Divorcio judicial por el ¡®caso N¨®os¡¯
El juez Castro y el fiscal Horrach han trabajado con gran complicidad en la Audiencia de Palma En la recta final del proceso a I?aki Urdangarin discrepan
La pareja de intocables se ha roto. Es la comidilla en Mallorca alrededor del juez Jos¨¦ Castro y el fiscal Pedro Horrach, dos profesionales incorruptibles que han limpiado la isla. Una mujer se interpuso en medio del clima de complicidad que hab¨ªa presidido todas sus actuaciones judiciales. Mejor dicho, una decisi¨®n sobre una mujer: imputar o no imputar a la infanta Cristina. Desde entonces, el criterio de ambos dej¨® de ser un¨¢nime.
La lucha contra la corrupci¨®n, y en especial el caso Urdangarin, ciment¨® una relaci¨®n profesional y personal. Han compartido sesiones maratonianas, copas y confidencias nocturnas, tras los registros e interrogatorios en Palma, Barcelona, Valencia y Madrid. Han resistido todo tipo de presiones. Les han intentado derribar, erosionar psicol¨®gicamente, porque les espiaron correos, husmearon en su patrimonio y divulgaron aspectos de su vida familiar. Pol¨ªticos del PP les cuestionaron y atacaron. Recibieron ruidosas denuncias en medios ultras y ante altas instancias judiciales. Ninguna presi¨®n pudo con ellos.
Son adictos al trabajo. Pueden ser duros y simp¨¢ticos. El juez, tras sufrir un accidente de bicicleta, se llev¨® el ordenador con el sumario a la habitaci¨®n de la cl¨ªnica. El fiscal, con su esposa reci¨¦n intervenida y en la sala de reanimaci¨®n, sigui¨® actuando sin pausa.
La decisi¨®n sobre la imputaci¨®n de la Infanta fue la causa de su alejamiento
Las discrepancias entre Horrach y Castro ¡°son jur¨ªdicas, de detalle y de fondo¡±, se?alan personas de la confianza de ambos. ¡°La qu¨ªmica entre el juez y el fiscal se ha roto. Eran ¨ªntimos y ahora parecen contrincantes¡±, comenta un abogado de Palma que les trata. ¡°Castro fue por libre, se precipit¨® sin consultar¡±, asegura una persona de la abogac¨ªa.
Pedro Horrach y Jos¨¦ Castro protagonizan un episodio de divorcio profesional. En lo personal nadie ha notado su crisis. Desde?an el papel de personajes judiciales estelares. Pertenecen a dos generaciones distintas. El juez est¨¢ a punto de culminar su vida laboral activa. Es abuelo. El fiscal va camino de los 50 a?os. Tiene una hija reci¨¦n admitida en la universidad.
Horrach es independiente. No pertenece a ninguna asociaci¨®n corporativa. Es hijo de una familia de hoteleros de Mallorca y no expresa una opci¨®n ideol¨®gica. Es deportista: camina y corre.
El juez es andaluz, progresista no adscrito y ¡°es justiciero en el buen sentido de la expresi¨®n¡±, seg¨²n un fiscal. Castro usa bicicleta y antes iba en moto, al igual que el fiscal. Al volante, comparten el gusto por el estilo deportivo de los peque?os BMW. Horrach usa el auto blanco de su mujer y habita en un gran ¨¢tico cerca de un bosque, y Castro se embute en un b¨®lido negro, m¨¢s antiguo, y tiene un chal¨¦ frente al mar. Uno fuma y el otro ya no. Son nerviosos y afables. Ante el tribunal son ret¨®ricos y vehementes. De los que cercan a los acusados.
¡°El tiempo lo difumina todo y corre a favor de los imputados¡±, comenta uno de los dos protagonistas. Desde las defensas han pedido citar hasta mil testigos m¨¢s, tras los dos centenares acreditados. En meses no se resolver¨ªa la agenda judicial, ser¨ªa un cuello de botella imposible de gestionar.
Tanto se han alejado sus posturas que el fiscal Horrach propone al Tribunal Superior de Valencia que el juez Castro renuncie a concluir la causa si son imputados el expresidente Francisco Camps y la alcaldesa Rita Barber¨¢. Ser¨ªa un final imprevisto para un sumario que ha sido vigilado en cada detalle.
¡°No hay otra salida posible: con los mismos hechos y autores, ahora N¨®os no se puede escindir. Todas las posibilidades est¨¢n cerradas¡±, dicen desde el entorno de Horrach. En otras circunstancias y en tres ocasiones, el fiscal se puso al lado de Castro y rechaz¨® la segregaci¨®n del sumario solicitada por distintos imputados. Pero ahora es diferente.
¡°No tengo una obsesi¨®n personal por retener el asunto¡±, advierte el instructor, a trav¨¦s de la portavoz judicial de Palma. Jos¨¦ Castro y Pedro Horrach han destapado, de la mano y con la ayuda de la polic¨ªa y de Hacienda, uno de los esc¨¢ndalos m¨¢s sonados por corrupci¨®n de Espa?a porque alude a dos integrantes de la familia real. Pero en abril de 2013 discreparon sobre la imputaci¨®n de la Infanta. ¡°No tenemos por qu¨¦ ir siempre a coro¡±, coment¨® el instructor en su entorno. Ahora el desencuentro profesional parece m¨¢s profundo y puede tener consecuencias en el final del proceso.
Uno es andaluz, el otro mallorqu¨ªn. Les gustan las motos y los BMW
La imputaci¨®n de Cristina de Borb¨®n est¨¢, otra vez, sobre la mesa del juez, por supuesto blanqueo de capitales. Y en este punto sigue abierto un abismo entre Horrach y Castro. El fiscal sostiene que Cristina de Borb¨®n no delinqui¨® porque desconoc¨ªa que la actividad de su esposo era delictiva.
Castro acumula informes de Hacienda sobre las rentas y cuentas de la hija del Rey y espera un exhaustivo an¨¢lisis y testimonios de la polic¨ªa sobre los pagos y facturas de la Infanta en las obras del palacete de Barcelona. El juez Castro conf¨ªa en mantener en Palma el tronco de la causa, tener tiempo para citar a la hija del Rey, si se da el caso, y cerrar la parte que se centra en los 2,5 millones que Urdangarin y su socio Diego Torres lograron de los pol¨ªticos de Baleares, encabezados por Jaume Matas. Pero no todo se coci¨® en Mallorca. Hubo 3,5 millones que recibieron de instituciones valencianas y eso obliga a interrogar a Camps y Barber¨¢.
En los juzgados quitan hierro a la propuesta del fiscal para que el juez de Palma se quede, indirectamente, sin culminar su caso. No ven retos abiertos. ¡°El fiscal est¨¢ en su derecho¡±, coment¨® el juez, lac¨®nicamente, al ser preguntado por el informe que impl¨ªcitamente pretende quitarle el sumario.
Ser¨¢ ese el final de una prol¨ªfica colaboraci¨®n. El caso N¨®os habr¨¢ sido un asunto de parejas. Dos amigos montaron N¨®os, I?aki Urdangarin y Diego Torres. Y otros dos lo desmontaron.
Juicio en Valencia o en Palma
La instrucci¨®n judicial del caso N¨®os est¨¢ pr¨¢cticamente cerrada. Con toda seguridad, habr¨¢ juicio con I?aki Urdangarin y el resto de imputados. La vista se celebrar¨¢, en un a?o o dos, en la Audiencia de Palma o en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV). El escenario depende de que este ¨²ltimo tribunal resuelva una cuesti¨®n de competencia.
El juez Castro emplaza al tribunal valenciano a que asuma la competencia parcial del caso, para imputar e investigar a dos diputados aforados, la alcaldesa de Valencia, Rita Barber¨¢, y el expresidente auton¨®mico Francisco Camps. De ser as¨ª, Castro mantendr¨ªa el tronco del caso en sus manos y seguir¨ªa investigando por blanqueo a la Infanta, para cerrar la instrucci¨®n.
El fiscal Pedro Horrach discrepa del juez Castro y solicita al tribunal de Valencia que si asume la competencia del caso N¨®os sobre Camps y Barber¨¢, se quede con todo el sumario, acabe la instrucci¨®n y celebre el juicio. Horrach considera que la causa no se puede escindir y que los aforados arrastran al resto de imputados. As¨ª que el Tribunal Superior de Valencia puede decidir asumir todo o una parte.
Una tercera v¨ªa abierta, esta improbable, podr¨ªa ser que el TSJCV indicase al juez Castro que interrogue sobre sus indicios a Camps y Barber¨¢, extremo solo factible en el caso de que ellos aceptasen renunciar a su aforamiento.
El TSJ de Valencia manda. Tiene autoridad jer¨¢rquica en la causa ante el instructor, aunque, seg¨²n algunas fuentes, ¨¦ste podr¨ªa acudir al Supremo en defensa de su competencia en el caso. El caso N¨®os, abierto en 2010, es una de las 27 piezas separadas del sumario Palma Arena, de 2008. La duda ahora es: ?Podr¨ªa haber una pieza separada de una pieza separada?
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