Tiempo de confusi¨®n, tiempo de preguntas
Si el movimiento 15-M se empe?a en actuar solo, no tiene mucho futuro
Hace m¨¢s de dos siglos Adam Smith sostuvo que el ego¨ªsmo humano, bien encauzado, conduce a la prosperidad general. Aunque a trompicones y de modo harto desigual, la historia parece haberle dado la raz¨®n. El bienestar material de los llamados pa¨ªses desarrollados se ha multiplicado desde que el pensador escoc¨¦s escribi¨® La riqueza de las naciones (entre 1850 y 2000 ese bienestar se decuplic¨® en Estados Unidos y se quintuplic¨® en Espa?a). Ahora, sin embargo, la crisis que padecemos ha supuesto un trompic¨®n tal que ha puesto incluso en cuesti¨®n los postulados smithianos.
La codicia de algunos financieros fue la causa principal del quebranto iniciado hace tres a?os?
Como la codicia de algunos financieros fue la causa principal del quebranto iniciado hace tres a?os, cabe preguntarse si el ego¨ªsmo ha aumentado, o bien si no se sabe c¨®mo encauzarlo. La codicia, desde luego, est¨¢ a la orden del d¨ªa. Sirva de bot¨®n de muestra la asombrosa perseverancia con que mandamases financieros pretenden incrementar en plena crisis sus mir¨ªficos sueldos y canonj¨ªas. ?Y por qu¨¦ no se encauza esa codicia mediante una fiscalidad que la desaliente? El Gobierno amaga ahora con hacerlo, sin duda tras haberlo pensado detenidamente durante sus siete a?os en el poder.
La codicia ser¨¢ la causa principal de nuestros males, pero la crisis ha planteado muchos otros interrogantes, tantos que al quedar casi todos sin una respuesta convincente engendran una gran confusi¨®n. ?Est¨¢n encauzadas las finanzas para que no vuelvan a desmadrarse? ?Por qu¨¦ antes hab¨ªa demasiado cr¨¦dito y ahora hay tan poco? ?Es que no hay un justo t¨¦rmino medio? ?La pol¨ªtica econ¨®mica ante la crisis, que en Espa?a tard¨® tanto en aplicarse, ha sido la acertada? ?Ser¨¢ verdad que sin ella hoy estar¨ªamos en bancarrota, con la gasolina y otros productos racionados? ?Era inevitable que los socialistas en el Gobierno hayan seguido esa pol¨ªtica, tan contraria a su raz¨®n de ser y que les ha costado dos millones de votos? ?Por qu¨¦ lo han hecho? ?Por convicci¨®n? ?Por la presi¨®n de los mercados? ?Por imposici¨®n de los colegas europeos?
Rubalcaba parece dispuesto a dar un giro a la izquierda para enmendar al exgobernante Rubalcaba
Todos los d¨ªas somos testigos de la incertidumbre en que vivimos, sometidos como estamos a un r¨¦gimen de ducha escocesa, donde alternan noticias malas con leves mejoras que unos gobernantes optimistas consideran el final del t¨²nel. Entre tanto hay que seguir apret¨¢ndose el cintur¨®n. Fuera de la econom¨ªa de mercado, se dice, no hay salvaci¨®n. Hay que acatar as¨ª la ley del dios mercado, divinidad cruel que exige sacrificios al pueblo llano. ?No habr¨ªa manera de atenuar los rigores o de repartir mejor los sacrificios? ?No hay alternativa? Claro que la hay, dicen los sindicatos, la izquierda minoritaria, los j¨®venes indignados. Solo ser¨ªa menester un poco de voluntad pol¨ªtica, una voluntad que al parecer han perdido los socialistas. ?La recuperar¨¢n?
A la larga hay motivo para la esperanza, pues aunque los j¨®venes, que no saben historia, el progreso se estanca a veces pero reverdece?
En estas p¨¢ginas de opini¨®n hemos le¨ªdo demandas en ese sentido de fieles socialdem¨®cratas de toda la vida, que ahora piden a sus dirigentes, anta?o tan aplaudidos, un giro a la izquierda. Un giro que tambi¨¦n parece dispuesto a dar el candidato Rubalcaba, enmendando con ello la plana al exgobernante Rubalcaba. ?Pero es posible en estos tiempos una pol¨ªtica progresista? ?Por qu¨¦ no la aplica nadie en Europa? ?Y si fuera verdad que esta es la ¨¦poca de la derecha? Como en Espa?a es probable que vaya a gobernar pr¨®ximamente, ?ser¨¢ posible que entonces enderece las cosas, a pesar de que parta de una premisa tan equivocada como la de que el presidente del Gobierno es la causa principal de la crisis, con lo que bastar¨¢ que haga mutis por el foro para que todo vaya mejor?
Los augurios de lo que nos depara el futuro pueden ser muy variables. Ominosos, si lo que nos espera es una larga ¨¦poca de marasmo econ¨®mico y descontento social, con unos pol¨ªticos de uno y otro color aquejados de autismo y encerrados en su torre de marfil. Pero tambi¨¦n puede ocurrir que esta crisis marque un punto de inflexi¨®n y se encauce el ego¨ªsmo, vuelva la prosperidad, haya trabajo, desaparezca la corrupci¨®n, los pol¨ªticos hayan aprendido la lecci¨®n y sean m¨¢s sabios y Europa cobre unidad y vigor. A la larga, desde luego, hay motivo para la esperanza, pues aunque los j¨®venes, que no saben historia, lo ignoren, el progreso se estanca a veces pero siempre reverdece. Esos j¨®venes indignados, tan afanosos de protagonismo, olvidan que son millones las personas que en todo el mundo han luchado y luchan por el progreso. Un progreso que, por ser el cuento de nunca acabar, requiere tes¨®n, paciencia y mucha visi¨®n del futuro. En suma, bastante m¨¢s que reunirse en calles y plazas para pedir un mundo mejor. Hacen muy bien en pedirlo, pero si se empe?an en actuar ellos solos, no tienen mucho futuro.
Francisco Bustelo es catedr¨¢tico em¨¦rito de Historia Econ¨®mica y rector honorario de la Universidad Complutense.??
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