El ¡®narcocura¡¯ de Nazaret
El padre Vicente daba misas en lat¨ªn y regentaba un albergue para inmigrantes muy cerca del puerto de Valencia, una tapadera perfecta para la entrada de la droga colombiana
El padre Vicente era cura de misa en lat¨ªn y brillantes casullas doradas. En su modesta iglesia del degradado barrio de Nazaret de Valencia oficiaba seg¨²n el rito de san P¨ªo X, de espaldas a los feligreses, fiel al misal de 1962. Se presentaba como vicario general y superior del convento de los Misioneros Apost¨®licos de Mar¨ªa Inmaculada (MAMI), una orden que, en contra de lo que hac¨ªan creer sus miembros, nunca cont¨® con el reconocimiento de la Iglesia cat¨®lica. Pese a sus excentricidades preconciliares, se labr¨® a principios de la d¨¦cada pasada una reputaci¨®n de persona entregada a los m¨¢s necesitados que le vali¨® para recibir subvenciones municipales (m¨¢s de 600.000 euros entre 2008 y 2010) para el albergue de inmigrantes que gestionaba y que se encontraba junto a la iglesia.
Todo ello fue antes de que Vicente Crist¨®bal Almal¨¦ Pala¨ªn ¡ªtambi¨¦n Cura o Cris en la transcripci¨®n de los pinchazos policiales¡ª, de 38 a?os, fuera detenido en enero de 2011 por su presunta vinculaci¨®n con una red de narcotr¨¢fico integrada por 35 personas que introduc¨ªa droga en Espa?a procedente de Latinoam¨¦rica. Actualmente est¨¢ en libertad bajo fianza, con las cuentas bloqueadas y sin pasaporte. El caso, instruido inicialmente en Torrevieja, acaba de pasar a Madrid una vez que la Audiencia Nacional ha asumido la competencia.
Vicente Almal¨¦, ocupa un lugar clave en la supuesta trama delictiva, seg¨²n el auto del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 1 de Torrevieja en el que se solicita la inhibici¨®n en favor de la Audiencia Nacional. Las ¡°vigilancias, seguimientos y escuchas telef¨®nicas¡± practicadas a los presuntos miembros de la red y plasmadas en el auto describen a una persona que tiene muy poco en com¨²n con la imagen de benefactor que Vicente Almal¨¦ cultiv¨® desde su iglesia, en el extrarradio de la ciudad.
El escrito traza ¡°la existencia de un grupo delictivo (...) dedicado al tr¨¢fico de drogas (coca¨ªna y hach¨ªs)¡±, entre los que se encontrar¨ªa Almal¨¦. La juez concede al falso sacerdote un lugar destacado entre los miembros que participaron ¡°activamente¡± en una operaci¨®n destinada a ¡°comprar una importante cantidad de coca¨ªna e introducirla en Espa?a por el puerto de Valencia¡± y que acab¨® fracasando. Las fuerzas de seguridad se incautaron de estos 132 kilos de coca¨ªna, as¨ª como de otros 115, en el puerto de Tarragona, inicialmente destinados tambi¨¦n a Valencia. En ambos casos ¡°era Vicente Crist¨®bal Almal¨¦ Pala¨ªn (...) quien iba a utilizar su organizaci¨®n para lograr sacar las mochilas del puerto [de Valencia]¡±. Las instalaciones portuarias se encuentran junto al barrio de Nazaret, desde donde Almal¨¦ se dirig¨ªa a sus fieles.
Ten¨ªa una imagen de benefactor en un barrio degradado pero su vocaci¨®n eran los coches de lujo y las armas
Si el papel del padre Vicente en la banda ya era relevante, a¨²n trat¨® de que lo fuera m¨¢s. En el mismo mes de julio de 2010 en el que se aprehendieron los alijos, Almal¨¦ se desplaz¨® a Colombia para establecer contacto directo con los proveedores de la red y ¡°desvincular del grupo a todos aquellos que pudieran constituirse como intermediarios en las negociaciones abiertas con los que verdaderamente proveer¨ªan de supuesta coca¨ªna en Colombia¡±, relata el auto. La jugada, sin embargo, sali¨® mal y acab¨® ¡°con la retenci¨®n o secuestro de Vicente Crist¨®bal el Cura por grupos paramilitares asentados en Colombia¡±, que requirieron el pago de un rescate, seg¨²n las conversaciones intervenidas.
Antiguos conocidos de Almal¨¦ no salen de su asombro por su supuesta vinculaci¨®n con la trama delictiva. En sus mejores tiempos, hasta finales de la d¨¦cada pasada, la iglesia ¡ªcerrada desde hace dos a?os¡ª se llenaba los domingos y el padre Vicente celebraba con normalidad bodas, que no eran m¨¢s que farsas sin validez eclesial. Sus actividades de atenci¨®n a inmigrantes sin hogar contaban con el aval del Ayuntamiento de Valencia. Desde las propias dependencias municipales se remit¨ªan extranjeros que acud¨ªan buscando alojamiento temporal. La iglesia parroquial incluso recib¨ªa novicios, fundamentalmente mexicanos, seg¨²n recuerdan testigos que prefieren mantener el anonimato. La cara amable de todo este tinglado religioso-asistencial era el padre Vicente. Una persona calificada por quienes le conocieron como en¨¦rgica, activa y carism¨¢tica. Junto a ¨¦l, de vez en cuando se pod¨ªa ver a Ricardo Subir¨®n, fundador de la orden, sobre quien el arzobispado de Valencia ya en 1983 alert¨® de que hab¨ªa sido ordenado ¡°de forma irregular¡± y ¡°estaba relacionado con el Palmar de Troya¡±, la delirante secta ultraconservadora con sede en Utrera (Sevilla).
La estrella de Vicente Almal¨¦ comenz¨® a declinar en 2007. Una visita al albergue de representantes de la Sindicatura de Greuges (equivalente auton¨®mico al Defensor del Pueblo) alert¨® de las penosas condiciones de habitabilidad de la residencia. Los focos se comenzaron a centrar en la extra?a congregaci¨®n situada en el extrarradio de la ciudad y en el no menos peculiar sacerdote que la dirig¨ªa en Valencia. A partir de entonces trascendi¨® la relaci¨®n de la orden con el Palmar de Troya o que Almal¨¦ dirig¨ªa tres empresas relacionadas con la construcci¨®n. Que era un amante de los coches de lujo y de las armas autom¨¢ticas, como demostraban unas im¨¢genes tomadas en un centro de formaci¨®n de seguridad en Argentina, a donde fue invitado por un amigo. A finales de 2007 anunci¨® a sus pr¨®ximos que dejaba la orden y se qued¨® con la gesti¨®n del albergue. Tras su detenci¨®n, el Ayuntamiento rescindi¨® todas las ayudas que prestaba a la residencia de inmigrantes.
El lunes pasado, tres chavales pasaban la tarde a escasos metros de la iglesia, en un coche subido a la acera. ¡°Claro que lo conocimos, fuimos monaguillos¡±, explicaban sobre el padre Vicente con cara de saber bastante m¨¢s de lo que contaban. ¡°Cuidaba de todos, pero mejor no preguntes por ¨¦l, es peligroso¡±.
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