Hacia la gesti¨®n pactada del fin de ETA
Rajoy, animado por el PP vasco, decidi¨® seguir el dictado de la jurisprudencia con Bolinaga
Adem¨¢s de su insistencia en que cumplir¨¢ el objetivo de d¨¦ficit, el ¨²nico gesto resolutivo de Mariano Rajoy, en su entrevista televisada del lunes, fue cuando expres¨® su firme voluntad de que el preso etarra Iosu Uribetxeberria no muriera en la c¨¢rcel, tras informar a la audiencia de que solo pesaba 47 kilos, como muestra notoria de su estado terminal.
Rajoy, animado por el PP vasco, ha decidido seguir los dictados de la jurisprudencia en esta materia, que no son otros que evitar que los presos con enfermedades terminales se mueran en las c¨¢rceles por muy repugnantes que sean los cr¨ªmenes que han cometido. Con ello se pone de manifiesto la superioridad del Estado de derecho sobre el comportamiento de las organizaciones terroristas; y que la democracia es mucho m¨¢s grande y generosa que quienes la han combatido. Con esta orientaci¨®n han funcionado las instituciones democr¨¢ticas en Espa?a desde la Transici¨®n.
Con su comportamiento, Rajoy, pese a las horas tan bajas que est¨¢ pasando por su gesti¨®n de la crisis econ¨®mica, ha dejado muy claro el terreno de juego y ha desafiado a quienes interpretan el final del terrorismo en clave de venganza, desde el sector m¨¢s radical de su partido, encabezado por Jaime Mayor y Esperanza Aguirre, hasta algunos grupos de presi¨®n sociales y medi¨¢ticos.
Aunque con esta resoluci¨®n Rajoy ha fijado la l¨ªnea de separaci¨®n con este sector, las distancias ya se ven¨ªan marcando, meses atr¨¢s, desde que el Gobierno decidi¨® acatar la decisi¨®n del Tribunal Constitucional de legalizar a la izquierda abertzale y se opuso, en marzo, en el Congreso, a la propuesta de UPyD de ilegalizarla. Cada vez est¨¢ m¨¢s claro que la beligerancia exhibida por la derecha radical en el caso Bolinaga, m¨¢s all¨¢ de la repugnancia que provoca para muchas v¨ªctimas del terrorismo el personaje de Uribetxeberria, de la que se aprovecha, radica en su impotencia por la legalizaci¨®n de la izquierda abertzale.
La derecha radical, que interpreta que la legalizaci¨®n de la izquierda independentista supone nada menos que ETA se ha colado en las instituciones, pretende, como contrapartida, evitar cualquier tipo de interpretaci¨®n abierta de la ley en el tratamiento de los presos etarras.
Pero su planteamiento es err¨®neo desde el principio. As¨ª, ignora que para que Sortu haya sido legal ha tenido que reconocer, en sus estatutos, el rechazo expreso a la violencia de ETA. Es decir, ha tenido que admitir por escrito la derrota de ETA, con lo que dif¨ªcilmente se sostiene que la banda terrorista se ha colado en las instituciones. Tambi¨¦n ignora que ETA declar¨® el cese definitivo de la violencia hace ya casi un a?o.
Eso no lo ignoran ni el Gobierno central ni tres de los principales partidos vascos: PNV, PSE y PP. La din¨¢mica posterior a las elecciones vascas del 21-O apunta a un acuerdo en la gesti¨®n del final de ETA entre todos ellos. Ni siquiera el riesgo de emulaci¨®n soberanista que puede provocar en el nacionalismo vasco la situaci¨®n en Catalu?a alterar¨¢ la gesti¨®n del final de ETA. I?igo Urkullu no es Ibarretxe. No vincula el fin de ETA a una mayor soberan¨ªa para Euskadi como cre¨ªa el exlehendakari.
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