Contra el pesimismo
Lo ¨²nico que he escuchado con la intensidad de una alegr¨ªa en Europa es 'La Marsellesa' en la Bastilla cuando Hollande se junt¨® con sus partidarios para celebrar su llegada al Eliseo
Lo ha dicho Mario Vargas Llosa en Las Palmas de Gran Canaria, donde esta semana lo hicieron hijo adoptivo. Hace dos a?os lo dijo Jorge Sempr¨²n en Par¨ªs, poco antes de morir: tratar¨¢n de cargarse Europa carg¨¢ndola de pesimismo.
Para Sempr¨²n, Europa hab¨ªa empezado a adquirir identidad, a ser ¨²til para los ciudadanos, a ser una unidad tambi¨¦n percibida por los j¨®venes. Le pregunt¨¦ qu¨¦ simbolizaba mejor esa identidad de Europa como un elemento que tambi¨¦n vinculara a los j¨®venes con el futuro de este continente de ventoleras. ¡°Los Erasmus¡±, dijo.
?Y qui¨¦nes se la podr¨ªan cargar? Se la podr¨ªa cargar el pesimismo de los bur¨®cratas.
Record¨® entonces un viejo proyecto que nunca llev¨® a cabo y que encendi¨® con Juan Cueto, cuando los dos viv¨ªan alentando el sue?o de Europa desde Mil¨¢n y desde Par¨ªs. Era cuando los emigrantes albaneses, cegados por el deslumbramiento europeo, empezaron a invadir Italia por sus costas. Ven¨ªan a millares, empezaba a latir, a principios de los a?os noventa del pasado siglo, una alegr¨ªa que ha desaparecido como si la hubiera partido un rayo, pero que entonces defin¨ªa el porvenir del continente. Las autoridades italianas los expulsaron uno a uno, y uno de aquellos albaneses, un joven que era devuelto a su tierra como si no tuviera sitio en aquel sue?o, dijo ante las c¨¢maras de televisi¨®n al tiempo que era desprendido de su ansiedad de Europa:
¡ªNo importa. Ya he visto las luces de Brindisi.
Est¨¢n queriendo apagar las luces de Brindisi tambi¨¦n para los europeos. Ese fantasma que recorre Europa no deja una luz encendida, las est¨¢n apagando una a una, no hay por donde transitar, todo est¨¢ lleno de escombros, o todo se cuenta como escombros. Lo ¨²nico que he escuchado con la intensidad de una alegr¨ªa en estas ¨²ltimas semanas de Europa es La Marsellesa en la Bastilla, cuando Hollande se junt¨® con sus partidarios para celebrar su llegada al El¨ªseo.
La luz en Europa sol¨ªa venir de Francia, desde donde Sempr¨²n contaba el ap¨®logo de Brindisi. Que un rayo de luz, y de fuego, haya interrumpido el viaje del presidente franc¨¦s a Alemania, donde iba a ver a Angela Merkel, que es ahora la luz dudosa de Europa, parece una met¨¢fora m¨¢s en este mundo en que hasta la prima de riesgo parece el s¨ªmbolo de di¨¢stoles y s¨ªstoles de un coraz¨®n asombrado. ?Europa muerta como del rayo? Ojal¨¢ que no, ojal¨¢ que lo oscuro no rompa para siempre el viaje de Europa.
El pesimismo sirve a los pesimistas, y se nutre de palabras igualmente oscuras que la palabra pesimismo: riesgo, corralito, deuda, recorte¡ Le¨®n Felipe dec¨ªa que nos dorm¨ªan con cuentos; ahora nos despiertan con cuentas, y con esos vocablos que llenan la boca de hormigas que nos comen por los pies y que tratan con sa?a, como advert¨ªa Mario Benedetti, de robarnos la alegr¨ªa, los Erasmus, las luces de Brindisi, el sonido de La Marsellesa, la claridad de un d¨ªa en el que ya no hay (aqu¨ª, en Europa) ni guerra ni otras trompetas que aquellas que alientan las sirenas de los barcos¡?
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