¡®El pueblo espa?ol, em¨¦rito¡¯
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Hay palabras que se vuelven tan rutinarias que las usamos sin pararnos a pensar. Sucede con motes, t¨®picos o calificativos que seguimos aplicando aunque haya prescrito su valor. Fernando VII, por ejemplo, era conocido como El Deseado hasta que los espa?oles que a¨²n estaban aplaudiendo su regreso empezaron a percatarse de que con ¨¦l volvi¨® el absolutismo, la venganza, la muerte y la represi¨®n. Pas¨® a la historia como El Fel¨®n. Ni los espa?oles dormimos tanta siesta, ni vamos casi a los toros, ni estamos todo el d¨ªa de fiesta. A veces conviene sacudir y despejar las palabras como si fueran una cortina para moscas para que entre la verdad, aunque se cuele alguna de ellas.
Ahora puede ser el caso de la palabra ¡°em¨¦rito¡±, que hemos aprendido a asociar al rey abdicado con toda docilidad, sin cuestionamientos, cuando tal vez su definici¨®n va a acabar siendo m¨¢s apropiada para nosotros, el pueblo, los s¨²bditos o ciudadanos o como nos queramos llamar, que a estas alturas nos vamos mereciendo alg¨²n t¨ªtulo o tratamiento honor¨ªfico que recompense el aguante demostrado.
Em¨¦rito es quien ¡°se ha jubilado y mantiene los honores y alguna de sus funciones¡±, dice la RAE. En la Roma antigua se aplicaba a los soldados que hab¨ªan cumplido y disfrutaban de la recompensa debida a sus m¨¦ritos. Y veamos: el pueblo espa?ol a¨²n no se ha jubilado, cierto, aunque a veces no le faltan ganas, pero tiene m¨¦ritos de sobra. ?O es que no hemos cumplido pagando impuestos sin tener cuentas en Suiza, trabajando cuando nos dejan, votando y volviendo a votar sin que los esc¨¢ndalos minen el tes¨®n con que volvemos a elegir a los gobernantes tuiteros una y otra vez? Y, sin embargo, el adjetivo se lo ha llevado un se?or comisionista que mientras nos vend¨ªa una imagen de estampa familiar ejemplar manejaba cuentas, transferencias, amantes y millones con una voracidad que a¨²n contamina a su heredero y a nosotros.
Todo esto es ir¨®nico, claro, pero lo que no es ir¨®nico es lo que est¨¢ en juego. Esto va en serio. Cuando Mariano Rajoy, cuyo partido se especializ¨® en pr¨¢cticas mafiosas bajo su mando, asegura que al rey Juan Carlos no se le ha hecho justicia, igual se est¨¢ refiriendo a ¨¦l. Ten¨ªa un gerente corrupto con poderes plenipotenciarios, su Gobierno puso supuestamente a las fuerzas de seguridad que pagamos usted y yo a espiarle para que no se fuera de madre y ahora nos da lecciones. En fin. Nosotros s¨ª que somos em¨¦ritos.
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