoras en temas de g¨¦nero, est¨¢n siendo utilizadas como un arma de doble filo. En casos similares, se suele recurrir a su experiencia, pero en este caso concreto, cuando la credibilidad de una personalidad est¨¢ cuestionada, se desacredita las palabras de las mismas feministas porque no interesa.
Habr¨ªa que recordar que el silencio sibilino que mantiene el Presidente de la Rep¨²blica sobre un tercer mandato hace mella sobre la condici¨®n de las mujeres y acent¨²a su vulnerabilidad, pues ha servido de pretexto para politizar un asunto privado entre dos ciudadanos senegaleses.
Las feministas senegalesas luchan por un pa¨ªs m¨¢s igualitario donde la paz, la justicia y la dignidad humana no sigan siendo un privilegio machista a favor de un pu?ado.
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