Mas se aferra al espejismo de una Catalu?a fuera de la UE, pero con el euro
La Generalitat no podr¨ªa atender las necesidades de bancos y empresas Ensayos parecidos, como la dolarizaci¨®n de Argentina, acabaron en desastre Mas desaf¨ªa a la UE y afirma que una Catalu?a soberana seguir¨¢ en el euro
Nada impedir¨ªa a una Catalu?a independiente adoptar el euro ¡ªo el d¨®lar¡ª como moneda oficial. Otra cosa es si la divisa constituye un mero instrumento de compraventa en la calle o es, en realidad, algo m¨¢s: una herramienta pol¨ªtica y monetaria fundamental, que responde a las necesidades del pa¨ªs. Al salir de la Uni¨®n Europea, Catalu?a se colocar¨ªa autom¨¢ticamente en el primer supuesto, con una moneda ajena, sobre la que no tendr¨ªa ning¨²n control, que dif¨ªcilmente permitir¨ªa atender las necesidades financieras de sus empresas y bancos.
Las normas del Banco Central Europeo (BCE) sobre el uso del euro en terceros pa¨ªses reflejan con claridad hasta qu¨¦ punto es irrelevante para la instituci¨®n que se emplee fuera de la Eurozona. ¡°Es una decisi¨®n unilateral [del Estado en cuesti¨®n] y no implica ning¨²n compromiso por parte del BCE¡±, aclara un informe de la instituci¨®n sobre el papel internacional del euro.
Cualquiera, por tanto, puede adoptar la divisa europea, sin que otros Estados miembros o el BCE se opongan, pero carecer¨¢ de los principales beneficios: acceso ¡ªal menos directo¡ª a la liquidez del eurosistema, a sus condiciones de financiaci¨®n y al consejo que permite tomar decisiones fundamentales en una econom¨ªa moderna. Porque lo de menos es qu¨¦ moneda circule en la calle; lo importante es integrarse en el eurosistema, un complejo engranaje del que depende en buena medida la capacidad de los Estados para gobernar su econom¨ªa. Estas son las implicaciones de contar con un euro que se convierta pr¨¢cticamente en una moneda de juguete:
? Precedentes. Hay dos tipos de pa¨ªses que emplean ya el euro sin pertenecer a la Uni¨®n Europea. El primero, el de los miniestados de Andorra, San Marino, Vaticano y M¨®naco, que acceden a la moneda a trav¨¦s de acuerdos con otros pa¨ªses miembros (Espa?a en el caso de Andorra, Italia para San Marino y Vaticano y Francia para M¨®naco). El segundo caso es el Kosovo y Montenegro, territorios que carecen de esa vecindad con pa¨ªses comunitarios y que adoptan la moneda europea como s¨ªmbolo del futuro al que aspiran dentro de la Uni¨®n.
El precio del dinero ser¨ªa m¨¢s elevado que si perteneciera a la Eurozona
Probablemente ninguno de los dos precedentes ¡ªen el primero, territorios fiscalmente opacos, y en el segundo, sociedades con heridas de guerra y muy alejadas de los est¨¢ndares europeos¡ª constituya un espejo en el que desee mirarse Catalu?a.
? Acceso a la divisa. Como ocurre con Kosovo o Montenegro, Catalu?a y sus grandes bancos no podr¨ªan nutrirse directamente de la liquidez del BCE. Tendr¨ªan que hacerlo de manera indirecta, con filiales en pa¨ªses del euro o con un acuerdo entre entidades bancarias radicadas en alg¨²n Estado miembro, explican fuentes conocedoras del mecanismo. ¡°Las entidades catalanas podr¨ªan acceder a la liquidez del BCE a trav¨¦s de sus matrices, filiales o sucursales establecidas en pa¨ªses del euro¡±, admite Jordi Gal¨ª, de la Pompeu Fabra. As¨ª, si La Caixa permaneciera como el gran banco del nuevo Estado catal¨¢n, tendr¨ªa que abrir una sede, por ejemplo, en Italia; requerir¨ªa un banco enclavado en la estructura financiera italiana y sujeto a sus normas.
No podr¨ªa evitar decisiones sobre el euro contrarias a sus intereses
A partir de ah¨ª, tendr¨ªa que suscribir un acuerdo con una o varias entidades italianas que le proporcionasen la liquidez que necesita. Ese dinero nunca se ofrecer¨ªa al mismo precio que el estipulado para las entidades pertenecientes a un pa¨ªs de la Eurozona; el inter¨¦s ser¨ªa m¨¢s elevado para que la entidad financiera que presta (en este caso, la italiana) obtuviera alg¨²n beneficio de la operaci¨®n, seg¨²n fuentes financieras en Fr¨¢ncfort.
? Garant¨ªas. Como ocurre en el eurosistema, el banco catal¨¢n tendr¨ªa que ofrecer al italiano garant¨ªas para recibir ese dinero. La diferencia es que las garant¨ªas que pide el BCE como respaldo para sus pr¨¦stamos est¨¢n reguladas por un consejo de gobierno en el que tienen voz y voto los Estados miembros y, por tanto, intentan ajustarse a la situaci¨®n econ¨®mica de la eurozona. As¨ª, el BCE ha ido rebajando la exigencia de calidad de los activos que ped¨ªa como respaldo de sus pr¨¦stamos. En el caso catal¨¢n, depender¨ªa de la negociaci¨®n entre La Caixa y el banco italiano, con lo que el margen de maniobra ser¨ªa muy inferior.
? Desfases. La falta de voz sobre la toma de decisiones que afectan tanto a la situaci¨®n econ¨®mica mermar¨ªa la capacidad de Catalu?a de regir su econom¨ªa. Si el consejo del BCE decide que es necesario estimular la econom¨ªa ¡ªy en cambio en Catalu?a ocurre todo lo contrario: conviene enfriarla¡ª, las autoridades del nuevo pa¨ªs no podr¨ªan hacer nada por evitarlo. Ese problema de pol¨ªtica monetaria de talla ¨²nica afecta a la propia eurozona: el BCE se enfrenta a cr¨ªticas por una actuaci¨®n que beneficia a Alemania y no logra frenar la fragmentaci¨®n financiera. Pero al menos el ¨®rgano de gobierno de la instituci¨®n re¨²ne a los 17 gobernadores de los bancos centrales de cada pa¨ªs (el Banco de Espa?a entre ellos), consejo al que no pertenecer¨ªa Catalu?a.
? Fracasos de Argentina y Ecuador. Estos dos pa¨ªses latinoamericanos reflejan bien los peligros de emplear una moneda sobre la que no se tiene potestad. Ecuador adopt¨® el d¨®lar como moneda legal en el a?o 2000 y a¨²n no la ha abandonado, pero el Gobierno de Rafael Correa lo considera un error que les perjudica, por ejemplo, para firmar acuerdos comerciales. Tambi¨¦n la dolarizaci¨®n de Argentina, en los a?os noventa, estuvo plagada de problemas: acab¨® en el corralito.
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