¡°La crisis deja en la sociedad una sensaci¨®n de desconfianza¡±
¡°La corrupci¨®n crea la sensaci¨®n de que los pol¨ªticos ¡®no nos representan¡± ¡°El Estado de bienestar es una conquista irrenunciable¡±
Adela Cortina. Catedr¨¢tica de ?tica y Filosof¨ªa Pol¨ªtica en la Universidad de Valencia. Su ¨²ltimo libro es Neuro¨¦tica y neuropol¨ªtica. En esta entrevista explica su manera de ver la situaci¨®n espa?ola, atravesada por una crisis cuyo ecuador pasa por las elecciones generales de este domingo.
Pregunta. ?Qu¨¦ huellas est¨¢ dejando en la sociedad esta crisis que vamos pasando, desde el punto de vista ¨¦tico, pero tambi¨¦n desde el punto de vista pol¨ªtico?
Respuesta. Una sensaci¨®n de desconfianza, de que han fallado en la vida p¨²blica valores como la transparencia, la responsabilidad, la sana costumbre de rendir cuentas, los mecanismos de control de la econom¨ªa y la pol¨ªtica, la buena administraci¨®n de los recursos p¨²blicos, la preocupaci¨®n por los peor situados. Andamos por todo ello bajos de moral y eso es perverso. Como bien dec¨ªa Ortega, quien est¨¢ desmoralizado no se encuentra en su pleno quicio y vital eficacia, est¨¢ ¡°desquiciado¡±, no tiene arrestos para enfrentar el futuro con sentido de la justicia y abordar los retos vitales con altura humana. Urge, creo yo, levantar la moral, salir de esta situaci¨®n de desconfianza en instituciones tan vitales como los representantes pol¨ªticos, las entidades financieras, los informes de los controladores, el trabajo de los jueces o el de los abogados que gestionan los concursos de acreedores. Pero la confianza no se improvisa, hay que ganarla d¨ªa a d¨ªa con el ejercicio de la responsabilidad, una actitud en franco declive.
P. Es evidente que la pol¨ªtica est¨¢ lesionada, que los mercados han mostrado su supremac¨ªa. ?Este es el mayor desastre o la m¨¢xima amenaza?
R. Existe una vieja costumbre de cargar responsabilidades a otros, a poder ser, a fuerzas oscuras a las que no se puede pedir cuentas. He contado en ocasiones que cuando iba al colegio, un colegio religioso, la culpa de todo lo malo la ten¨ªa el demonio; cuando estudiaba la carrera, la ten¨ªa el sistema; despu¨¦s la tuvieron la globalizaci¨®n, de nuevo el sistema y los mercados sucesivamente. ?Es que nunca nadie tiene responsabilidades en todo esto? ?Es que no hay gentes con nombres y apellidos que toman decisiones desastrosas para la sociedad en el mundo econ¨®mico y en el pol¨ªtico?
Tal vez la pol¨ªtica est¨¦ lesionada porque muchos de los pol¨ªticos no se interesan por los problemas de los ciudadanos, sino por maximizar su beneficio personal y grupal. Los repartos de prebendas, las tramas de corrupci¨®n despiertan la sensaci¨®n de que ¡°no nos representan¡±, la sensaci¨®n de que no existe una real democracia representativa, menos a¨²n deliberativa. Que cunda la desafecci¨®n hacia lo pol¨ªtico no es entonces extra?o.
Pero tampoco la econom¨ªa puede situarse m¨¢s all¨¢ del bien y el mal moral, porque no solo la compone el mercado, sino sobre todo entidades financieras, empresas nacionales y transnacionales, analistas, auditores, instrumentos pol¨ªticos de control, es decir, todo un conjunto de organizaciones con nombres y apellidos que han de ganarse la legitimidad social generando bienes. En caso contrario, ciudadanos y pol¨ªticos en solitario tienen imposible crear buenas sociedades, es necesario el concurso de los tres sectores.
P. En la ¨²ltima parte de este periodo electoral se est¨¢n poniendo de manifiesto las amenazas sobre m¨¢s recortes en servicios sociales, y en concreto, en educaci¨®n. ?C¨®mo vive este hecho?
R. Con indignaci¨®n y con estupor. Con indignaci¨®n, porque recortar en prestaciones a los m¨¢s d¨¦biles es radicalmente injusto, no digamos en educaci¨®n y en sanidad, que son vitales para las gentes y para las sociedades. Con estupor, porque los recortes sociales quiebran la cohesi¨®n social indispensable para llevar un pa¨ªs adelante. Quien lleve a cabo esos recortes camina hacia el suicidio por falta de justicia y por falta de prudencia. El Estado de bienestar o, como creo que es mejor decir, el Estado de justicia, es una conquista a la que no podemos renunciar. El problema no es entonces ¡°Estado de justicia, s¨ª o no¡±, sino c¨®mo hacerlo en este tiempo.
P. ?C¨®mo ha vivido la campa?a en concreto?
R. Con un aburrimiento infinito. Las campa?as deber¨ªan servir para informar a los ciudadanos sobre los programas de los candidatos y para discutir sobre ellos, ayudando a formar ¡°pueblo¡±, y no ¡°masa¡±. Pero se han convertido en un juego de efectos especiales para dar en la diana de las emociones de los votantes potenciales, en un ejercicio de neuromarketing electoral que dirigen los asesores de imagen hacia los marcos de valores de los ciudadanos con el fin exclusivo de recabar votos. Cuando las leyendas sustituyen a los programas, los asesores a los pol¨ªticos y la manipulaci¨®n de emociones a la argumentaci¨®n, no puedo evitar un enorme desinter¨¦s.
P. La pol¨ªtica es una medida de la actitud de la sociedad. En ese sentido, ?cu¨¢l ser¨ªa el estado de nuestra sociedad?
R. En algunos sectores, de desesperanza y de impotencia; en otros, de indignaci¨®n. Est¨¢bamos acostumbrados a la ¡°movilidad ps¨ªquica¡±, a pensar que los hijos vivir¨ªan mejor que los padres, y ahora esa esperanza se ha quebrado y se abre un periodo de incertidumbre con malos presagios. Los j¨®venes m¨¢s cualificados emigran, el desempleo aumenta, las tramas de corrupci¨®n y el exceso de incompetencia provocan des¨¢nimo, no faltaba sino esa Uni¨®n Europea, que quiso construir la Europa econ¨®mica sin contar con la Europa social y la pol¨ªtica, y eso es imposible. Faltan voces que propongan caminos ilusionantes y viables.
P. ?Qu¨¦ estado de ¨¢nimo deja en usted todo lo que est¨¢ pasando?
R. El inconformismo. La convicci¨®n de que es necesario tomar las riendas del futuro, sabiendo que no se gan¨® Zamora en una hora, pero tampoco se hubiera tomado sin empezar el asedio. En Espa?a contamos ya con recursos humanos suficientes como para crear una buena sociedad democr¨¢tica, si estamos de acuerdo en que eso es lo que queremos y educamos en una cultura de la responsabilidad, del trabajo bien hecho y de esa excelencia que consiste en poner lo mejor de s¨ª mismo para beneficio compartido.
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