El juego del silencio
Mariano Rajoy mata a sus enemigos por agotamiento, sin que apenas se note

Es tan dif¨ªcil saber qu¨¦ piensa realmente Mariano Rajoy en cada momento que a su alrededor han crecido muchos int¨¦rpretes. No solo de sus palabras, sobre todo de sus silencios. El l¨ªder del PP los ha convertido casi en una tradici¨®n. Los periodistas que le siguen est¨¢n muy acostumbrados a que esquive sistem¨¢ticamente a la prensa, algo impensable en cualquier otro l¨ªder de la oposici¨®n europeo. Muchas veces se trata de no arriesgar, de no meter la pata, de seguir el gui¨®n marcado. Rajoy casi nunca habla ya sin leer un papel. Lanza su discurso preparado, sale por un garaje, como ayer; evita a la prensa. Pero en este caso, dicen los int¨¦rpretes, es distinto. El silencio sobre el caso Camps es un juego m¨¢s serio, explican. Esta vez no se trata de evadir a los periodistas para no meter la pata, para no darles un titular. Es otra cosa.
Rajoy es un hombre incapaz de machacar a sus rivales en directo, de montar una gran pol¨¦mica en una reuni¨®n, cara a cara. ?l mata a sus enemigos con el tiempo, por agotamiento, sin que apenas se note. Y siempre trata de que sea otra persona quien ejecute el golpe final. Es lo que hizo con Francisco ?lvarez-Cascos, por ejemplo.
Rajoy ha encontrado la horma de su zapato: si
¨¦l es resistente, Camps
lo es todav¨ªa m¨¢s
Su estrategia favorita es la de dejar que toda la presi¨®n recaiga sobre una persona para que sea ¨¦l quien ceda, sin que Rajoy tenga que hacer nada. Y eso es lo que est¨¢ intentando con Camps, seg¨²n esos int¨¦rpretes. De nuevo, Rajoy esquivar¨¢ el asunto todo lo que pueda, hasta que conceda la pr¨®xima entrevista y la cuesti¨®n haya perdido actualidad informativa. Con eso, traslada toda la presi¨®n a Camps. Evita mostrarle su apoyo, le deja ¡°cocerse en su propia salsa¡±, en expresi¨®n de algunos dirigentes. Pero nunca le pedir¨¢ que se vaya. Sue?a con que lo haga por su propia iniciativa. Es lo que pas¨® con Luis B¨¢rcenas, el extesorero. Un a?o le cost¨® al l¨ªder que se fuera sin pedirle la dimisi¨®n. El problema, explican en el PP, es que Rajoy ha dado con la horma de su zapato. Si ¨¦l es resistente y correoso, Camps lo es m¨¢s. Y las se?ales que le llegan de G¨¦nova no le importan. Rajoy ten¨ªa una posibilidad de acabar con ¨¦l: no confirmarle como candidato. Renunci¨® a ella, porque no es su estilo, porque no se atrevi¨®, o porque quiso evitar una crisis interna. Y ahora ya ser¨¢ casi imposible echar a Camps, se?alan.
Ayer se superaron de nuevo todos los l¨ªmites. No solo Rajoy evit¨® a los periodistas, algo habitual. Dolores de Cospedal, casi siempre dispuesta a responder preguntas y a tragar quina en la defensa de Camps, no convoc¨® ni siquiera su habitual rueda de prensa de los lunes. El silencio, de nuevo, se convirti¨® en la noticia del PP. Un contrasentido total.
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