Dos condenados ¡®al final del t¨²nel¡¯
¡°La estrategia militar ha sido inhumana¡±, dice el terrorista Kepa Pikabea Dos miembros de ETA ofrecen distintos enfoques sobre el final del terrorismo en un documental
¡°Alg¨²n d¨ªa mi hijo me preguntar¨¢ si he matado, y le tendr¨¦ que decir la verdad. Pero tratar¨¦ de convencerle de que no haga lo mismo; de que, si quiere rebelarse contra la injusticia, nunca utilice las armas. Te dejan heridas que no cicatrizan nunca. Yo ya s¨¦ que esto lo llevar¨¦ hasta el cementerio, o m¨¢s all¨¢ si esparcen por el monte mis cenizas¡±. Kepa Pikabea (Lesaka, Navarra, 1955) fue dirigente de ETA en los 80. Detenido en Francia en 1994, fue condenado en Espa?a a 192 a?os de c¨¢rcel por una veintena de asesinatos. Ahora cumple pena en la prisi¨®n de Nanclares de la Oca (?lava) junto a un grupo de internos que se han desvinculado de la violencia. En el documental Al final del t¨²nel, dirigido por Eterio Ortega y basado en una idea original de El¨ªas Querejeta, ofrece su particular visi¨®n ¡ªen entrevistas realizadas en los alrededores de la c¨¢rcel y en su pueblo natal¡ª sobre las causas y consecuencias del terrorismo junto a su pareja, Maite Goizueta; una v¨ªctima de ETA; otra de los GAL; un sacerdote, y otro miembro de la organizaci¨®n terrorista, Juan Karlos Ioldi (Ataun, Gipuzkoa, 1963) que pas¨® 16 a?os en prisi¨®n.
Los presos de ETA son las ¡°consecuencias del conflicto¡± de las que habl¨® la banda en su comunicado del pasado jueves, en el que anunciaba el cese definitivo de la violencia. M¨¢s de 700 reclusos pueblan las prisiones espa?olas y francesas y esperan que la nueva situaci¨®n les reporte alg¨²n beneficio. Muchos de ellos, con decenas de a?os de prisi¨®n a¨²n por cumplir, conf¨ªan en una posible salida. Pero, ?c¨®mo abordan el pasado, los 43 a?os de terrorismo? ?Justifican los asesinatos, extorsiones, amenazas...? El documental, que empez¨® a gestarse durante la tregua de 2006 y que fue estrenado durante el ¨²ltimo festival de San Sebasti¨¢n ¡ªantes, por tanto, del anuncio de ETA¡ª, ofrece la visi¨®n de dos de ellos; muy distintas. Uno, Ioldi, abogado, diputado electo de HB en el Parlamento vasco en 1986 y exmiembro de un comando, est¨¢ convencido de que la ¡°lucha armada¡± ha sido necesaria: ¡°Indudablemente ha merecido la pena. Estamos a punto de conseguir nuestros objetivos pol¨ªticos, ?c¨®mo no va a merecer la pena?¡±. El otro, Pikabea, cree que se podr¨ªa haber logrado lo mismo ¡°sin llegar a donde hemos llegado¡±.
Los dos coinciden sin embargo en algo b¨¢sico: la sociedad vasca estaba pidiendo a gritos el cese del terrorismo, y las nuevas generaciones ¡ªlos dos tienen hijos¡ª se merecen una herencia mejor que los ¨²ltimos 50 a?os de Euskadi. ¡°Un d¨ªa, el mayor me pregunt¨® por la tortura¡±, recuerda Ioldi. ¡°Y me entr¨® v¨¦rtigo. Si la situaci¨®n que hemos padecido continuara, a alguno de mis tres hijos lo conocer¨ªa en la c¨¢rcel, sin duda¡±.
¡°Hemos cometido muchos actos contra la dignidad humana¡±, dice Pikabea
Una vez que ETA ha dicho que no matar¨¢ m¨¢s, a¨²n queda por hacer: llevar a cabo la reconciliaci¨®n tan nombrada estos d¨ªas. La gente en los pueblos de Euskadi habla de que ser¨¢ un proceso que durar¨¢ a?os. Y tendr¨¢ que ver con c¨®mo se escriba el pasado; lo m¨¢s dif¨ªcil. Ni siquiera los relatos de Ioldi y Pikabea se acercan.
¡°Cuando ocurren sucesos de este tipo [atentados] no valoramos a esa persona sino lo que significa esa persona¡±, trata de explicar Ioldi. ¡°No es nada personal. Ya sabemos que causan dolor. Pero est¨¢ el d¨¦ficit pol¨ªtico, y ante esa tesitura pues dices... Luego ves el otro lado, y que nosotros hemos padecido barbaridades, y desde anta?o, y dices ¡®vamos a solucionarlo¡¯. Pero como no hay voluntad pol¨ªtica, desgraciadamente han continuado sucediendo estos hechos [los atentados] que nadie ha querido¡±, a?ade con algo de incomodidad mientras labra la huerta en el caser¨ªo de la familia de su compa?era. ¡°Ya s¨¦ que hablar as¨ª, sabiendo que las v¨ªctimas est¨¢n ah¨ª, y sus familiares, y el dolor que todav¨ªa llevar¨¢n encima... Perder a un ser querido de una forma traum¨¢tica es duro para toda la vida, lo sabemos por experiencia... Pero bueno¡±.
Ese ¡°bueno¡±, esa resignaci¨®n, se explican m¨¢s adelante en el documental, cuyo estreno en salas comerciales est¨¢ previsto, en principio, para noviembre. Ioldi est¨¢ convencido de que matar ha sido un mal necesario; de que no hab¨ªa otra opci¨®n. ¡°Si hubi¨¦ramos visto otros cauces por la v¨ªa pol¨ªtica, la lucha armada no hubiera existido. Somos los primeros en no desearla porque las consecuencias las padecemos nosotros en primera instancia. Pero toda lucha tiene un porqu¨¦¡±.
¡°Ha merecido la pena. Estamos a punto de lograr nuestros objetivos¡±, asegura Ioldi
Pikabea, que en algunos momentos habla concentrado en la pelota de front¨®n que est¨¢ fabricando en la c¨¢rcel, no comparte esta visi¨®n: ¡°Yo reconozco que la estrategia pol¨ªtico-militar es inhumana, es cruel. Un d¨ªa nosotros tuvimos una fe ciega, y hemos cometido muchos actos contra la dignidad humana¡±. Aunque no deja a los Gobiernos libres de culpa: ¡°Los que nos han combatido tambi¨¦n han aplicado una estrategia inhumana¡±. ¡°?Si es leg¨ªtima la lucha armada, quitar la vida a las personas?¡±, pregunta Ioldi. ¡°?Y el que cre¨® el GAL? V¨ªctimas hay en todos los lados. El dolor lo admitimos, y si hay que pedir perd¨®n lo pediremos, pero el perd¨®n tiene que ser mutuo¡±.
Ambos responden tambi¨¦n a la eterna pregunta: ?Por qu¨¦? ?Por qu¨¦ decidieron defender sus ideas con tiros? Ioldi no recuerda con nitidez qu¨¦ le hizo entrar en ETA: ¡°La opresi¨®n, la injusticia... A una persona que no conozca la realidad de Euskal Herria le podr¨ªa parecer extra?o, pero no es tan antinatural. Nosotros somos personas normales en nuestro pueblo, no somos extra?os¡±.
Pikabea proviene de un caser¨ªo, y de peque?o apenas sab¨ªa hablar castellano. ¡°A los 12 a?os nos mandaban al pueblo, a Hernani, y eramos los caseros. Todos se re¨ªan cuando le¨ªa mal. Me sent¨ª ridiculizado y eso me marc¨®. Me ha influido toda la vida en la autoestima. A los 14 a?os me puse a trabajar¡±. A principios de los 70 empez¨® a ver a los miembros de ETA como ¨ªdolos. ¡°Ser militante con la represi¨®n franquista era grande. Cuando volvieron al pueblo los amnistiados despu¨¦s de la muerte de Franco, sali¨® todo el pueblo a recibirlos, todos les quer¨ªan. Luego lleg¨® la Transici¨®n. A?os terribles. Fui con un amigo a una manifestaci¨®n, hubo un tiroteo y mataron a un chaval. Esa Nochevieja fuimos a la discoteca y pensamos ¡®?tenemos derecho a estar aqu¨ª disfrutando de la vida? Y empezamos a militar en ETA".
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